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Nacho Vigalondo. Cineasta

"Quiero que la gente vuelva a tener miedo de estar delante de una cámara"

  • El realizador presenta su tercer largometraje, 'Open Windows', un 'thriller' informático que protagonizan Elijah Wood y Sasha Grey.

Nacho Vigalondo (Cabezón de la Sal, Cantabria, 1977) es el hombre que puso cara al nuevo cine español cuando su corto 7:35 de la mañana fue nominado al Oscar en 2004. Su primer largometraje, Los cronocrímenes (2008), adquirió tras su estreno la categoría de filme de culto. Y aunque su proyección es notoria, su verdadero salto a la arena internacional llega con Open Windows, en la que Elijah Wood interpreta a un tipo que, tras ganar una cena con una famosa actriz en un concurso organizado por una página web, termina metido en una pesadilla virtual.

-¿Ha sido Open Windows su película más difícil, aunque sea a cuenta de su presupuesto?

-Bueno, no creas que el presupuesto es mucho mayor que el de Los cronocrímenes. Pero sí, ha sido una película muy difícil desde la misma escritura del guión. Habitualmente, cuando escribes un guión no es necesario detallar dónde pones la cámara en cada plano. Generalmente se deja ese trabajo para más adelante. Pero aquí tenía que estar todo bien claro desde el principio. Es cierto que todos los rodajes tienen un componente logístico, aunque sea mínimo. Pero el de Open Windows ha sido ciertamente agotador.

-¿Y con el reparto?

-El trabajo con los actores ha sido también muy complejo. La principal dificultad estribaba en que los personajes pudieran respirar lo suficiente en un clima que se hace cada vez más asfixiante. Y lograrlo ha requerido mucha dedicación.

-¿Hay en Open Windows alguna advertencia a una sociedad cada vez más definida por lo que enseña de sí misma en las pantallas?

-No soy muy amigo de hacer películas que contengan lecciones morales. Me interesa presentar trabajos más polivalentes. Tal vez en Open Windows alguien pueda encontrar una advertencia, pero también otras cosas. Lo que sí me he propuesto con esta película es que la gente vuelva a tener miedo de estar delante de una cámara. No hace muchos años, cuando ocurrió el éxito de Gran Hermano, se lanzaron no pocas distopías respecto a un futuro en el que las personas iban a estar permanente vigiladas por cámaras, incluso en su intimidad. Pasado el tiempo, hemos demostrado que aquella alarma era falsa y que en el fondo nos da igual tener una cámara delante. Pues bien, mi intención es que a quien vea la película no vuelva a darle igual sentirse observado.

-¿Ha sido la premisa del thriller importante durante el proceso, o ha abordado el género de manera más flexible?

-Creo que los géneros son útiles para que todos, cuando nos sentamos a ver una película, identifiquemos las normas del juego. Pero lo que más me gusta es romper esas reglas después. Y eso vuelve a ocurrir en Open Windows.

-¿Alguna vez llegó a pesar durante el rodaje la evidencia de que, de entrada, ésta iba a ser su película más vista?

-No, he procurado mantenerme alejado de eso. Si te digo la verdad, la importancia del público es para mí cada vez más relativa, sobre todo porque ya resulta muy difícil definir el público, cuantificarlo. Son tantas las plataformas y tantos los medios a los que un espectador puede acudir para ver una película, que lo mejor es no intentar controlarlo. Por eso, lo que ocurra el primer fin de semana después del estreno tampoco es muy representativo de todo lo que pueda suceder después.

-El Gobierno acaba de proponer una nueva reforma fiscal que mantiene el IVA cultural al 21% y en la que los incentivos al cine no son los esperados. ¿Qué lectura hace de la maniobra?

-La verdad es que he estado tan liado con la promoción de la película que no he tenido tiempo de ponerme al día en esta cuestión. Sí he leído algunos artículos de productores y cineastas y, por lo general, el enfado es mayúsculo. Los que nos dedicamos al cine trabajamos con una presión importante por parte del Gobierno, y, sea cual sea la versión del asunto, la situación debería mejorar pronto.

-Juan Antonio Bayona advirtió en Twitter de que, con estas condiciones, tendrá que olvidarse de rodar en España la segunda parte de Guerra Mundial Z. ¿Al final le será más rentable al cine español rodar fuera de España, al menos para hacer ciertas películas?

-Sí, puede ser. Pero creo que quienes más sufren las consecuencias son quienes trabajan para hacer aquí un cine independiente, menos promocionado, que es el que corre un verdadero peligro. De todas formas, no creas que siempre es agradable ir a rodar fuera. Yo detesto rodar en inglés.

-Pues para 2016 está previsto el estreno de Supercrooks, la adaptación del cómic de Mark Millar con producción estadounidense. ¿Qué puede contar al respecto?

-Supercrooks es un proyecto de película de estudio. Es cierto que el estreno está ya previsto y que hay cosas avanzadas, pero los trabajos de estudio no me generan mucha confianza, sencillamente porque cualquier día, de buenas a primeras, se puede venir todo abajo. Así que tengo ya escrita otra película más modesta, por si acaso, y creo que de hecho la terminaré rodando y estrenando antes.

-¿En qué medida la industria del cine español, si es que existe, puede compararse a la del cómic, con sus virtudes y defectos?

-En ambos casos podríamos hacer una definición de industria como capacidad de creación. El problema es que, en el cine, al hablar de industria, el referente termina siendo siempre EEUU, pero lo cierto es que ninguna industria europea puede compararse con eso, aunque sea por una cuestión demográfica. Ahora bien, si comparamos la capacidad de creación en España tanto del cómic como del cine con la de otros países de Europa, no salimos tan mal parados. Lo que más espero como director es que en España se normalice el consumo en Internet, porque así se podría sostener un cine más pequeño, más artesano y de mucho talento, que sin ese recurso está condenado a desaparecer.

-¿Aplicó algo de su experiencia como guionista de Gran Hermano a Open Windows?

-Mi trabajo en Gran Hermano resultó interesante porque consistía en escribir guiones al revés. Siempre que uno escribe un guión parte de la nada, pero ahí tenía que hacerlo desde un material abundante. Es verdad que, en cuanto a autoría, la experiencia no fue precisamente estimulante. En Muchachada Nui, por ejemplo,sí tuve libertad absoluta para hacer lo que quisiera, y claro, así se disfruta mucho más. Pero cada trabajo te aporta un aprendizaje concreto, y sí, es interesante echar mano de él cuando afrontas retos distintos.

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