'ALPHA' | CRÍTICA

La prehistoria gafada en el cine

Kodi Smit-McPhee, en una escena de 'Alpha'.

Kodi Smit-McPhee, en una escena de 'Alpha'.

En nuestra memoria remota cinematográfica de la prehistoria está Hace un millón de años (1966) con una Raquel Welch representando un salto asombroso en la evolución. En nuestra memoria gamberra está Cuando los hombres usaban cachiporra y con las mujeres hacían ding dong (1971). En nuestra memoria simpática está Ringo Starr interpretando El cavernícola (1981). En nuestra memoria admirativa y asombrada está el prólogo de 2001: una odisea del espacio (1968). Y por ahí andan En busca del fuego de Annaud (1981) y 10.000 de Emmerich (2007), mejor la primera que la segunda. Por este limbo de medianía anda Alpha, primera película dirigida en solitario por Albert Hughes sin su hermano Allen, con quien ha codirigido las no del todo desdeñables pero muy irregulares Dinero para quemar, Desde el infierno o El libro de Eli.

Esta historia prehistórica de supervivencia y amistad entre un hombre perdido de su tribu y un lobo perdido de su manada es, como las películas que codirigió con su hermano, tan irregular en su conjunto como interesante en algunos momentos. Lo mejor son los espectaculares paisajes y los alardes de cámara con que se muestran desde todos los ángulos -subjetivo, objetivo, terrestre, aéreo- posibles. Lo peor es el frustrado intento de crear una versión prehistórica de los relatos de Jack London sobre la amistad entre un hombre y un animal arrojados a un mundo inclemente. No es creíble por mucha buena voluntad que se ponga. No ayudan a la verosimilitud ni la torpeza de los efectos digitales, incomprensible a estas alturas, ni el aspecto y la interpretación del joven actor australiano Kodi Smit-McPhee, habitual de los X-Men, al que conocimos de niño en La carretera.

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