Andalucía

Día y noche en el galeón

  • El trabajo de los tripulantes durante el día no cesa y las casi 40 personas que navegan en el Galeón tienen que aplicarse para que la travesía sea un éxito también en la vida de a bordo. Las guardias marcan la noche.

Cuando te embarcas en un proyecto como éste ningún día puede ser igual. Formar parte de esta tripulación es un privilegio al alcance de muy pocos, por lo que cada jornada abre paso a nuevos quehaceres que hay que aprovechar al máximo.

Amanece en el galeón y con él llega la faena. Supervisar las velas y ajustar las maniobras, aplicar aceite de teca y lijar la cubierta para que el galeón luzca perfecto, o pintar para evitar el óxido son algunas de las tareas de mantenimiento del barco. Además hay que ocuparse de otro de los rituales del Galeón, el momento de la comida, donde cada uno aporta lo que sabe al cocinero oficial; Manolo Luque. En los ratos libres la tripulación tampoco para; es tiempo de dar toques al balón y hablar de fútbol, charlar con los compañeros, jugar al ping-pong o perfeccionar el inglés.

Pero el peor momento para los marineros llega con las guardias de la madrugada. La voz de los compañeros que terminan su turno despierta al siguiente grupo. Por delante quedan cuatro horas para hacerse cargo del timón y marcar el camino que seguirá el Galeón durante las siguientes cuatro. Cuando cae la noche los sonidos de la vida en el barco dejan paso al silencio sólo interrumpido por las olas y el viento, y la única distracción es el cielo cubierto de estrellas.

Sólo queda esperar a los primeros rayos de sol para que de nuevo una campanilla marque el relevo en la guardia. A partir de este momento algo de descanso para afrontar el trabajo del resto del día. Queda mucho por hacer y el galeón continúa su curso hacia un nuevo puerto.  

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