Cómic

Con amigos (y algún enemigo), sí…

  • La vida del adorable brutote de ojos azules se va a complicar algo más de lo habitual

Ilustración de portada.

Ilustración de portada.

El título de esta reseña me da pie y viene perfecta para que os hable de algo que, desde su nacimiento, ha apasionado a los lectores que disfrutan de las aventuras que publica la editorial Marvel. Y se trata de ese concepto de “universo compartido”. ¿Quién no alucinó por primera vez cuando el Trepamuros saltaba de tejado en tejado y, a lo lejos, en segundo plano, veíamos que Daredevil se percataba de su presencia?

En una ciudad superpoblada como es la Gran Manzana, la presencia superheroica es tremenda, por ello resulta casi inevitable que en algún momento estos personajes se conozcan y unan sus fuerzas para plantar cara a alguna amenaza, ya venga de la propia urbe, el espacio exterior o alguna dimensión paralela.

Y precisamente, creo que no me equivoco al recordar la serie que protagonizó un miembro de los 4 Fantásticos, donde en cada número se encontraba con un nuevo compañero de aventuras y nacía ese concepto del que os hablo, el team up.

Sí, Ben Grimm, La Cosa, tiene los teléfonos de todos, toditos, los miembros del vasto Universo Marvel, por lo que esta miniserie creada por Steve Skroce rinde un divertido y apasionante homenaje a las mil y una peripecias que el rocoso héroe ha vivido y, sobre todo, las que va a seguir protagonizando.

Todo empieza, como ya os comentaba, de la manera más apacible. Ben, Bruce Banner y Reed Richards, en el laboratorio de éste último, desayunando y haciendo unos ajustes técnicos. La cosa podía haber seguido así, con largas y aburridas conversaciones sobre temas de lo más cotidiano, ¿verdad?

Pero claro, éste es un comic Marvel, y aquí lo que prima es la acción, el peligro no esperado, los mamporros y rayos, maldita sea. Así que, sin que se le invite, un tipo vestido con una armadura que os será algo conocida, aparece en escena y, de golpe y porrazo, lleva a La Cosa y Hulk (sí, el alter ego verde no tiene más remedio que hacer su aparición) a una dimensión donde, sin poder declinar la oferta, se verán convertidos en los paladines, defensores de un pueblo de curiosos seres, a los que acecha una auténtica legión de horribles criaturas…

No penséis que esta es la sinopsis completa de esta aventura. Para nada, ya que las vendas y el Betadine va a correr por litros para curar las heridas y que Ben va a compartir al lado de conocidísimas caras, creaciones de La Casa de la Ideas, como el mutante canadiense Lobezno, el místico ex cirujano Doctor Extraño, un inesperado supervillano, regente de un país, y que oculta sus facciones tras una máscara metálica (¿Hacen falta más pistas?) y, por último, el curioso narrador de toda esta historia, en la que llegará un momento que tendrá su parcela de protagonismo y, claro está, tortas, muchas tortas frente a un villano del todo inesperado, que tiene en mente un peligroso plan…

Con un virtuosismo gráfico espectacular y grandes dosis de buen humor, Steve Skroce regresa a la editorial que le dio la fama, dibujando cabeceras como X-Man, Gambito o Lobezno, para después dar el salto al mundo del celuloide, donde trabajó en producciones como Matrix, pero sin olvidar el medio que más ama, el cómic, al que ha regresado por la puerta grande en más de una recordada ocasión (Doc Frankenstein, We stand in guard, Maestros y BRZRKR).

Así que preparaos lectores, porque en cuanto abráis la primera página de este cómic sentiréis el golpe en vuestras retinas. Y es que, como no podía ser de otra manera, ha llegado ¡La hora de las tortas!

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