"Los autores que definen su época como Saramago nunca se pierden"

10 AÑOS DE LA MUERTE DEL NOBEL PORTUGUÉS

Pilar del Río, esposa de José Saramago, analiza su legado en el décimo aniversario del fallecimiento del autor de 'Ensayo sobre la ceguera'

José Saramago en 2009 durante la presentación de 'Caín' en Madrid.
José Saramago en 2009 durante la presentación de 'Caín' en Madrid. / Pierre-Philippe Marcou (Afp)
Salvador Hernández (Efe)

18 de junio 2020 - 12:19

Lanzarote/Pocos libros han sido más citados en estos meses en los que una pandemia desconocida ha puesto patas arriba al mundo entero que Ensayo sobre la ceguera de José Saramago (1922-2010). Su mujer, Pilar del Río, concede que el Nobel portugués se anticipó al "mundo inhóspito" en que vivimos, pero sin dejar de recordar su pertinaz confianza en el ser humano.

"A ver si también la confianza que él tenía en los seres humanos se cumple", desea Pilar del Río en una entrevista realizada desde Lisboa, que pide contestar por escrito, porque una afonía le dificulta hablar con soltura.

Diez años después de la muerte en Lanzarote del escritor portugués, su compañera reflexiona sobre el papel de Saramago en la literatura, sobre la conexión que estableció con César Manrique sin llegar a conocerlo, sobre hasta qué punto "Ensayo sobre la ceguera" se anticipó al caos del Covid-19... Y puestos a recomendar voces sensatas a las que escuchar faltando Saramago, no lo duda: el papa Francisco y el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.

-¿Cómo resumiría una década sin Saramago?

-No es una década sin Saramago, es una década en la que su pensamiento y obra han estado circulando por el mundo, se reeditan sus libros, han aparecido textos nuevos, sus conferencias se leen y él es citado continuamente. Basta ver artículos periodísticos, editoriales o declaraciones públicas a lo largo de este tiempo de pandemia. Ensayo sobre la ceguera, el primer libro que José Saramago escribió en Lanzarote, ha sido una referencia continua.

-Viéndolo con la perspectiva del tiempo transcurrido, ¿qué supuso su pérdida para la literatura?

-Los autores no se pierden, no los autores que definen sus épocas. Mueren las personas, claro, y eso es un dolor para sus cercanos, pero el trabajo de los escritores continúa y es ahí donde nos encontramos y los encontramos. Y José Saramago está muy presente en el relato del mundo inhóspito que nos ha tocado vivir, sus distopías avanzaron lo que está sucediendo. A ver si también la confianza que él tenía en los seres humanos se cumple...

-¿Están sólidas la huella y la obra? ¿Qué papel juega al respecto la Fundación José Saramago?

-La Fundación es una institución de ámbito cultural, con sede en Lisboa, que trabaja cada día y ha conseguido, en sus doce años de vida, formar parte del concierto mundial, es decir, estar entre las instituciones con objetivos semejantes: la salud del mundo, el cuidado del medio ambiente, también la cultura, porque somos seres de pensamiento, con memoria y con sueños. Trabajamos con esos materiales, la dignidad del planeta, tan vapuleado, la de todos y cada uno de sus habitantes, todos con derechos humanos, todos indispensables, aunque haya tantos condenados por la voracidad del sistema.

-¿Cree que alguien ha tomado el testigo de lo que representaba Saramago como conciencia crítica de la sociedad?

-Creo que cada escritor o intelectual hace lo que puede. Nadie ocupa el lugar de otro, cada uno encuentra y vive en su propio lugar. Y hay voces muy autorizadas en el mundo en estos momentos. Si quiere, y para no citarle escritores de un país u otro, le doy dos referencias mundiales, a las que se puede oír y se aprende: el papa Francisco y el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dos voces que en estos tiempos de pandemia han dicho lo más sensato y humano: que hay que atender a los afectados, a todos, que tienen que vivir y atender a sus necesidades, dijo el papa en el Domingo de Misericordia, y que éste es un problema global, que necesita soluciones globales, insiste Antonio Guterres. Dos voces éticas imprescindibles para quienes tienen oídos y pueden, y quieren, oír.

-¿No cree que, de alguna forma, durante esta pandemia, en determinados momentos, hemos vivido algunos pasajes del Ensayo sobre la ceguera?

-Absolutamente. Por eso ha sido tan citada. Un día en un pleno del Parlamento español se leyó una frase de ese libro, que algunos creadores de opinión y de crispación deberían aprender: en una epidemia no hay culpables ni responsables, somos todos víctimas.

-El pasado abril finalizaron en Lanzarote, silenciados por la pandemia, los actos conmemorativos del centenario del nacimiento de César Manrique. ¿Porque cree que Manrique y Saramago conectaron tanto?

-Conectaron sin llegar a conocerse. Porque ambos tenían como proyecto el bien común, que los seres humanos pudieran vivir con dignidad. Y porque los dos eran unos creadores grandes y generosos, dos ejemplos de vida.

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