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La Candelaria

Savia nueva para la memoria

  • Muchos jóvenes participan en un cortejo que vincula a varias generaciones

Francisco tiene los ojos azules, el pelo rubio y dos años, los mismos que hace que se viste de nazareno en la Candelaria, como su padre, Francisco Torres Carpio, su tía Sagrario y sus primos Samuel, Amanda y Cristina, según explicaban ayer la madre del niño, Margarita, y la abuela, Sagrario, apostadas en la calle Muñoz y Pabón, hacia donde esta cofradía enfila nada más salir de la Parroquia de San Nicolás con la savia renovada de hermanos que revelan las complexiones delgadas bajo las túnicas.

La familia se traslada hasta el centro desde el Parque Alcosa y Pino Montano para revivir su memoria con una hermandad a la que está vinculada por el padre, el marido de Sagrario, "candelario desde chico, criado en Conde de Ybarra". "Yo recuerdo las noches de recogida, cuando ponían los pasos juntos y le cantaban. Mi cuñada Magdalena, portera de convento, sacaba algunas sillas fuera", cuenta Sagrario, mientras que Margarita, embarazada de 20 semanas de otro niño que se llamará Carlos, anuncia que le vestirá también.

Poco después de las seis y cuarto sale la cruz de guía, aunque los candelarios apostados en los balcones del hotel Petit Palace y la multitud agolpada en ese esbozo de plaza que es la del Cristo de la Salud deben esperar media hora antes de que los ciriales que anuncian al Cristo del mismo nombre impongan el silencio. "Vamos a repartir salud otra vez por las calles de Sevilla", arenga el capataz.

El roce de las alpargatas en la rampa que salva el desnivel en el interior puede apreciarse desde la calle, donde al poco los pliegues del vestido del Señor se aprecian violetas por momentos. La Virgen de la Candelaria se incorporó al cortejo a los sones de Campanilleros sobre las siete y media.

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