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Col du portet/ El esloveno Tadej Pogacar (UAE Emirates) hizo honor al maillot amarillo ratificando su poderío en la etapa reina de los Pirineos, donde coronó la cima del Col del Portet tras superar en un interesante duelo al danés Jonas Vingegaard y al ecuatoriano Richard Carapaz, los inquilinos de las plazas secundarias del podio.
Pogacar tenía señalada la cima del Portet para lograr otra etapa de prestigio, la quinta en el Tour. Lo hizo vestido de amarillo, prenda que mostró con orgullo mientras cruzaba la meta como ganador de la decimoséptima etapa disputada entre Muret y Saint-Lary-Soulan Col du Portet.
"Aquí llega el número 1", pareció indicar Pogacar estirándose el jersey. No hay duda, ratificó que es el rey del Tour y que, salvo imprevisto, se apuntará su segundo título consecutivo. Tras mantener un duelo Vinegaard y Carapaz en los 7 últimos kilómetros, cruzó la meta con un tiempo de 5:03.31, superando en 3 segundos al danés y en 4 al ecuatoriano, segundo y tercero en la general, a 5.29 y 5,43 respectivamente.
El Portet enterró las ilusiones de unos cuantos. Y Pogacar aportó su montaña de arena. Hubo diferencias notables que aclaran las cosas a 4 días de París. Rigoberto Urán quedó fuera del cajón, ahora cuarto, a 7.17. Una víctima del azote del esloveno, como lo fue Enric Mas, quien cedió en meta 2.27. El podio dejó de ser un objetivo real para el balear, pues lo tiene a 4.05 minutos.
La etapa centraba el interés en los últimos 65 kilómetros, donde se concentraban los tres puertos encadenados. El pelotón, dirigido por el UAE, se lo tomó con calma mientras Turgis, Chevalier, Anthony Pérez, Pöstlberger, Godon y Van Poppel animaban la jornada con una aventura de las que mueren antes de nacer. No era día para regalos.
En el mítico Col de Peyresourde (1ª, 13,2 kms al 7%), puerto estrenado en el Tour hace 111 años, empezó la etapa real. La escolta de Pogacar redujo el grupo principal a 50 corredores. Una primera criba que iba a tener continuidad en la subida al Col de Val Louron-Azet (1ª, 7,4 kms al 8,3).
En esta cima histórica, donde Miguel Indurain consiguió su primer maillot amarillo en 1991, aún quedaba algún rescoldo de la escapada, con Anthony Pérez (Cofidis) coronando en cabeza. El líder esloveno pasó a 3.40, con sus rivales anestesiados por el control del equipo emiratí.
En el Portet, una meta que se visitaba por segunda vez desde el triunfo de Nairo Quintana en 2018, se acabaron las bromas. El UAE, el equipo del líder, desplegó sus tropas y desbrozó el camino. Un puerto terrible, de 16 kilómetros, interminable, que se iba alzando por encima de las nubes hasta alcanzar los 2.215 metros de altitud, la meta más alta del Tour.
Movía sus fichas Pogacar. McNulty, Bjerg y Hisrchi fueron los encargados de reventar a unos cuantos marcando el ritmo. Muchos rivales del jefe entraron en apuros. Enric Mas no podía seguir con los mejores. Apenas una docena quedaron al frente para disputar la etapa.
El último relevo en cabeza lo asumió un escalador como el polaco Majka. Cuando éste se retiró empezó el festival de ataques de Pogacar. Hasta seis soltó el líder. En el segundo destrozó a todos menos a Vingegaard y Carapaz. Tres en cabeza. Marcaje, el peso para el esloveno, Carapaz de miranda, el danés impasible.
Pogacar apenas tuvo ayuda en los relevos, pero eso hizo que la victoria de etapa se convirtiera incluso en un asunto personal. Invitó a Vinegaard a pasar delante y tirar un rato. Ni caso. Entonces probó con más zarpazos, pero no había manera. Estaba harto del teatro de sus rivales y se lo iba a hacer pagar con su conocimiento de la llegada.
A 1,5 de meta probó Carapaz, quien puso contra las cuerdas a Vinegaard, pero no a Pogacar, que se pegó a la rueda del carchense. Ninguna concesión al que menos había trabajado en la subida. Así que iban a llegar juntos.
La llegada tenía una rampa terrible justo antes de la meta. La conocía bien Pogacar, aconsejado desde el coche. A 100 metros de la pancarta soltó el órdago. Definitivo. Miró atrás, no le seguían. Era el ganador de la etapa reina. Y probablemente del Tour.
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