España-Suecia | Informe técnico

Entre Morata y quienes no se llaman Morata

  • En la primera parte, el altísimo ritmo de balón de España y la presión eficaz tras pérdida quedaron en nada por la falta de efectividad

  • Los cambios reactivaron el juego, pero alguno como el de Gerard Moreno fue tardío

  • Los jugadores de la Selección Española, uno por uno

Morata cae al suelo en su choque con el sueco Ekdal.

Morata cae al suelo en su choque con el sueco Ekdal. / José Manuel Vidal (Efe)

Orden, dinamismo, intensidad, creatividad. Virtudes que adornan a un buen equipo, como es esta selección española que dirige Luis Enrique. Una selección que hizo muchas cosas buenas ante los suecos. Cosas de la que se diluyen en las conversaciones de los aficionados que tratan de consolarse cuando el resultado no es el esperado. Porque la principal virtud, el gol, la resolución, la pólvora, no apareció ante un rival que jamás perdió la posición atrás porque arriesgó lo justo para salir de forma muy vertical y en pocos toques.

Olsen, el portero nórdico, apareció en un buen cabezazo de Dani Olmo (16’), Morata perdonó una ocasión clarísima tras un regalo del central Danielsson (38’) y de nuevo el guardameta sueco desvió el testarazo a quemarropa de Gerard Moreno en el 90 a centro de Sarabia.

La falta de continuidad en el juego también cortó el plan, tan bien encauzado en la primera mitad: tras el descanso, la intensidad con el balón y en la recuperación tras las pérdidas no fue la misma, los suecos se animaron a ganar balones divididos y ya el acoso español fue más tibio. Ahí Luis Enrique debió reaccionar antes y, sobre todo, dar más minutos al hombre que hoy atesora más pólvora en sus botas, Gerard Moreno. El catalán estuvo a punto de arreglar la noche con su testarazo, pero le salió muy centrado y Olsen sacó la pierna como pudo para repeler el cuero.

Defensa

Bajo el 4-3-3, los centrales debían tener cuidado con la salida rápida de los dos puntas suecos, Isak y Berg, que partían desde muy atrás por el repliegue intensivo del 4-4-2 de los nórdicos. En la primera mitad, el balón fue siempre de España, cuya presión tras pérdida recordó a la que ya ejecutaba tan bien el Barcelona de Luis Enrique. Sólo en un descuido atrás y una media salida de Unai Simón, Isak sacó su instinto y su elasticidad en la distancia corta para sacar un remate que salvaron Marcos Llorente y el palo. En la segunda, con el balón más dividido, Isak volvió a amenazar una vez, pero el seleccionador sueco lo sacó del campo, de forma inopinada, poco después.

Ataque

El 4-3-3 de Luis Enrique mostró laterales muy profundos con Marcos Llorente y sobre todo Jordi Alba, insistente hasta el final; extremos, Ferrán Torres y Dani Olmo, que en la primera parte potenciaron las subidas de esos laterales con su juego hacia dentro; e interiores, Koke y Pedri, muy activos y que dotaron de fluidez al juego. Pero faltó que los llegadores lo hicieran más de verdad: sólo Dani Olmo remató con peligro una vez.

¿Y Morata? Pues realizó un buen juego de espaldas, de trabajo y arrastre con los centrales suecos, pero un ariete está ante todo para hacer gol y el regalo que le cayó en las botas debió acabar en la jaula. Las entradas de Sarabia, Thiago, Oyarzabal, Gerard Moreno y Fabián procuraron un arreón final.

Virtudes

La propuesta colectiva es lúcida, esa capacidad de juego a tan alto ritmo no es moneda común.

Talón de Aquiles

Falta de continuidad tras el descanso y escasísima pólvora.

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