Hugo Galera, quien el pasado viernes estuvo por espacio de cinco horas declarando en el Juzgado de Instrucción número 6 de Sevilla, se mostró ante su titular, Mercedes Alaya, como un hombre atribulado y engañado por Manuel Ruiz de Lopera, quien abusó de su marcada personalidad y, sobre todo, de su poderío económico para hacerse con el paquete mayoritario de acciones del Betis en junio de 1992.

Galera, a la sazón presidente del club, permitió que quien era su vicepresidente económico, tomase en un momento dado las riendas en el proceso de reconversión del club en sociedad anónima deportiva debido a la "presión mediática" existente, de la que se valió Lopera para entre otras cosas, "eliminar una cláusula en los contratos por la que Farusa estaba obligada a revender sus acciones a la masa social verdiblanca".

Galera también explicó a la juez que permitió la concentración de poder en manos de Lopera porque se sintió engañado por éste, quien reiteraba entonces que, "por no tener hijos, su dinero y sus acciones serían para los béticos", según se extrae literalmente de un comunicado hecho público ayer por Béticos por el Villamarín, asociación a la que pertenece el propio Galera.

El ex presidente también habló largamente con la juez del crédito del 3 de marzo de 1992, que avalaron seis directivos, entre ellos él y Lopera, y de la deuda de 300 millones de pesetas con Proinsur a cuenta de la venta del estadio que nunca llegó a efectuarse.

Galera se pregunta dónde está ese dinero, ya que si bien en su momento no pudo incluirse como deuda para rebajar los 1.175 millones de pesetas del capital social del Betis, meses después "la Liga de Fútbol profesional admitió" la propuesta en este sentido del presidente, quien se pregunta hoy cómo fue contabilizada esa cantidad. También "sospecha" que la cuenta del Banco Hispano en la que el Betis ingresó el dinero de las acciones "fue vaciada".