Cómo detectar si un alimento puede tener la bacteria que produce botulismo

El botulismo es una enfermedad causada por una bacteria, la Clostridium botulinum, que puede entrar en el organismo a través de alimentos en mal estado o heridas.

Aunque según MedlinePlus la Clostridium botulinum se "encuentra en el suelo y las aguas no tratadas de todo el mundo" y se transmite a través de esporas. En ocasiones, cuando se encuentra en "alimentos mal conservados o mal enlatados, estas esporas pueden crecer y se convierten en una toxina". Esta toxina es la que puede causar graves problemas de salud, incluso llegar a provocar la muerte.

El mayor riesgo de contraer botulismo procede del consumo de conservas caseras que se han conservado mal, aunque también su bacteria puede encontrarse en productos envasados que se compran en el supermercado. Afortunadamente existen una serie de señales que indican que un alimento podría no ser seguro para el consumo humano.

¿Qué señales pueden indicar la presencia de Clostridium botulinum?

En el caso de los alimentos enlatados, se debe evitar su consumo si la lata está hinchada. Esto puede indicar la presencia de la bacteria.

Si la lata presenta señales de óxido en los puntos de unión o está abollada, el cierre hermético de la misma puede estar comprometido, por lo que se recomienda no comer estos alimentos.

En el caso de alimentos en tarros de vidrio es importante fijarse en la tapa. Si está hinchada (se puede saber presionando la misma) puede indicar problemas en la conservación y la presencia de la bacteria, por lo que debe descartarse. También es importante que al abrir la tapa la conserva pierda el vacío y este se escuche (debe sonar un 'clac'). Lo contrario es una señal de que puede haber problemas de conservación en esa conserva, con el riesgo que conlleva.

Aunque el envase parezca en buen estado, pero la comida tenga una textura, olor o color que no corresponde, puede ser también síntoma de encontrarse contaminado por la Clostridium botulinum.

Los síntomas del botulismo pueden aparecer entre 8 y 36 horas después de haber ingerido el alimento contaminado por la toxina. Se trata de una enfermedad que no causa fiebre y que en adultos se presenta a través de problemas para respirar, tragar o hablar, visión doble, cólicos abdominales, náuseas y vómitos, además de poder sufrir debilidad con parálisis.