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El abogado Rivera se ‘divorcia’ de su apellido

  • La experiencia del ex dirigente naranja en el bufete Martínez-Echevarría acaba a los dos años con una ruptura tan mediática como fue su fichaje estrella

  • Graves acusaciones entre las partes

Albert Rivera.

Albert Rivera. / BELEN VARGAS

Querían notoriedad con Albert Rivera y dos años después han conseguido mucho más de la esperada, que no la deseada. Desde luego los protagonistas han conculcado un principio básico que se enseña en las escuelas de directivos sobre la negociación: cualquier alternativa antes que perder-perder. Y éste es, por ahora, el resultado del litigio que mantienen las partes. Algunos de los gabinetes de la competencia dan por hecho que el daño reputacional que ha sufrido el despacho de abogados Martínez-Echevarría será irreparable. Pero el ex líder naranja queda retratado poco menos que como un vago, ególatra y sin formación ni compromiso para el trabajo. Es la historia de una ruptura, transmitida en directo, tan mediática como el anuncio del fichaje del ex líder de Ciudadanos por parte de ese bufete malagueño en marzo de 2020.

La versión de los dos actores en disputa diverge por completo. Para la empresa, la labor de Rivera en estos dos años ha sido “irrelevante”. Le reprochan su escasa aportación al negocio. La sociedad facturó el año pasado 19,6 millones frente a los 18 de 2020. Con eso números, entienden que su incorporación, junto al que fuera su número 2 en la formación naranja, José Manuel Villegas, no eran rentables. Oficialmente, el gabinete no lo confirma. Pero otras fuentes cercanas al mismo admiten que querían renegociar las condiciones de los dos contratos. Le pedían más implicación y mayor rendimiento. A sumar, las quejas por las ausencias continuadas de su oficina en Madrid. Pero en ningún momento pretendían tensar la cuerda para forzar las salidas. Confiaban en reconducir la situación, destacan la citadas fuentes. No deseaban verlos ejercer con otra toga.

Rivera, sin embargo, había trasmitido en su entorno que estaba más que satisfecho con su producción. No así con el cumplimiento de lo pactado. Las variables previstas, el compromiso de cesión de un 5% de las acciones de la compañía y de un 2,5% para Villegas, seguían pendientes. Eran el presidente y vicepresidente ejecutivos de una entidad, pero no les permitían tomar decisiones conforme a sus cargos. Y eso que el despacho, fundado en 1983, había añadido el apellido Rivera al original Martínez-Echevarría abogados. En esa toma y daca, una fecha: marzo de 2021. La firma admite que todos sus abogados suscriben una cláusula de no competencia para penalizar cualquier fuga. Rivera y Villegas tampoco eran la excepción. Pero disponían de una ventana de escape que podían utilizar antes de que se cumplieran los dos años de relación laboral. El despacho sospecha que manejaban otros planes y por ese motivo desencadenaron los acontecimientos posteriores.

Cuestión distinta ha sido la fórmula elegida para resolver la disputa. Desde Martínez-Echevarría insisten en que no acudieron a la prensa, es más, se “sorprendieron” al ver la noticia que publicó El Confidencial. Desde la otra parte contratante ha trascendido que enviaron un correo para comunicar la decisión de romper el vínculo, pero con la intención de acordar una fórmula con la que minimizar los daños del divorcio. Recibieron una negativa.

La respuesta de Martínez-Echevarría fue contundente. “Aunque sabíamos de su completa inexperiencia en nuestro sector a todos nos ha sorprendido su inactividad su falta de implicación, interés y su desconocimiento más elemental del funcionamiento de una organización empresarial. Nulo resultado del que muchos veníais a comentar sorprendidos”. Y añadía: “No estamos habituados en nuestra profesión a discurso vacíos, a llenas los espacios solo con palabras sin soporte real, a unas exigencias de protagonismo tan acusadas ni a unas formalidades de ensalzamiento personal que son inexistentes entre compañeros de profesión y, mucho más, entre compañeros de un mismo despacho”. Guerra total.

La pregunta es sencilla. ¿Y si conocían esas carencias por qué lo contrataron? “Se ficha porque, aunque era conocido y había estado dos años de becario en Caixa y no es suficiente, pensábamos que podía impulsar el negocio y entablar relaciones”, relatan fuentes autorizadas en las negociaciones para convencer a Rivera. “Había sido líder de Ciudadanos y casi entra en el Gobierno”, remachan estas fuentes. Un burofax fue la respuesta del ex dirigente político a la nota pública de Martínez-Echevarría. En la mesa, una posible indemnización de un millón de euros por “daños morales”. Además de la reclamación millonaria por la vía judicial para percibir íntegramente su contrato hasta su prevista finalización en 2025. El despacho replica que no llegará a ningún acuerdo porque entiende que ha cumplido sobradamente.

¿Cuánto ingresaba Rivera? “Desde luego no percibía un sueldo de abogado junior sino el de un profesional que ha sido líder de un partido y que aspiraba a la presidencia del Gobierno”, justifican fuentes próximas al gabinete malagueño. “Mucho menos de un millón de euros”, concluyen. Varios profesionales consultados por este periódico coinciden en señalar que el fichaje de un socio en las condiciones de Rivera, en los principales bufetes asentados en la capital de España, supone un suelo de unos 400.000 euros. Lo que sí espera el despacho malagueño es que Rivera conduzca la discusión hacia los tribunales y abandone los medios. Los principales socios del bufete han mantenido una reunión en las últimas horas. Tratan ahora de evitar más capítulos a esta serie, conscientes de la dimensión que ha alcanzado el conflicto. Es el argumento ofrecido a este periódico por Vicente Morató, el CEO de la firma, para declinar realizar declaraciones. El despacho cuenta con 252 trabajadores y veinte sedes en España, Portugal y Turquía. Morató es cónsul del país otomano en Málaga. Él fue el quien cerró la incorporación de Rivera, después de que el entonces político dimitiera de todos sus cargos tras llevar a la formación naranja de 57 diputados a 10, tras las elecciones generales de noviembre de 2019.

Hay antecedentes cercanos en la búsqueda de fichajes estrella del mundo de la política para los gabinetes. Ahí están los casos de la ex vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y Dolores de Cospedal. “El crecimiento económico se da con la confianza en las empresas y las personas. La captación del negocio desde un político no ha llegado nunca lejos”, reflexiona un socio con varias décadas en un despacho nacional. Martínez-Echevarría está considerada en su ámbito como una sociedad con un modelo de contratación agresivo para conseguir su expansión. Sonado también ha sido algún divorcio con letrados de renombre que vieron defraudadas sus expectativas iniciales. Pero, en esos casos, el altavoz no traspasaba la frontera jurídico. Ahora el pleito le enfrenta al mediático Albert Rivera y el ex político planteará su demanda contra un bufete que aún luce su apellido.

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