La pelota de papel

Pendulazos desde el Manzanares

  • Un año después de la destitución de Aguirre, el Atlético agudiza su esquizofrenia y ya son muchos más los batacazos que las campanadas · El mexicano dejó al equipo séptimo; Quique lo tiene hoy decimotercero

Hoy, que las páginas de los diarios deportivos del país reflejan la destitución de Mendilibar -séptima de un técnico de la Liga BBVA esta temporada-, se cumple un año del despido de Javier Aguirre como entrenador del Atlético de Madrid. La noticia es una percha inmejorable para colgar los jirones de un club, el rojiblanco, cada vez más lejos de ser esa cacareada alternativa a los dos colosos.

Fue penoso el ejercicio de impotencia del bloque (?) de Quique Flores ante un Málaga que hasta el domingo no había ganado fuera de casa. El coriáceo equipo malaguista venció en buena lid, se tomó un profundo respiro e invitó a unos 35.000 espectadores a abandonar el Vicente Calderón antes de que Mejuto pitara el final del partido.

Los 10.000 espectadores que aguantaron los 90 minutos en la grada para ver si su equipo remataba alguna vez con peligro se quedaron con las ganas. Se consumó el enésimo esperpento de un conjunto que, recordando la situación en que lo dejó Javier Aguirre hace 12 meses, evidencia que sigue despeñándose hacia no se sabe dónde.

El 2 de febrero de 2009, los atléticos no eran plenamente felices. No podían serlo porque el equipo, que acababa de perder en casa ante el Valladolid (1-2), era séptimo en la Liga, aunque aún mantuviese la ilusión de la Champions en espera de jugar los octavos de final. Y esa situación resulta hoy poco menos que envidiable si se repara en que los colchoneros están bastante más cerca del descenso (6 puntos) que de la Europa League (11).

Cuando Abel Resino relevó a Aguirre quedaban 17 partidos de la pasada campaña. Ese Atlético venció en 11 de esos encuentros, incluidos los últimos seis del campeonato, y si lo hizo fue en gran medida por el estado de gracia de Diego Forlán, que hizo 19 goles en ese trayecto. Una media superior a un tanto por encuentro la del charrúa que resultó vital para que el Atlético repitiera en Champions.

Esa vuelta a la competición que más alumbra y que más dinero reparte exigía un esfuerzo desde los despachos del Vicente Calderón. Había que elevar el nivel de la plantilla para ser definitivamente una alternativa. Mantener a Forlán y Agüero resultó ya de por sí un esfuerzo ante las mayúsculas ofertas que llegaron, pero al no vender a sus figuras, los fichajes resultaron más modestos.

El Atlético que suele jugar hoy con Quique Flores no refleja el relativo esfuerzo en fichajes del pasado verano: Asenjo y Juanito calientan banquillo. El esperado salto no se ha producido, y ni siquiera cuajó la vuelta de Jurado y sobre todo Cleber Santana, que la temporada pasada triunfaron en el Mallorca. Encima, Agüero y Forlán entran y salen de las alineaciones.

Acaban de llegar el centrocampista portugués Tiago y el mediapunta argentino Salvio, los canteranos De Gea e Ibrahima juegan cada vez más minutos y a la espera de que todos contribuyan a la reacción, lo cierto es que el Atlético de Quique Flores no es mejor que el que arrancó la temporada con Abel.

Con el ex portero en el banquillo, el Atleti sólo ganó un partido, ante el Zaragoza (2-1), y dos dolorosas derrotas en Pamplona (3-0) y Londres ante el Chelsea (4-0) provocaron su destitución. Después de que Santi Denia dirigiera al equipo ante el Mallorca en casa (1-1), llegó Quique para hacerse cargo del equipo. Y el balance con él sigue decepcionando: cinco victorias, un empate y seis derrotas. Además, como se esperaba, no hubo sorpresa en la Champions y se consumó la eliminación.

Quique ha tratado de que el equipo juegue con las líneas muy juntas, con dinamismo arriba y con la defensa lejos de su portero, pero persiste la inconsistencia atrás, que ha acabado por desmontar el fútbol de ataque. Este Atleti juega a impulsos, está supeditado a los chispazos individuales de su gente de arriba, pero el entrenador no ha logrado acabar con la fragilidad de su juego colectivo.

El quebradizo equipo rojiblanco empezó 2010 con victorias en Liga ante Sevilla, Valladolid y Sporting, pero ante Getafe y Málaga ha vuelto a las andadas y la Champions, el gran objetivo, está ya a 13 puntos.

Los atléticos tratan de agarrarse a dos asas, las de la Copa del Rey. Pero después de los problemas ante dos equipos de Segunda como Recreativo y Celta, el Racing exigirá más nivel para que la final sea la salvación de otra temporada de pendulazos. El Atleti y sus circunstancias.

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