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De Mul y su único servicio en el Coliseum

Llegó en plena euforia sevillista, ni veinte días después de que el equipo de Juande Ramos levantara la Copa del Rey en el Santiago Bernabéu y cerrara la mejor temporada de la historia del club. El Sevilla pagó por él 5 millones de euros al Ajax, en cuya escuela se había criado como un finísimo exterior diestro, y José María del Nido lo presentó un cálido mediodía de julio junto a Keita como una gran promesa de futuro. Pero se topó con el mejor Jesús Navas y apenas jugó nueve ratos en dos años, antes de caer en una serie de lesiones que frustraron incluso sus cesiones al Genk, primero, y al Standard de Lieja, después. Pero antes de dejar el Sevilla, justo antes de su primera cesión al Genk en enero de 2009, Tom de Mul le prestó su mejor servicio al Sevilla.

De Mul participó en el único partido que ha logrado ganar el Sevilla en el Coliseum Alfonso Pérez Muñoz, el único en once visitas. El joven belga, que precisamente ayer cumplió 30 años, estaba viendo el partido desde el banquillo. Jesús Navas, como casi siempre, ocupaba la banda derecha y el Sevilla defendía el solitario 0-1 que había logrado Luis Fabiano en la primera parte, tras un extraordinario pase de Romaric, minutos después de que Palop le detuviera, a la media hora, un penalti a Granero, propiciado por una esperpéntica falta de Mosquera a Gavilán en el área. De Mul salió en el minuto 85 por Romaric y, a los cinco minutos, marcó el definitivo 0-2 para alivio de todos los sevillistas. Fue en una contra por la banda izquierda, que culminó el extremo belga, lanzado desde campo propio, batiendo con clase al meta Abbondanzieri.

Ocurrió el 16 de noviembre de 2008. Poco más haría con la camiseta del Sevilla. De Mul cumplía su segunda temporada, la 08-09, en la que apenas jugó tres partidos de Liga, tres ratos, aunque sería titular dos semanas después ante el Barcelona y acumuló 65 minutos en total aquel curso. En su primer año, sufrió los vaivenes del curso más convulso, aquella campaña 07-08 de tan triste recuerdo; jugó seis partidos de Liga. Luego se fue ajando su juventud, entre molestias de pubis que desesperaban a los médicos y estériles cesiones. A los 26 años colgó las botas.

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