Crítica 'Todo saldrá bien'

Las hermanas imposibles

todo saldrá bien. Drama, España, 2016, 90 min. Dirección y guion: Jesús Ponce. Fotografía: David Barrio. Música: Juan Cantón. Intérpretes: Isabel Ampudia, Mercedes Hoyos, Víctor Clavijo.

Hace diez años que Jesús Ponce se daba a conocer en el ámbito cinematográfico con un debut, 15 días contigo, que se asimiló al nuevo cine andaluz surgido al rebufo del éxito de Solas y los primeros largos de la Generación Cinexín a la que pertenecen Rodríguez, Amodeo, Baños, Diego y otros cineastas nacidos a comienzos de los setenta y salidos del entorno de la Facultad de Ciencias de la Información de Sevilla.

Aquella película se inscribía en un registro de realismo social y formas discretas que reaparecía también en la fallida comedia juvenil Déjate caer, y en el que vuelve a insistir, ahora si cabe de manera más limitada, en este cuatro largo que depura su dramaturgia hasta dejarla casi en el hueso, con dos únicos personajes y una casa rural como escenario para un particular duelo emocional entre dos hermanas de mediana edad reunidas después de mucho tiempo a propósito de la enfermedad terminal de la madre.

A Isabel Ampudia y Mercedes Hoyos les toca el difícil reto de encarnarlas sin maquillaje y a pleno pulmón, difícil en tanto que el texto de Ponce deja ver demasiado sus costuras sobrescritas y sobredialogadas y unos ingenuos apuntes de denuncia social (sobre el sistema sanitario, las condiciones laborables o las ayudas a la dependencia), insuficiente red de seguridad para camuflar las evidentes limitaciones de la producción (la fotografía de la copia de exhibición es realmente horrible) en un esquema teatral bastante estancado en el que los más entusiastas querrán ver aires lorquianos.

Pero mucho me temo que ni una ni otra escapan del amaneramiento más insufrible e impostado dentro del registro solicitado. Es a Ponce a quien hay que responsabilizar en última instancia de ese tono, de la deriva explícita y previsible de su historia, de ciertos problemas de credibilidad y de una puesta en escena plana que apenas se acuerda de las posibilidades de la cámara o el montaje hasta la catártica escena final en el cuarto de baño. Para entonces hace ya tiempo que algunos hemos desfallecido en el intento de compartir alguna emoción auténtica con estas dos hermanas y su desgarrador drama casero.

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