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  • La presencia en las redes sociales se ha hecho obligatoria para los políticos, que multiplican la intensidad en períodos electorales

Un usuario sigue la cuenta de Teresa Rodríguez en Twitter.

Un usuario sigue la cuenta de Teresa Rodríguez en Twitter. / juan carlos vázquez

Twitter eclosionó como herramienta de posibilidades para la clase política cuando Barack Obama hizo de ella su plataforma en sus dos carreras a la presidencia. La red social también le sirvió mucho, y muy bien, al Tea Party, por ejemplo. Y ahora Trump, que ha provocado que uno de los fundadores de Twitter se disculpe por "haber contribuido" a su llegada a la Casa Blanca.

Un político sin presencia en las redes sociales es un candidato vacío. En España, si hay una formación que, por generación y naturaleza, ha sabido moverse desde el primer momento en ese medio, es Podemos: Pablo Iglesias es uno de los líderes europeos que reúne mayor número de seguidores y Teresa Rodríguez, la figura política más seguida en Twitter en Andalucía. La parlamentaria andaluza asegura que su perfil en redes nunca ha estado desligado del activismo, porque su vida tampoco lo ha estado. "Pero lo que publico no siempre está ligado a la actualidad: a veces escribo sobre poesía, carnaval, la vida cotidiana..." Para Rodríguez, Twitter es el lugar donde le dejan "decirle a los demás lo qué pienso y lo hago sin interferencias, sin filtros y sin vetos. No tenemos amigos poderosos en las grandes empresas de comunicación, así que las redes son nuestra única voz y ya empiezan a ser más importantes que lo publicado en los medios. Por eso están reprimiendo en las redes sociales, para seguir diciéndonos lo que debemos saber, lo que debemos pensar, lo que debemos comprar y lo que debemos votar. Pero cuando el totalitarismo impera, siempre habrá nuevos refugios para la resistencia".

Teresa Rodríguez, de Podemos, es la política andaluza con más seguidores en Twitter

No cree, sin embargo, que el uso de redes sea ya distintivo entre vieja y nueva política: "La vieja política ya ha visto que tiene que estar en la comunicación. La nueva política para mí es la desprofesionalizada, la que se ejerce como un sacrificio personal con la comunidad y por el bien común, la política profana que decía Bensaïd. ¡Eso sí que es novedoso!".

"La democracia -dice Rodríguez- es necesariamente conflictiva y maravillosa, como las redes. A mí me trolean más en prensa. Toda interacción sin mediación de los intereses del mercado es productiva". Y hay ataques, desde luego, que son medallas: "Si no me atacaran aquellos a los que animo a salir del conservadurismo y de la cultura de la opresión, es que no me estoy ganando el sueldo".

En el polo opuesto está María José García-Pelayo, diputada del PP por Cádiz y ex alcaldesa de Jerez. No tiene ni Twitter, ni Facebook, nada. "Me regañan en el partido, pero es que pienso que eso no es política, a mí me gusta la política del cara a cara, del contacto. Lo siento, pero no puedo. Ni lo tengo ni lo voy a tener".

"Todas las redes son importantes -podría replicarle Julián Macías, uno de los coordinadores de redes en Podemos-, pero en España, a nivel de usuarios, Facebook es la que se lleva la parte del león. Twitter es la cuarta red social pero, por su inmediatez, la utilizan mucho periodistas y medios, con lo que no sólo sirve para estar en contacto con ellos, sino que lo que publiques ahí tiene un gran impacto. Sin olvidar cuestiones como la permeabilidad, con programas de televisión que publican sus propias etiquetas con lo que la gente puede ir comentando. Y luego están las tendencias, que muchas veces pueden servirte para marcar la agenda política y para generar opinión". "Luego está la parte personal -explica-, que sirve para humanizar. Pero, en este sentido, Instagram quizá sea la red social que más sirve para dibujar el alma de las personas".

Macías coincide con Rodríguez en apuntar que las redes dieron voz a quienes no tenían los contactos o la oportunidad. Aunque en los últimos tiempos la utilidad de las redes sociales ha sido mimetizada desde las posiciones de poder: "Cuando veían que perdían el pulso social, han ido aprendiendo a generar tendencias y falacias soportadas, en gran parte, por diarios digitales que alimentan bulos a través de cuentas trol. En Google pones Podemos y las primeras entradas que suelen salir son siempre fake news".

¿Hasta qué punto el ruido, ya sea en forma de trols, de burbuja digital o falta de filtros limita todo esto? Fernando Vallespín y Máriam M. Bascuñán destacan en Populismos (Alianza Editorial) la pérdida de peso e impacto de los guardianes de la información -de los periodistas, sí, pero no sólo: pregunten a médicos y profesores-. "El modelo que se está imponiendo es opuesto al del foro público", escriben. Lo que Adorno llamaba el "narcisismo de la opinión".

Las redes han abierto un espacio a la comunicación participativa que difícilmente podrá ignorarse. Tienen, además, la cualidad de poder humanizar a una clase política que ha estado hundida en la desafección. Si la lista de Spotify de Pedro Sánchez es más chula de lo que se creía, su imagen ganará puntos. "Si un político quiere humanizarse, lo que tiene que hacer es una política humana, pensar en sus ciudadanos -comenta Rafael Rodríguez Prieto, profesor del Área de Filosofía del Derecho y Política en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla-. Que me enseñen qué desayunan es mera propaganda. Lo que me sirve es que sean sensibles a las situaciones de los ciudadanos, que al fin y al cabo es lo que interesa a la gente, o lo que debería interesarle".

Rodríguez Prieto es coautor junto a Fernando Martínez Cabezudo, de Poder e Internet (Cátedra). "De forma inevitable, tendemos a mitificar la tecnología. Cuando internet y las redes sociales se desarrollan, se entiende que es una vía que hay que explorar y profundizar. Da un carácter moderno, fresco y juvenil para contactar con la gente. Al principio, se entendió así. Con el tiempo, se va decantando y viendo las aplicaciones que pueda tener, y también se va viendo el humo que tienen. Twitter, por ejemplo, no responde a esas consideraciones que decían que tenía".

Jorge Fernández, profesor en la Facultad de Comunicación de Sevilla, cree que "los políticos abren perfiles en redes sociales porque no tienen más remedio, pero luego no se trabajan. Estamos llegando a un momento de la tiranía del perfil. La vida virtual tampoco es totalmente extrapolable al ámbito político: no se puede sustituir la cercanía real por un tuit". Y simplificar lo que se dice "puede ser algo positivo, pero habitualmente es negativo, lleva al reduccionismo: en vez de mensajes más reflexivos, se vuelven más ligados a la consigna", advierte Rodríguez Prieto.

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