La aldea roja sin pócima mágica
La resistencia a las políticas de la derecha cimenta el primer año de la coalición PSOE-IU en la Junta, ineficaz en fórmulas contra el paro y el desapego que causan escándalos como los ERE
La resistencia no es fácil, aseguran desde el Gobierno andaluz advertido por el escaso calado de sus medidas en el primer año de coalición PSOE-IU. Pese a la intensidad en ofrecer un discurso alternativo al imperante seguido por el PP en el Gobierno central, la mayoría de las comunidades y buena parte de las grandes ciudades, el balance del estreno de la Galia roja es pobre, con un acuerdo programático expectante, el agravamiento del mayor problema de la comunidad (el paro) y una atmósfera de corrupción heredada por el caso de los ERE que tambalea los cimientos de un pacto sin fisuras hasta la fecha.
Quizá lo más destacable en el primer año es la estabilidad entre socialistas y comunistas en el Gobierno presidido por José Antonio Griñán, que intenta construir su modelo en oposición a las duras medidas del Gobierno de Rajoy.
La confrontación con un Gobierno del PP siempre le ha venido bien al PSOE en Andalucía, pensaba Chaves. El Ejecutivo de Griñán secunda este enfrentamiento revistiéndolo con un tinte ideológico y se encuentra enfrente a un Gobierno que no rehuye la disputa, al contrario. En cinco ocasiones ha recurrido la Junta ante el Tribunal Constitucional: decreto de medidas sanitarias con el copago a inmigrantes, decreto ley de educación con el aumento de la ratio de alumnos, decreto ley de horarios comerciales, ley de tasas jurídicas y, el martes, medidas sobre energías renovables. Y otras cinco veces ha recurrido el Gobierno contra la Junta: ley electoral contra la incompatibilidad de alcaldes y diputados, las oposiciones de 2.389 plazas para profesores de Infantil y Primaria y tres veces contra la subasta de medicamentos.
La confrontación está abonada en todos los terrenos. Ha habido conflicto por la reforma laboral, la transferencia para políticas activas de empleo, recortes en dependencia y servicios sociales, mantenimiento de los contenidos de Educación para la Ciudadanía, retirada de conciertos a colegios que segreguen por sexo, tasas y becas universitarias, el copago a los pensionistas y la ley de reforma local que aventura otro recurso al TC.
La única dosis de consenso llega del plano financiero, ante las exigencias de Bruselas. A pesar de que la Junta cifra en 5.000 millones los recursos perdidos desde que gobierna Rajoy y otros 840 por ingresos, ha encontrado instrumentos (plan de proveedores, Fondo de Liquidez Autonómica...) para mejorar su salud financiera y una reciente comprensión en cuanto a la relajación del déficit y la revisión del modelo de financiación autonómica.
Alejado el fantasma de la intervención, Martínez Aguayo tiene una relación más fluida con Cristóbal Montoro que la que tuvo con la socialista Elena Salgado. Sáenz de Santamaría y Susana Díaz propiciaron que Andalucía no se quedase sin Presupuesto. Griñán habla de lealtad y mira para otro lado cuando Valderas habla de insumisión ante el corsé de la troika.
Griñán pilota en Andalucía, pero se ha visto seducido por los cantos de sirena que le llaman a ser oposición en Madrid ante la debilidad de Alfredo Pérez Rubalcaba.
El dirigente socialista ha obtenido logros como introducir el debate sobre el modelo federal, pero naufraga en su intención de situar a Andalucía como policía de Cataluña en sus negociaciones bilaterales con el Gobierno. No encuentra eco más allá de Despeñaperros.
Con la vista puesta en Madrid, y ante la escasez de recursos para hacer grandes proyectos, la agenda autonómica se ha visto reducida a una provechosa ocurrencia denominada Pacto por Andalucía, que rellena el calendario y cuenta con una estudiada proyección por sectores y provincias, como una muñeca rusa. Además cuenta con la virtud de que ha desorientado al PP andaluz, perdido tras la marcha de Javier Arenas y el relevo de Juan Ignacio Zoido, que es y parece nuevo cuando se le plantean funambulismos.
Esta semana la Junta firmó el acuerdo por el empleo con la patronal y UGT y CCOO, y pareció que el PP se ausentó cuando no fue ni invitado. Un pacto económico sin medidas ni dotación presupuestaria que es el núcleo de otro pacto sin fecha y que encabezará el resumen de la acción de gobierno en el balance que el Consejo de Gobierno conocerá este martes.
Lo demás procede de la agenda de IU. Más allá de la anécdota del socialismo bolivariano y de los megáfonos, se ha hablado de un banco de tierras, de una red de solidaridad alimentaria, de consultas ciudadanas, de memoria democrática, de desahucios, de un toque a la banca o de una ley de participación. Y ambos (PSOE e IU) elogian que han eludido las privatizaciones y los recortes "masivos" de empleo (en empresas públicas), aunque hayan metido la tijera como todos en servicios públicos esenciales.
Y orbitando sobre la acción de gobierno, los ERE, sin que una anunciada ley de transparencia minore la sensación de los ciudadanos de que llega tarde. Porque el desencanto ciudadano encuentra razones en el fiasco de una comisión de investigación que fue una pantomima.
Las prácticas de más de 30 años de gobierno son una rémora para el equipo de Griñán de la que no ha sabido desprenderse y que amenaza con contagiar a IU, en la que ya aparecen voces preguntándose qué hace en ese pacto mientras caen a plomo las investigaciones de la juez Alaya.
Mientras tanto, los gobernantes de la aldea roja resisten a la espera de una pócima mágica que revitalice Andalucía.
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