El sector citrícola reclama estabilidad y precios justos

Foro-coloquio | ’La Noche de los Cítricos’

Grupo Joly y Cajamar organizan la Noche de los Cítricos, un encuentro clave que retrató una campaña marcada por la falta de fruta y un sector preocupado por la creciente incertidumbre

29 de noviembre 2025 - 05:00

La Noche de los Cítricos, celebrada el pasado jueves 27 de noviembre en el Hotel Zenit Sevilla, reunió a buena parte de la cadena citrícola andaluza para poner en común una campaña tan corta como compleja: precios hundidos, escasez de fruta, falta de mano de obra, presión de las importaciones y un consumo que no termina de reaccionar. Bajo la moderación de Alberto Grimaldi, subdirector de Diario de Sevilla, productores, industria, comercializadoras, entidades financieras y expertos coincidieron en que la naranja y la mandarina viven uno de sus momentos más delicados, pero también en que el sector tiene margen para reaccionar si es capaz de ordenar los precios, ganar eficiencia en agua y trabajo, y reconectar con el consumidor.

“La lucha biológica necesita del agricultor porque hay que cambiar como se cultiva”

La mesa estuvo integrada por Carlos Bueno, Director Comercial Cítricos de Onubafruit; Gonzalo Rodríguez, Director de Zona Cajamar; Macarena Siles, Directora de Oficina Cajamar; Javier López, Director Gerente de SAT FOASAT; Javier Carmona, Director de Comunicación y Marketing de El Bollo; Andrés Calvo, CEO de Naturesa; Sergio Sánchez, Director Comercial España de Agrobio; Cristina Dasi, Técnico Comercial de Agrobio; Cristóbal Pérezm Responsable de Compras de J García Carrión; José Ramón Paramio, de Calderón y Navarro; Pastora Blasco, Directora de Negocio de Krata; José Manuel Borrás, Doctor en Economía de la Universidad de Sevilla; David Gavira, CEO de Hermanos Gavira SL; Javier López, Vicepresidente de Andalcitrus; y Alejandro Trigo, Gerente de Natural Crops.

Una campaña con precios hundidos y muy poca fruta

El debate se abrió con el asunto que todos tienen en la cabeza: los precios y la situación real del mercado en fresco y en industria. Varios de los intervinientes coincidieron en que se está “sufriendo ahora mismo el tema de los precios”, con cotizaciones de los cítricos “hundidas” y una salida de la fruta “muy, muy, muy despacio”.

Se puso sobre la mesa una paradoja difícil de gestionar: en algunos momentos se han llegado a cobrar hasta 1,20 euros por kilo de naranja cargada en camión, pero ese precio no ha ido acompañado de un ritmo de ventas fluido. El resultado es una sensación de parálisis, con fruta que cuesta sacar y mucha incertidumbre a la hora de planificar.

A esa tensión comercial se suma un factor agronómico clave: la campaña viene corta. En el coloquio se habló de “muy poca producción”, hasta el punto de que se habló de un 30% menos que en un año normal, con rendimientos que se situarían en torno a 15.000–20.000 kilos por hectárea en algunos casos. Esa falta de cosecha tiene una consecuencia inmediata: “no tenemos frutas para industria”, subrayando que este año la prioridad ha sido abastecer el mercado en fresco y que la industria ha quedado, en muchos casos, desatendida por pura falta de volumen.

Varios participantes insistieron en que centrarse únicamente en el precio por kilo desvirtúa la realidad del campo. Este año, en origen, “el precio puede ser el doble que en otras campañas”, pero, aun así, “va a ser más deficitario para el productor” por la caída de la productividad y el incremento de los costes. Sin kilos, el precio aparente poco tiene que ver con la rentabilidad real de la explotación.

Industria, zumo y un nuevo modelo para la naranja

En ese contexto, el papel de la industria del zumo ocupó buena parte del debate. Históricamente, el zumo ha funcionado como “una vía de escape para el fresco”: cuando los precios de la naranja de mesa se hunden, el destrío del almacén —fruta pequeña, grande o con defectos— se deriva a la industria para evitar pérdidas mayores. No obstante, ese modelo tiene importantes limitaciones.

En la Noche de los Cítricos, Cristóbal Pérez, responsable de Compras de J. García Carrión, puso de manifiesto el modelo de cultivo de naranja para industria a través de acuerdos a largo plazo con precios pactados, con rentabilidad asegurada para el agricultor y con proyección de futuro. Recordó que se viene de un modelo de suministro de naranja a la industria basado en los descartes de fruta no comercializable en los mercados de fresco, y que eso tiene consecuencias negativas muy claras: años con falta de naranja y otros con exceso de oferta, con precios que se disparan o se hunden, arruinando a una parte u otra de la cadena. Frente a ese esquema, explicó que desde García Carrión llevan más de 20 años apostando por la producción específica de naranja para industria, dando soporte, seguridad, rentabilidad y futuro al agricultor a través de contratos estables y programas de suministro a largo plazo.

“El absentismo de los trabajadores se ha convertido en un problema enorme”

En el coloquio se puso como ejemplo la situación del limón: dentro del conjunto de los cítricos, la industria está pagando por el limón “un precio fuera de lo normal”, muy por encima de campañas anteriores, al tiempo que el producto se paga bien en mesa y mantiene una calidad elevada. El resultado es que “no está llegando tanto a la industria porque hay un precio bueno en fresco”. Una situación que evidencia, una vez más, la fragilidad del modelo basado en excedentes: cuando el mercado de mesa absorbe bien, la industria se queda sin materia prima.

Un instante del debate moderado por Alberto Grimaldi.
Un instante del debate moderado por Alberto Grimaldi. / JUAN CARLOS VÁZQUEZ
“Hay que seguir trabajando, yo sí creo que la naranja tiene futuro”

En el caso de la naranja para zumo, se comentaron también precios de 0,25 euros por kilo “sobre camión”, que, en términos industriales, “no es un mal precio” siempre que se encaje con el coste real del productor. La clave, insistió uno de los intervinientes, no es tanto el número aislado como la estructura: años a 0,35 y otros a 0,03, campañas de 0,10–0,15 céntimos que arruinan a la agricultura y otras de 0,40 que asfixian a la industria. De ahí la insistencia en “estructurar la formación de precios” y dejar de funcionar solo como “mero regulador” del mercado de fresco.

Mandarina: exceso de oferta, hundimiento de precios y paradojas

Si la situación de la naranja es complicada, el mercado de la mandarina ha sufrido una auténtica montaña rusa. Se relató cómo la campaña comenzó con “expectativas enormes” y “precios altísimos”, con operaciones cerradas por adelantado en torno a 0,70 euros, para después “irse hundiendo y hundiendo” hasta el punto de que oferta cerrada a ese precio se intentaba recomprar a 0,20… y, aun así, “no se vende”. Se habló de fruta que literalmente “no la quiere nadie”: ni siquiera regalándola, algunos productores encontraban salida. La consecuencia ha sido un desvío masivo a la industria, sobre todo en la mandarina temprana, que este año ha llegado “muy pronto” a las fábricas por la imposibilidad de colocarla con valor en fresco.

Al mismo tiempo, se apuntó una paradoja que desconcierta al sector: dos mandarinas o clementinas en el mercado, una que “no la quiere ni el matadero” y otra, una nueva variedad, que “la están buscando” y “cotiza a un precio muy alto”. Una muestra de que el comportamiento del consumidor, la imagen de cada variedad y los problemas concretos de la campaña (lluvias, momentos de cosecha, calidad final) pueden hundir una parte del mercado mientras otra se sostiene.

Varios participantes coincidieron en que existe “un exceso de variedad que no hemos tenido nunca” y que el consumidor medio no distingue entre ellas. Se puso el ejemplo de alguien que compra mandarinas sin saber si son nova, oronules o cualquier otra variedad: “no creo que entre diez mil consumidores haya uno que las distinga”. Esa proliferación de variedades, sumada a la continua volatilidad de precios, complica la planificación de las plantaciones y la comercialización.

Consumo, hábitos y formatos: la naranja que nadie pela

Otro de los grandes bloques de la Noche de los Cítricos fue el del consumo. Se pusieron cifras sobre la mesa que invitan a la preocupación: en los últimos años, el peso de la naranja dentro del conjunto de frutas consumidas en los hogares españoles habría pasado de alrededor del 13% a apenas un 8,5%. Esa caída, insistieron, “se carga” una parte muy importante del consumo total de fruta, porque la naranja históricamente suponía una fracción muy relevante de la cesta. En cambio, el consumo de fruta en general sí crece en valor, con más frecuencia de compra y cestas más pequeñas, mientras que los cítricos no están sabiendo “capitalizar” ese tirón. La mandarina se mantiene mejor, pero la naranja de mesa es la gran perjudicada.

¿Las razones? Se apuntaron varias: cambios de uso y de hábitos en el hogar, competencia de una oferta “brutal” de otras frutas —incluidas importaciones lejanas— y, sobre todo, una barrera muy simple: “nadie pela una naranja en su casa; todo el mundo se hace un zumo”. Se insistió en que, aunque las máquinas domésticas lo facilitan, la realidad es que la naranja compite con formatos mucho más cómodos y listos para consumir.

Varios invitados plantearon que el sector debe “centrarse muy seriamente en cómo mejorar el consumo”, con más promoción “para este país y para cualquier lado” y repensando los formatos. El zumo tiene un camino evidente, pero se habló también de la posibilidad de formatos más fáciles de comer: segmentos pelados, bandejas de naranja lista para consumir, etc.

Sin embargo, quienes conocen de cerca el negocio de la fruta cortada recordaron sus límites. La piel sigue siendo “el mejor envase”, y en cuanto se pela una fruta empieza a perder propiedades. Por eso, en ese segmento destacan sobre todo la piña y los frutos rojos, mientras que los cítricos apenas tienen peso. Además, la vida útil es corta, el coste de manipulación es muy alto y, en el canal doméstico, comprar “una naranja pelada en un envase de plástico” sigue generando rechazo en parte de los consumidores.

Cajamar trabaja desde tres pilares. Financiación. Transferencia de conocimiento. Sostenibilidad.
Cajamar trabaja desde tres pilares. Financiación. Transferencia de conocimiento. Sostenibilidad. / JUAN CARLOS VÁZQUEZ

La administración, la ley de la cadena y el papel de la banca

Sobre la administración pública planeó un cierto desencanto. Se afirmó que “el poder político tiene que estar al servicio de la ciudadanía y es la ciudadanía la que está al servicio del poder político”, y se citó como ejemplo la lentitud de algunos procedimientos, como los cambios de uso en explotaciones que pueden tardar año y medio o dos años, con implicaciones directas en la PAC y en las inversiones del agricultor.

También se habló de la Ley de la Cadena Alimentaria. Se reconocieron dos avances importantes: la obligación de formalizar contratos por escrito antes de la recolección y el límite de 30 días de plazo de pago en productos perecederos. Sin embargo, se cuestionó la aplicación práctica del principio de no vender por debajo de costes de producción, al ser muy difícil fijar qué coste se toma como referencia. En el lado financiero, representantes de Cajamar recordaron su implicación en la modernización del regadío, la financiación de canalizaciones subterráneas y proyectos de eficiencia, así como en la generación y transferencia de conocimiento a través de sus estaciones experimentales, estudios agroalimentarios y servicios de asesoramiento. La entidad se reivindicó como aliada del sector en tres pilares: financiación, conocimiento y sostenibilidad.

Un sector con problemas… y futuro

Entre las intervenciones finales, se repitieron dos ideas: la necesidad de unidad —“debemos seguir todos juntos, porque separados perdemos fuerza”— y la conveniencia de empezar a contar al consumidor lo que realmente hay detrás de una naranja o una mandarina: esfuerzo, inversión, tecnología y empleo.

Cristóbal Pérez lo resumió con una frase que sirvió de cierre optimista a la velada: “Hay que seguir trabajando; yo creo que la naranja tiene futuro”. Y en Sevilla, por una noche, el sector citrícola demostró que, a pesar de las dificultades, no está dispuesto a renunciar a él.

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