Meorología

El baile de porcentajes

  • El acceso masivo a la información del tiempo que permite internet hae que las hermandades cada vez acierten más a pesar de las predicciones cambiantes.

Si hubiera sido el Martes Santo de hace quince años y no el de 2012, la lluvia habría sorprendido ayer a la mayoría de las cofradías en la calle, habría destrozado los cortejos y se habrían repetido las estampas de Cristos envueltos en plásticos y costaleros a paso de mudá buscando la iglesia más cercana. Las primeras cofradías del Martes Santo tomaron la decisión de no salir cuando no había caído ni una sola gota sobre la ciudad. Algunas hermandades, como los Estudiantes y San Benito, anunciaron que no salían con un sol casi radiante en el cielo.

Dos horas después, un intenso aguacero con todo su aparato eléctrico descargaba sobre Sevilla y daba la razón a los precavidos hermanos mayores que habían ido anunciando desde la mañana que ayer no era día para cofradías en la calle. En la Semana Santa moderna cada día pesan más los partes meteorológicos. Y lo hacen porque en los últimos años su fiabilidad ha sido máxima y, salvo en excepciones, las cofradías que se fiaron de ellos -de las predicciones oficiales, se entiende- acertaron siempre.

En la era de internet y del teléfono móvil de última generación, cualquier persona puede tener acceso a decenas de páginas web con información del tiempo. Las hay españolas y americanas y generalmente ofrecen predicciones a una semana vista. En ellas se incluyen radares de lluvia que se actualizan cada diez minutos y en las que se aprecia la evolución de las precipitaciones en unas horas. Es una predicción casi milimétrica para una ciencia que, si ya es inexacta de por sí, lo es más aún en primavera. Esta inestabilidad propia de la época se refleja en unos partes cambiantes y en una danza de porcentajes que pasan del 70% al 20% en cuestión de horas.

Este acceso masivo a la información meteorológica ha provocado que, a falta de cofradías en la calle, el tiempo sea un tema de cabecera en las charlas de los bares y cafeterías en las que los cofrades esperan noticias y hacen tiempo para visitar las iglesias y en las tertulias de las emisoras de radio y las cadenas de televisión que tienen que rellenar los huecos dejados por las hermandades que se quedaron sin salir. Chubascos, frentes, precipitaciones, nubosidad han pasado a ser palabras de dominio público y no sólo de los hombres del tiempo.

Raro es el capillita que no consulta varias veces al día las tres páginas web que se han convertido en referencia obligada en los últimos años: la oficial de la Aemet (aemet.es), la de José Antonio Maldonado (eltiempo.es) y la americana weather.com. Casi siempre coinciden en el riesgo de lluvia pero casi nunca en los porcentajes, lo que enciende más el debate capillil sobre qué página es la más fiable de las tres.

Todas lo son, pero algunas se actualizan sólo una vez al día y eso, en una ciencia tan inexacta, se paga. Así, la predicción de la Aemet marcaba ayer un 0% de riesgo de lluvia a las siete de la tarde, justo en el momento en que caían hasta granizos en algunos puntos del centro de Sevilla. Mucho más certero es el radar de lluvias, que se actualizada cada diez minutos.

La ventaja de la web de Maldonado, sevillano y cofrade de la Soledad de San Lorenzo, es que predice tres franjas horarias al día y a dos semanas vista, además de que permite conocer la evolución de la lluvia de manera muy didáctica, dibujando bolsas de agua sobre la Península Ibérica, y ofrece a los internautas la posibilidad de colgar sus fotos relacionadas con el tiempo. La americana también ofrece una predicción a diez días y en ella se puede saber el tiempo que hace en cualquier ciudad del mundo.

Por si fuera poco, está Rain Alert, una aplicación para el teléfono móvil -de descarga gratuita- que alerta de que se acerca la lluvia, la distancia a la que está y cuántos litros van a caer en el punto en que se encuentra el propietario del aparato. Ayer, cuando parecía que no iba a llover, el móvil empezó a vibrar. Llovía en Camas. Dos minutos después, diluviaba en la capital.

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