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Y David defendió a Goliat...

  • El Sevilla tutea y hasta intimida al gigante inglés, al que sostuvo un heroico De Gea, y tiene tres semanas para soñar con lograr la hazaña en Old Trafford

De Gea saca una prodigiosa mano ante el cabezazo a bocajarro de Muriel, que reconoció que debió colocarla mejor.

De Gea saca una prodigiosa mano ante el cabezazo a bocajarro de Muriel, que reconoció que debió colocarla mejor. / fotos: antonioi pizarro

El Teatro de los Sueños espera al Sevilla. Atronó el Ramón Sánchez-Pizjuán con el popular Freed from desire de la italiana Gala Rizzatto al final de un señor partido de fútbol. Era el cántico de la esperanza. Fuera impurezas de la mente, como reza la canción popera, que puso el sonoro epílogo a un partido de fútbol con mayúsculas, de electricidad en cada balón dividido, de emoción contenida y cántico interrumpido en cada pelota perdida, en cada inicio de un sprint inglés al que respondía Banega, Jesús Navas o Escudero. En cada finta de Franco Vázquez o en cada pase al área de Sarabia. Y volvía a rugir Nervión: "Sevilla, escucha, ésta es tu grada...". Gol Norte on fire.

El sevillismo está orgulloso de su equipo por cómo tuteó y hasta faltó al respeto al gigante inglés, al todopoderoso Manchester United, al club de los números estratosféricos. Todo su halo, todos sus récords de millones de libras y millones de seguidores en todo el mundo sostenidos por un gigante español. Goliat defendido por David. De Gea impidió que la caldera de Nervión estallase con el rugido definitivo del gol. Ocho paradas, ocho, en las estadísticas. Y una en particular al filo del descanso, ya minuto 46, que podría haber cambiado el signo de la eliminatoria, señalada con una equis con caducidad: 13 de marzo.

Ocho paradas de De Gea, una a Muriel a bocajarro, ilustran sobre lo corto del 0-0

Fue en un centro de Jesús Navas preciso, precioso, entre piernas de contrarios, en una de sus percusiones hacia dentro. Vio a Muriel y se la puso a la espalda de Smalling. El ratón encontró el resquicio entre los pilares de la roca. Y Muriel cabeceó con alma y sin cabeza. Se topó con con una mano prodigiosa de De Gea, como quitándose de encima un balón con sello de gol. Muriel lo felicitó camino del vestuario.

Quién sabe lo que podría haber supuesto ese gol, que habría coronado un arreón final en la primera parte de un Sevilla valiente, fuerte, en la anticipación, en la verticalidad, en la búsqueda de los costados y de los agujeros interiores. Al son de Banega y Franco Vázquez, el director y el concertino de un equipo que funcionó como una orquesta, hasta que se le fundió la batería. La dinamo ya no mandaba energía después de tanta fricción con Alexis, con Pogba, con Matic, con Smalling, con Lukaku... Con un equipo de 650 millones de euros.

De Gea les puso sordina a las trompetas de Jericó y Mourinho mantuvo su muro en pie. A los cuatro minutos fue su primera estirada, en un disparo seco y cruzado de Muriel. Correa tampoco pudo con él en varios intentos, alguno muy lánguido. Ni N'Zonzi, ya en el 45', tras una chilena de Mercado en un córner: otra manopla junto al larguero. Fue la antesala del paradón que sostiene al United incólume.

Todo queda para la vuelta. Tras contener el aliento en cada acción de incertidumbre, el público se vino arriba en la segunda parte, cuando más flaqueaba su equipo. Le faltó fuelle y también algo de más valentía en los cambios a Montella. Mourinho la tuvo sólo de boquilla: sacó a Rashford y Martial, pero de cara a la galería. El Sevilla los sostuvo en sus tímidos intentos. Otro sprint de Jesús Navas con el joven inglés. Otra ovación. Y todo ante la mirada de sir Alex Ferguson y sir Bobby Charlton, el inventor del mito del Teatro de los Sueños. Allí irá a cumplir su sueño el Sevilla. Absténganse los supersticiosos, es martes y 13. O hagan como dice Gala en su canción: limpien su mente de impurezas y disfruten. Old Trafford espera al Sevilla.

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