Un regreso un siglo después. La Hermandad de gloria de la Divina Pastora de las Almas, radicada canónicamente en el iglesia de San Antonio de Padua (calle San Vicente), podría volver a establecer su sede canónica en la cercana parroquia de San Lorenzo. Según ha podido saber este periódico, en el seno de la hermandad se baraja esta posibilidad con el fin de conseguir una revitalización de la vida de la corporación. La marcha de la comunidad franciscana del convento, en el que también reside la Hermandad del Buen Fin, ha podido ser otra de las claves que han influido para que la Pastora estudie el traslado.

Precisamente, los orígenes de la Pastora fueron en la parroquia de San Lorenzo en una predicación del padre Isidoro de Sevilla alrededor de 1730. A sus instancias se formó una congregación de niños que más tarde se convirtió en hermandad. Durante cierto tiempo funcionó también como congregación de mujeres. Primitivamente, la corporación estuvo radicada en la capilla donde se venera hoy la Virgen de la Soledad. En 1911, pasó al convento de San Antonio de Padua, reorganizándose en 1939.

La Divina Pastora presidirá en la Catedral el próximo mes de mayo el pregón de las Glorias que pronunciará el periodista Carlos Crivell Reyes. Por este motivo, se ha suspendido su procesión anual. Al parecer, incluso se ha barajado que la Virgen pudiera entrar ya en San Lorenzo tras su regreso desde la Catedral, aunque habría motivos que han retrasado el traslado a San Lorenzo para una fecha posterior.

Este cambio de sede canónica -San Lorenzo es la parroquia de la que depende San Antonio de Padua- tendría que ser aprobado por la autoridad eclesiástica, aunque parece que no habría problemas. La Pastora recibiría culto en la capilla de Santa Ana, situada junto a la capilla de la Soledad. El cambio de sede posibilitaría que la Pastora estuviera durante muchas más horas expuesta a los fieles, lo que repercutiría en una revitalización de la vida de hermandad, incluso en un aumento del número de hermanos. Sería la tercera corporación con sede canónica en San Lorenzo, donde ya residen la Soledad y el Dulce Nombre.