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Cómics

Agridulce

  • El protagonista de este cómic se embarcará en la búsqueda de una perdida, y deseada, misiva

Detalle de la ilustración de portada.

Detalle de la ilustración de portada.

El joven Yodo Sea vive en un entorno paradisiaco, solamente acompañado por su fiel amigo Peli, un ave que siempre responde con términos afirmativos.

Pero hay algo, un hecho que le perturba. La ausencia de su madre, una famosa aviadora y aventurera que hace tiempo agarró los controles de su aeroplano y se marchó, dejando al muchacho solo, ya que la relación que éste tiene con su otro progenitor, Salin, es todo menos buena.

Mas no adelantemos acontecimientos, ya que la principal preocupación del inocente Yodo es recibir una carta en la que su madre le cuente dónde está y cómo se encuentra, y es por ello que decide viajar a la ciudad, a Sunville, para informarse en la oficina de correos.

Y es justo aquí cuando el azar pone en su camino a un personaje que va a ser muy importante, vital diría yo, en la trama. Se trata de una chica llamada, o eso dice ella, Hermanita. Su misteriosa misión consiste en entregar un maletín en la ciudad, así que Yodo le va a servir de chófer para llegar al lugar.

Una vez allí vamos a ver que este es, en principio, un mundo bastante diferente al nuestro, ya que gracias a la tecnología creada Salin Sea, el padre de Yodo y científico de fama, los peces pueden vivir con total normalidad fuera del medio acuático, formando una comunidad de lo más curiosa y variopinta.

Aunque si hemos de utilizar estos calificativos, al que mejor le vendrían es a otro de los protagonistas de esta historia, el agente de policía Cipri, un tipo que pese a que lo intenta, siempre mete la pata, y que se va a convertir en involuntario acompañante de Yodo y Herm… digo Rebecca en sus múltiples peripecias.

Persecuciones, mafias locales, infiltrados… Toda la primera parte de este cómic tiene un ritmo que nos agarra desde la primera página, llevándonos de la mano a través de las diferentes situaciones con las que se encuentran los protagonistas, entre los que terminará naciendo la amistad.

Pero si he elegido el calificativo agridulce para encabezar esta reseña es por algo, y aunque mi intención no es destriparos el final, la verdad que se oculta tras la búsqueda de esa deseada carta no es lo que esperamos en un principio debido al tono del argumento.

Y es que el autor de esta historia, Jim Bishop, tiene la habilidad que presentarnos a unos personajes muy atractivos, cuyas aventuras nos van a divertir, a veces por lo surreal de algunas situaciones, sobre todo las protagonizadas por el agente de la ley pescado, pero que en realidad nos presenta a un protagonista, Yodo, que ha decidido no crecer, huir de la verdad para no asumir lo que realmente le ha pasado.

El estilo gráfico de Jim Bishop tiene una fortísima influencia del manga japonés, llevando a las viñetas un mundo totalmente fantástico, muy colorido, pero en la tramoya de este universo se esconde la melancolía, la tristeza que nos va a embargar cuando conozcamos el destino de alguno de sus personajes, que nos va a golpear sin piedad.

Vivir agarrado a la inocencia nos puede librar de los inevitables golpes que la vida nos tiene reservados y que, de una forma u otra, no tardarán en llegar. Y Yodo va a experimentarlo en primera persona, en esta historia en la que pese a su pátina fantástica, se hablan de temas muy importantes, algunos de ellos incluso tratados como tabú en la sociedad actual.

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