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Santa Cruz

La difícil tarde del hombre de la caña

  • El viento apagó una y otra vez la candelería de la Virgen de los Dolores en una salida con frío y tertulia futbolera

"Dos partidos con el campo cerrado y no se juega lo que queda contra el Bilbao". En la puerta del bar las Columnas, un joven informa a sus amigos de la decisión del comité de competición. "Lo acaba de decir la radio", dice, y se señala el auricular que tiene incrustado en el oído, para que quede claro que no es una broma. Pronto se forma el corrillo y pronto llega también la cruz de guía de Santa Cruz.

El crucero se planta a escasos metros de la tertulia futbolera. "Verás tú ahora otra vez en la Cartuja. El año pasado sacamos un punto de nueve". De fondo se oyen los gritos de los camareros de la bodega, que está a rebosar. "Dame media de tortillitaaaas". Se va formando una bulla ordenada y va llegando la gente que viene de ver Los Estudiantes por el Postigo y que se encuentra con el Cristo del Cerro por la Plaza del Triunfo. Pero no hay apreturas. La masa opta por dirigirse a la Alfalfa y la Cuesta del Rosario.

La cruz no avanza. Al paso del Cristo de las Misericordias se le ha roto una de las tulipas de los candelabros de guardabrisas. Pero como las cofradías suelen ser un ejemplo de previsión la cosa se arregla en diez minutos. El tío de la escalera se sube al paso, retira la pieza rota y le coloca otra de repuesto.

Venga de frente otra vez. En Mateos Gago le hacen fotos al crucificado de las Misericordias una niña alemana y su madre. La cámara es de carrete, de esas pequeñas con el flash automático, de las que ya no se ven ante el avance imparable de la tecnología digital y que pronto serán piezas de museo. Pero para la niña es un tesoro y se gasta el carrete entero en tirarle fotos a un nazareno con cirio rojo.

Las alemanas son las únicas que no tienen frío. El viento que corre por Mateos Gago hacia abajo provoca que la gente eche mano del chaleco que lleva atado a la cintura. "Ofú, que como siga esto así la Madrugá va a ser peor que la del año pasado", dice una chica. "Bueno, mientras no llueva, que haga frío", responde su amiga. Una mujer se maquilla con un espejito de mano sentada en el bordillo. Un músico rezagado cruza la cofradía con el saxofón al hombro.

Aparece a lo lejos el palio de la Virgen de los Dolores con toda la candelería apagada. El viento ha estropeado el trabajo del hombre de la caña. Y eso que lo intenta cada vez que se para el paso. Enciende tres, cuatro, cinco velas. Las llamas aguantan unos segundos, titilan y resisten hasta que el paso se levanta y el arreón de los costaleros las vuelven a apagar. Vaya tarde para encender velas.

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