Gana a Cáceres; sigue sin patrón
osasuna | sevilla · a ras de hierba
El Sevilla, nuevamente sin el balón y sin agresividad arriba, se convierte en un equipo menor, que vive sólo de su orden · Trochowski quizá deba reciclarse · Se echa en falta una apuesta por un fútbol más moderno.
En una época en la que el fútbol anda en la tarea de recuperar el gusto por el balón, en ese afán tan humano de imitar lo mejor -en el caso que nos ocupa, léase Barça, lo bueno coincide con lo más bonito-, el Sevilla ha dado un peligroso paso atrás en su propuesta.
Marcelino tiene tiempo, quizá el suficiente por el margen que le otorgan los ocho puntos que luce en el casillero, así como esa engañosa etiqueta de invicto, para enmendar la plana. Pero tampoco debe gozar de inmunidad plenaria en un proyecto tan ambicioso que ya ha sufrido un cañonazo severo en Europa. El Sevilla de hogaño debe ser un equipo más moderno, más versátil. Y con una señas de identidad que vayan más allá del simple orden que mana de la añeja pizarra del asturiano.
En el Reyno de Navarra apenas existió un motivo para el optimismo. La defensa ha mejorado con Cáceres y la columna vertebral, el eje principal del equipo, debe ser el punto de partida para crecer. Para parir una propuesta más valiente. Con el uruguayo y Spahic, apenas en los compases iniciales sufrió el Sevilla los embates de Osasuna, o más bien habría que decir del atrayente Lamah.
Un futbolista ganado para la causa, el rápido, valiente y aseado pero impetuoso Cáceres, y un pilar más junto a Javi Varas y Negredo, los bastiones actuales de este Sevilla. Pero que el portero y el ariete sean hoy los baluartes del equipo es la prueba irrefutable de que el juego menudea. Una mala señal.
Marcelino se halla en plena toma de decisiones. Debe conocer a sus futbolistas. Pero, más que eso, debe conocer el Sevilla. Con todos los respetos, éste no es el Racing ni el Recre. Aquí no vale ordenarse atrás y esperar que caiga la breva, algo muy factible en una Liga donde el punto de partida presupuestario del Sevilla es superior al de esa caterva de equipos como Osasuna. En Nervión, la exigencia es mayor.
Si sabido es que no existe una apuesta decidida por el control del balón, ésta debería ser por un fútbol agresivo para tratar de robarlo en posiciones avanzadas. Al contrario, el equipo se acoquinará atrás, se acostumbrará cada día más a jugar cerca de su portero. Porque ahí sus futbolistas sí se sienten seguros al verse juntitos. Y todos los rivales no van a tener tan poca pólvora como Osasuna.
Trochowski, al igual que ayer se destapó Cáceres, está llamado a ser otro de los puntales. Pero España no es Alemania ni el Sevilla el Hamburgo. Para jugar donde él lo hace, ya estaba el díscolo Zokora, quien nunca lo hizo ahí, en su sitio. Pero el alemán es dinámico, rápido y tácticamente disciplinado. Un alemán aunque naciese en Polonia. Y con 27 años, la edad justa para dar un paso atrás y cerrar. Y que Medel se aloque. O que Fazio cambie su sinvivir ahí por su tranco y calidad técnica. O, llegado el caso de la apuesta atractiva, que Campaña tenga la pelota un segundo antes de que Rakitic use el factor sorpresa del que carece Trochowski.
Porque el Sevilla, en ataque, es encima un equipo con excesiva amplitud. Quizá por eso también el ex del Hamburgo pueda cerrar el medio. Porque su cambio de orientación es excelente.
No se trata ya del 4-3-3 o de ese 4-4-2 que no se critica por la pareja Negredo-Kanoute sino por ser, en verdad, un 4-2-4. Se trata de que los ataques sean organizados. De que exista un plan y no improvisación. Un cambio de juego de Manu del Moral, una ruptura de Fazio por la derecha, una caída al medio de Jesús Navas o una internada de Negredo por la derecha... Nada obedece a un plan concebido en el laboratorio de la carretera de Utrera.
A Marcelino le gusta el orden para robar el balón nada más perderlo y descolocar al rival. Pero esta propuesta es insuficiente.
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