De libros

Amargo como el demonio

  • Sajalín rescata una obra olvidada que, casi medio siglo antes de 'The Wire', ya reflejó de manera descarnada el tráfico de drogas en Estados Unidos.

El escritor Clarence Cooper Jr.

El escritor Clarence Cooper Jr.

Si Clarence Cooper Junior (Detroit, 1934 - Nueva York, 1978) hubiera sobrevivido a la heroína, podría haber encajado perfectamente unos años después como guionista de The Wire. Lo que contó David Simon en su ya considerada mítica serie de televisión, y antes en dos novelones de no-ficción titulados Homicidio y La esquina, ya lo había hecho este autor prácticamente desconocido en una novela escrita casi medio siglo antes. En 1960, concretamente. La llamó La Escena y constituye un retrato crudo y descarnado del tráfico de drogas en Estados Unidos.

Por sus páginas pasan yonquis, camellos, capos, policías corruptos, detectives obsesionados, prostitutas, ladrones, peristas, soplones, chulos, matones, madres desesperadas, familias destrozadas, voluntarios que intentan enderezar a chicos sin futuro... Un catálogo de personajes que a todo buen aficionado al género negro, y al subgénero de la droga, les resultarán familiares. Uno de los méritos de Cooper está en que, pese a que su novela fue escrita hace casi 60 años, es tan actual como si se acabara de publicar. Sí, no hay teléfonos móviles ni ordenadores, pero si los hubiera apenas supondrían una modificación importante. Quizás los policías lo tendrían más fácil para detener a los traficantes y estos podrían distribuir con más rapidez, pero qué más da.

Si no fuera por algunas referencias a las guerras mundiales, todavía cercanas en el tiempo, cualquiera pensaría que el libro es nuevo. Lo es su edición española, claro, que llega ahora a las librerías de la mano de la editorial Sajalín, un sello que se ha especializado en la literatura criminal y que tiene en su colección Al Margen una de las mejores muestras de este género que se puede encontrar en español en la actualidad, con el gran Edward Bunker como buque insignia.

La Escena es una novela policiaca, pero también es un tratado de la drogadicción. Contiene algunos pasajes brillantes sobre las sensaciones que tienen los drogadictos, desde el momento en el que la heroína empieza a correr por sus venas, que los lleva a planear, hasta la desesperación del mono, en el que un yonqui no conoce a nadie y hace cualquier cosa para conseguir su dosis. Así describe los efectos de uno de los periodos de sequía, en los que no circula droga por el barrio: "El Pánico era esto, gente muriéndose sin ser vista, que arañaba el fondo de las ollas para lamer ese poso como azúcar con sabor amargo, gente asustada, maldiciendo el tormento desconocido de sus intestinos, los ojos aguados y trastornados, la boca enorme y salvajemente abierta".

Como le pasaba a Edward Bunker cuando escribía sobre aquella "calidez indescriptible" que le entraba cuando se metía un pico, Clarence Cooper Jr. también sabía bien de lo que hablaba. Había empezado a consumir heroína a finales de los años 50, cuando trabajaba como editor para el Chicago Messenger. En uno de los pasajes de libro, aprovecha para introducir un verdadero glosario del mundo de la droga a través de la charla que un detective veterano le imparte al novato que le acompañará en su patrullero a partir de ese momento.

"Te hago un resumen rápido, señorito diplomado. Los yonquis llaman potro a la heroína, a la cocaína la llaman merca, como mercancía. Grifa es marihuana. El equipo es el conjunto de utensilios que usan para inyectarse. La caleta es donde guardan la droga. Cuando un yonqui está frito, necesita chutarse, se encuentra endemoniadamente mal. Fije es la adicción; la idea de chutarse se les fija entre ceja y ceja. La bolsa son sus provisiones de droga. Cuando van a ligar, van a comprar droga, a pillar". Como llega a confesarle el veterano al novato, "podría pasarme el día entero" y tampoco el plan es destripar el libro.

Buena parte del éxito de esta novela se basa en los diálogos. Páginas enteras se construyen a base de diálogos, lo que dota de una gran fluidez a la lectura. En parte es una novela coral, con decenas de personajes atravesando las calles de la Escena. El título de la novela responde a una zona comprendida entre una serie de calles y avenidas de una ciudad que nunca se revela en la obra, pero que podría ser cualquier gran urbe de Estados Unidos.

Según se explica en la solapa, Cooper nunca sería capaz de superar su adicción y terminaría muriendo 18 años más tarde de la publicación de La Escena, solo y sin dinero, en un albergue de la YMCA (acrónimo de la Young Men's Christian Association, la Asociación Cristiana de Jóvenes, más famosa en España por la canción de los Village People), en la calle 23 de Nueva York. Cooper no había tenido éxito con sus libros, pese a que las críticas de La Escena fueron buenas. Publicó seis novelas más, pero ninguna tuvo una gran acogida. Aquello, y la heroína, lo fue llevando a una muerte anticipada. Sin duda David Simon se leyó este libro antes de hacer The Wire. Como la serie de televisión, y como las novelas de Bunker, La Escena es una obra extraordinaria, pero no apta para todo tipo de lectores. Absténganse los de estómago delicado. Tampoco The Wire tuvo éxito de público en sus primeros años. Es un libro duro, cuya lectura provoca una sensación similar a la que le deja la heroína en la encía al policía novato cuando tiene que probarla: "Es amarga como el demonio".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios