Los Servitas

Señor, ten Piedad

  • Lluvia de pétalos en Bustos Tavera y de cánticos de las hermanas de la Cruz

Los músicos de la banda municipal de Coria del Río aguardan en un lateral de la iglesia de San Marcos. La plaza ya está llena de gente. Por la calle Socorro llegan un grupo de turistas con atuendo informal y tablas de windsurf. La Piedad impresiona nada más salir. Señor, ten piedad. ¿Quién tiene piedad de él? Muerto en brazos de su madre, que parece una enfermera de Expiación, la novela de Ian Mcewan.

El padre Isaac, el cura de San Marcos que ha dirigido más de doscientas obras de teatro, incluidos Pirandello y Ionesco, y que pronto estrenará su adaptación de La venganza de don Mendo, conocerá pocas representaciones tan solemnes, tan de verdad, como ésta de los Servitas. Forma parte del cortejo del palio, que pasó por Dueñas y después entró en Santa Ángela de la Cruz. De Machado y su saeta al cantar que entró por Serrat en las procesiones al cántico celestial de estas monjas que llevan la cruz todo el año: las preside y distingue.

Hubo lluvia de pétalos para la Virgen en Bustos Tavera. Pétalos de la floristería de Marta Strohecker, que preside el Casal de Cataluña en Sevilla y se hizo sevillana en Alcosa. Marta guarda el piano de Teresa Vidal i Guardia, la joven barcelonesa que hace diez años, el Martes Santo se cumplieron, murió al caerle los cascotes del muro de un solar de Bustos Tavera.

En el bar Orfila se produce una variante sevillana del teorema de Arquímedes: se aproxima el paso de los Servitas y el mostrador se queda vacío de parroquianos. Cuando regresan los clientes, lo han ocupado los costaleros. La cuadrilla vino por Arguijo y José Gestoso para hacer el relevo.

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