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Sevilla ayer y hoy

La plaza Monumental de Nervión

  • PRÓXIMA ENTREGA Miércoles, 1 de Junio.La construcción de la plaza de toros Monumental, patrocinada por Joselito el Gallo, fue una afrenta para la Real Maestranza de Caballería. El torero quiso abaratar la fiesta para los obreros…

COMO adelantemos en nuestras anteriores entregas (Diario de Sevilla, 11 y 18 de mayo), el rechazo de parte de la burguesía y aristocracia al funeral por Joselito en la Catedral fue por su condición de torero y, además, de raza gitana. Pero el rechazo social a Joselito tenía, además, otro motivo subrepticio: haber patrocinado la plaza de toros Monumental. Esto fue una afrenta para la Real Maestranza de Caballería.

La plaza de toros Monumental de Sevilla, de estilo neoclásico, fue construida por el arquitecto José Espiau y Muñoz y el ingeniero Francisco Urcola Lazcanotegui, entre 1915 y 1918, por encargo del empresario sevillano José Julio Lissén Hidalgo, con el patrocinio del torero José Gómez Ortega, que deseaba abaratar la fiesta en beneficio de la clase obrera.

La plaza estaba en la entonces calle Monte Rey (1859), actual avenida de Eduardo Dato (1922) frente a la Huerta del Rey. Después de enconadas polémicas sobre su seguridad, fue inaugurada el 6 de junio de 1918, por Joselito, Curro Posada y Fortuna, con reses de Juan Contreras. Esta plaza se clausuró en 1921 y comenzó el derribo en abril de 1930. El último festejo fue una novillada de Rincón toreada por Maera, Facultades y Joselito de Málaga (30 septiembre 1920). Vemos unas perspectivas de la fachada y del palco real, captadas por Juan José Serrano Gómez (Fototeca Municipal de Sevilla).

La plaza tenía una capacidad de 23.055 espectadores, cerca del doble que la Real Maestranza. Esta capacidad estaba distribuida del siguiente modo: sombra alta, 1.882 localidades; sombra baja, 3.801; sol y sombra alta, 1.549; sol y sombra baja, 2.027; sol alto, 2.884; sol bajo, 3.851; andanadas de sombra, 3.538; y andanadas de sol, 7.523. Este número de espectadores posibles permitió ofrecer unos precios cercanos a la mitad de los que costaba ver un festejo en la Real Maestranza. El empresario fue José Julio Lissén, íntimo amigo de Joselito. La plaza era muy atractiva y cómoda para los espectadores, con asientos amplios y vomitorios que permitían el rápido desalojo de los tendidos.

Don Criterio, influyente crítico taurino de El Liberal, mostró siempre su opinión contraria a la existencia de dos plazas y la preferencia por la exclusividad maestrante. Por el contrario, Joselito fue partidario de los cosos monumentales para poder abaratar los precios de las localidades y garantizar la asistencia del mayor número posible de espectadores, sobre todo en una época de crisis sociales y falta de recursos económicos de la clase obrera. El torero defendió la necesidad de promover las corridas frente a otras atracciones como el balompié, que comenzaron a tener auge.

En el ambiente taurino la polémica se mantuvo mientras Joselito apadrinó la plaza Monumental, demostrando abiertamente su preferencia por el nuevo coso. Por el contrario, Juan Belmonte fue fiel a la Real Maestranza. Pero ambos toreros actuaron en los dos ruedos y nunca practicaron boicot alguno. Sin embargo, nada más morir José Gómez Gallito en Talavera en 1920, volvieron a plantearse los mismos problemas de seguridad de 1917 y 1918. Y meses después, en 1921, el Gobierno Civil clausuró la plaza y prohibió todo tipo de actos y festejos. En 1930, el 9 de abril, comenzó el derribo de la Monumental, de la que aún quedan leves vestigios de la cerca en la avenida de Eduardo Dato, frente al colegio de Porta Coeli de la Compañía de Jesús.

Después de unas polémicas pruebas de resistencia, aparecieron fisuras y el 8 de abril de 1917 se emitió un dictamen desfavorable. Días después, el 18 de abril de ese mismo año, durante la noche, se desplomó casi un tercio de los tendidos de la plaza. Fue reconstruida y sometida nuevamente a pruebas de resistencia favorables y pudo inaugurarse el 6 de junio de 1918. El profesor Villar Movellán, apostilló la referencia técnica con el siguiente comentario: "Las dudas sobre la solidez de la Monumental no desaparecieron nunca y la presión de la Real Maestranza tampoco, de modo que el gobernador civil terminó ordenando su clausura [...]".

La Monumental duró lo mismo que Joselito. Muerto el torero se clausuró el coso. Los demonios de Sevilla no perdonaron nunca a Joselito el Gallo. Ni a nadie que les haga frente. Quizás por eso el mejor torero sevillano de todos los tiempos no tiene monumento en Sevilla.

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