Continúan los festejos en Argentina y las voces denunciando agravios llueven, especialmente con procedencia francesa, donde los agravios se consideran inaceptables. La forma desaforada con que los argentinos andan celebrando su tercer Mundial no cesa mientras los clubes, europeos todos, que poseen los derechos de esos campeones no ven la hora de que regresen ni en qué estado van a volver para jugar las competiciones domésticas.

Nunca unas celebraciones han dado tato que hablar y tanto que denunciar. Los gestos procaces del guardameta siguen levantando ampollas y demasiado correctamente responden desde Francia. La extraordinaria actuación del llamado Dibu, el providencial arquero criollo, no se corresponde con su actitud en estos días de vino y rosas. Bueno, ya en el mismo escenario de la final y con Mbappé muy cerca hizo varias exhibiciones de procacidad que debieran ser sancionadas.

Están durando demasiado los festejos y esta acción conlleva la consabida reacción y no sólo proceden de Francia las respuestas. Mientras esto se eterniza, los clubes propietarios esperan a ver cuándo dan por finalizada esta interminable juerga. La Liga se fía para la próxima semana y son innumerables las dudas sobre qué jugadores argentinos estarán defendiendo a su propietario a la hora de la verdad. Y nos coge demasiado cerca el problema como para pasarlo por alto.

Tal como se prevé esta resaca, en la vista de Athletic Club a Heliópolis del día 29 se da por seguro que Pezzella y Guido no serán de la partida. En el Sevilla urgen a sus argentinos a que vengan a tiempo de jugar en Vigo a las veinticuatro horas. Se desconoce de qué manera acabará todo este descalzaperros originado por un dichoso Mundial en el corazón de la temporada. Y mientras sigue el tal Dibu dando la nota en un escandaloso ejemplo de cómo jamás debe celebrarse algo.