Jugar con las líneas juntas es objetivo común, pero muchas veces es complicado interpretarlo. El Betis lo hizo ayer en dos versiones y ambas funcionaron. Primero, con un 4-2-3-1 valiente, con la línea de defensas lejos de Ricardo; luego, con un 5-4-1 y la zaga más cerca de Ricardo. Bajo ambos dibujos cuajó la solidez, negando los espacios a un equipo que juega con escuadra y cartabón. La mentalización de Chaparro funcionó.

Defensa

La actitud colectiva fue otra desde el pitido inicial. Salió un Betis más agresivo, con más determinación y con las líneas más juntas. La zaga dio el paso adelante y negó al rival ese juego entre líneas que tan bien saben explotar los amarillos con futbolistas tan creativos como Matías Fernández. En el medio, Rivera aportó dinamismo y Arzu sentido táctico. Capi por delante se sacrificó como acostumbra y los hombres de banda también estuvieron disciplinados a la hora de cerrar. Quedó, pues, un Betis sólido sin la pelota, lo que no es poco.

Se abrió una fisura en la zona de Babic al final de la primera parte y por allí trataron de colarse Cazorla y Mati, pero Ricardo y el poste evitaron el empate.

Ya con defensa de cinco, en la última media hora, el Betis controló la situación y ni Cani ni Pires desbrozaron caminos.

Ataque

Con la pelota, por fin supieron a qué jugar los verdiblancos. Nada de riesgos innecesarios y constantes apoyos de Edu, Xisco y Capi a los pivotes para sacar la pelota con criterio y limpieza. Rivera y Arzu tuvieron su tarde en el pase y dieron fluidez en pocos toques.

Edu, tan inteligente como siempre, dio continuidad a las jugadas desde la derecha o, ya sin Mark González, desde la izquierda.

Virtudes

Por fin un Betis sólido, competitivo y que controla la situación.

Talón de aquiles

Faltó una referencia arriba.