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Andalucía

Gestión de la pandemia, la Junta gana al Gobierno

  • Como en otras comunidades, el Ejecutivo de Juanma Moreno es más creíble

Juanma Moreno, este lunes en el Hospital Militar de Sevilla.

Juanma Moreno, este lunes en el Hospital Militar de Sevilla. / Julio Muñoz/EFE

Que la gestión de la pandemia es un factor que pasa factura a los gobiernos es una afirmación que no se sustenta desde que los partidos gobernantes en Galicia y País Vasco salieron victoriosos de unas elecciones que se celebraron en la ventana de bajos contagios del verano. Los efectos de la gestión de la pandemia son desiguales: a excepción de unos casos, la batalla de la opinión pública la están ganando los gobiernos regionales. Y en el andaluz, por una abrumadora mayoría.

Las encuestas que publica este diario de modo periódico, y que realiza Dym, ya mostraban que la Junta de Andalucía estaba mejor valorada que el Gobierno centran en la gestión de la pandemia del COVID. A ello se ha sumado esta semana un sondeo que ha publicado el Centro de Estudios Andaluces (Centra) sobre los efectos de la tercera ola en la comunidad. Aunque éste es un organismo oficial sobre el que la oposición siempre duda, lo cierto es que sus resultados están en sintonía con otros publicados y que estas encuestas están dirigidas por profesionales reconocidos.

El resultado más contundente se refiere a la diferencia de ambos gobiernos. Mientras que a un 64% el Gobierno central no le da confianza para manejar la tercera ola del Covid, la opinión mayoritaria sobre la Junta es positiva: un 62% confía en este Ejecutivo. Lo mismo cabe decir de la gestión de la campaña de vacunación. Un 58% valora mal o muy mal al Gobierno de Pedro Sánchez, porcentaje que baja al 31% en el caso andaluz.

El Gobierno de Pedro Sánchez no escapó demasiado mal de la primera ola del Covid, cuando asumió el mando único y dejó a las comunidades autónomas sin más competencias que la gestión de los hospitales. Desde Andalucía, como desde el resto de las regiones gobernadas por el PP, se ha venido criticando la gestión que se hace desde Moncloa y el Ministerio de Sanidad. A veces, sustentado en groseras exageraciones. Sin embargo, el deterioro en la comunicación se ha hecho evidente con la caída de la popularidad de Fernando Simón, el hombre que viene dando la cara desde marzo. Como otros, sus pronósticos han errado en muchas ocasiones, pero su exposición a los medios es tan grande que los fallos se multiplican.

Dentro del Gobierno andaluz, su portavoz, Elías Bendodo, y el vicepresidente, Juan Marín, han sido los encargados de atacar de modo constante al de Pedro Sánchez con todo tipo de acusaciones. "¿Cuántos muertos debe haber más para que nos dejen tomar las decisiones?", llegó a plantearse Bendodo esta misma semana.

En un plano muy diferente, la pandemia la ha dado la oportunidad al presidente Juanma Moreno de convertir sus intervenciones televisivas para anunciar las restricciones en un escenario muy amplio donde ha conseguido un rápido conocimiento y dejar una impronta de hombre sosegado y dialogante.

La Junta de Andalucía ha solicitado a Madrid que le deje adelantar el toque de queda a las ocho de la tarde y que le permita confinar en sus domicilios a los habitantes de municipios con tasas de nuevos casos superiores a 1.000. Como el sur, muchas otras comunidades, y no todas ellas del PP, se han sumado a ello, pero no han conseguido que el Ministerio de Sanidad le conceda esa libertad. Existe la sospecha de que el Gobierno central no ha accedido a endurecer las restricciones por la convocatoria electoral de Cataluña para el próximo domingo. 

Si se hubiesen confiando municipios o el toque de queda hubiera pasado a las ocho de la tarde, la Generalitat habría tenido más argumentos ante los jueves para suspender la convocatoria. Según el Centra, siete de cada 10 andaluces es favorable tanto al cambio del toque de queda como al confinamiento domiciliario. 

La estrategia del Gobierno central respecto a las comunidades, sin embargo, ha sido más colaborativa que en otras crisis. En 2020 inundó de liquidez las arcas autonómicas para que pudiesen aumentar los gastos sanitarios y educativos. Prueba de ello es que la Junta de Andalucía cerrará ese año con un abultado superávit, que se debe a que las entregas a cuentas son mayores que lo que marcan la realidad, que el fondo de Covid es superior al gasto derivado del tratamiento de la pandemia y a que hubo una liquidación extraordinaria. 

Lo sorprendente del resultado del sondeo no es que una administración se erosione menos que la otra, sino que la Junta gane popularidad mientras la otra cae.

   

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