Cofradias

Cofradías a cuarenta grados

  • El calor deja nazarenos desmayados, cirios derretidos y el récord de vasos de agua repartidos por Emasesa.

DOS de la tarde. Un termómetro marca 30 grados en la avenida de San Francisco Javier. Está a la sombra. Al sol hace bastante más. Cuarenta marcará poco después el del Prado. El asfalto quema. Cuando se camina unos metros por él, los pies arden. Los primeros tramos del Cerro avanzan por Ramón y Cajal bajo el sol. No parece haber demasiada prisa. Cualquier persona que haya visto esta hermandad antes por esta zona, desangelada para presenciar cofradías pero ideal para quienes gustan de ver a los pasos andar de frente sin florituras, diría que el cortejo va con más parsimonia que otros años.

No hay miedo al calor. A lo lejos viene andando poderosamente el paso del Cristo del Desamparo y Abandono. Por aquí se ha visto a esta imagen chorreando, en aquellos Martes Santos lluviosos y tan distintos del de ayer. Por eso el hermano que se encarga de los monaguillos dice que sí, que hace calor, mucho calor, pero que se sobrelleva con ilusión. "De momento apenas hemos tenido incidencias, afortunadamente", dice.

En Ramón y Cajal hay un público asimétrico. En una acera da el sol y en la otra la sombra. En esta hay poco hueco. Muchos niños ven la cofradía en primera fila. Una avenida tan amplia también es ideal para quienes tienen niños pequeños. La acera del sol está vacía. Por ella sólo pasan quienes quieren ir a buscar la Virgen y algún ciclista que pedalea al borde de la deshidratación.

El asfalto echa fuego. La mayoría de los cirios se derriten por debajo. Sólo de apoyarlos acumulan pegotones de cera derretida en la base. Otros se doblan. La hermandad recomendó a los hermanos que no salieran descalzos porque el asfalto es nuevo y se esperaba que concentrara más calor aún. Hay muchos que van con calcetines, con varios pares superpuestos, pero otros han desoído los consejos y no llevan nada.

Y eso sí que, en un día como ayer, era una penitencia extrema. Uno de estos nazarenos avanza talonando, para pisar quizás con las durezas del talón más que con la planta y así notar menos la temperatura. Otro lo hace de puntillas, a saltitos, como cuando alguien camina por la playa en las horas de más calor. Cuando la cofradía se detiene, intentan no apoyar del todo el pie.

En la Facultad de Económicas llega la desbandada. Los nazarenos abandonan por un momento la fila para ir al servicio y refrescarse. Cuando se quitan los antifaces de terciopelo aparecen unas caras enrojecidas, sudorosas, que resoplan, en busca de una pizca de un inexistente aire fresco y de una sombra. Los nazarenos entran en la Universidad casi en manifestación, dejando los tramos casi abandonados.

Entran y salen a buen ritmo. A la salida de la facultad hay un puesto de avituallamiento de Emasesa. Varios trabajadores se afanan en llenar vasos de agua, que toman de la red de abastecimiento. Nazarenos, costaleros y público se sirven, para depositar luego los vasos en dos contenedores de reciclaje. "Ayer pusimos 6.000 vasos en San Gonzalo. Hoy aún no los hemos contado porque tenemos que ver cuántas cajas hemos gastado, pero estimamos que fácilmente los vamos a duplicar. Hoy hace más calor".

Los nazarenos se van reincorporando y la cofradía va acercándose al centro machacada por el sol. Los costaleros apuran unos minutos antes de colocarse de nuevo el costal, en busca de una sensación de refresco que se antoja difícil en la Semana Santa más calurosa de los últimos años. El Domingo de Ramos se registraron 77 lipotimias, el Lunes Santo el número de asistencias sanitarias creció hasta los 135, la mayoría de ellas también relacionadas por el calor. Hoy se conocerá el balance definitivo de ayer. Al paso del Cerro por la Catedral habían tenido que ser atendidos más de 30 nazarenos.

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