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Preparación Especial

  • Una recuperación activa, evitar la sobreexcitación, optimizar el descanso... se tornan aspectos clave en citas históricas como la del jueves ante el Shakhtar.

No es nada nuevo y sólo basta remontarse a hace dos años para encontrar en el sevillismo el mismo contraste de sentimientos del espacio que va de un domingo a un jueves. Hace dos campañas se tiraba el equipo de Emery al callejón de la Liga con un encuentro en San Mamés con el que decía adiós a sus opciones de alcanzar la Champions. Pero estaba el señuelo de Turín, la primera final europea de la era del entrenador vasco.

Y si la afición, en un alarde de capacidad camaleónica, es capaz de jurar en arameo por el enésimo esperpento de los suyos fuera de casa, con la misma velocidad se vuelve tarumba con brillo en los ojos y con la garganta lista para dejársela en el Sánchez-Pizjuán.

La especificación dinámica de los objetivos es una práctica común en un colectivo que compite domingo a domingo según se den las circunstancias. En el Sevilla, llegado el mes de mayo, están más que claras. La posibilidad de culminar el jueves ante el Shakhtar Donetsk la gesta de meterse en otra final europea, la tercera consecutiva, eclipsa cualquier otro frente y de ahí la alineación de circunstancias que presentó Emery ante el Espanyol, otro encuentro a domicilio que los nervionenses fueron incapaces de ganar.

Y está otro factor fundamental a estas alturas, la cascada de lesiones que por estrés, ya sea muscular como óseo (el caso de Krohn-Dehli), se está convirtiendo en una amenaza para los blancos justo cuando llegan los días más grandes. Es por ello que choques como el del jueves requieren una preparación especial para garantizar el máximo rendimiento.

El último ha sido Krohn-Dehli, que cayó de gravedad en Ucrania con fractura traumática de la rótula, pero raro es el partido en el que no haya que lamentar un nuevo lesionado. Vitolo ante el Athletic, Gameiro por cansancio, Tremoulinas desde no se sabe cuándo, Rami frente al Sporting, Kolodziejczak con el Espanyol, N'Zonzi, Konoplyanka y Carriço un poco antes, Reyes... Los casos son numerosos y eso hace que el entrenador tenga que cruzar los dedos cada vez que su equipo se pone delante del adversario para competir. Por ello, el descanso entre un esfuerzo y otro se antoja fundamental y el hecho de haber perdido cierta tensión competitiva en la Liga -el último gran esfuerzo lo hizo el Sevilla en el derbi- supone cierto alivio aunque al aficionado de a pie no le guste demasiado y se queje de encuentros como el de Gijón o el más reciente en Cornellà.

Quizá es el riesgo menos conocido por el gran público y el que, encima, tiene una incidencia directa sobre los jugadores. El control emocional es muy importante en encuentros de máximo nivel y el partido ante el Shakhtar es uno de esos para los que hay que estar bien preparados. El ambiente de euforia general, el resultado de alguna forma favorable alcanzado en el partido de ida, el tener la final al alcance de la mano, el confiarse en el empuje de la grada... son a priori aspectos positivos que pueden convertirse en peligros que se vuelvan en contra.

El trabajo del cuerpo técnico durante esta semana irá encaminado a rebajar cierta excitación que puedan tener los futbolistas, un sentimiento que puede ser contraproducente a la hora de competir contra unos futbolistas que pueden llegar con justamente la percepción contraria. Los especialistas en psicología deportiva saben muy bien que los estímulos del que lleva el marcador a favor son muy distintos a los que lo tienen en contra y éstos, a veces, pueden ser más positivos incluso por cuestiones que tienen que ver con un porcentaje menor de presión, etcétera. De todas maneras, hay que recordar que la eliminatoria está igualada si no es por el valor doble de los goles marcados fuera de casa y que un tanto de los ucranianos en el Sánchez-Pizjuán (y conforme pasen los minutos más todavía), puede ser una bomba en contra de un equipo que, inmediatamente, tendría que cambiar de chip, de excitación, de modus operandi...

Por ello, el equipo debe estar preparado para saber hacer en cada momento lo correcto. Charlas, sesiones de vídeo y mucha comunicación forman parte en estos casos de la estrategia operativa igual que otro aspecto puramente táctico.

Este tipo de adiestramiento en esta época del año cobra incluso más importancia que el entrenamiento meramente físico. La ley de supercompensación (el efecto que el descanso produce entre sesión y sesión) hace mejor su función que en otra fase de la temporada. Microciclos con más trabajo regenerativo que carga y enfocados a que el equipo -o al menos los jugadores que llevarán el peso- llegue bien a momentos muy determinados, en este caso el pasado jueves y el próximo. A partir de ahí, si todo sale bien, la vista y el objetivo se fijará en el ecuador de mayo.

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