Basilea· sevilla Fc - El otro partido

Semana de pasión a la vista

  • El fútbol posesivo y académico del Sevilla no le da para zanjar su estigma viajero y Nervión deberá ayudar en dos citas vibrantes, Villarreal y Basilea.

En el calendario religioso y sentimental de Sevilla, los días de la semana que entra ya tienen nombre. El Domingo de Pasión visita el Ramón Sánchez-Pizjuán el Villarreal, y el Jueves de Pasión lo hará el Basilea. Se presenta una semana que hará honor a su nombre en el nomenclátor católico y Nervión tendrá que revestirse de sus mejores galas para ayudar a un equipo que no zanjó en Suiza su estigma viajero. Al menos, esta vez no perdió y además, por momentos, trasladó una buena imagen, algo ficticia, pero no desagradable a la vista.

Unai Emery apostó por su diez de gala, el que considera más competitivo salvo el meta. Con Reyes en Sevilla y Llorente y Konoplyanka en el banquillo, el guipuzcoano tiró de lo académico. Y el Sevilla, con su mejor defensa, su línea medular titular mientras vuelve Krychowiak, su mediapunta más fiable y su delantero goleador, dio un espectáculo muy distinto al de Getafe. En Europa se le tiene mucho respeto al tetracampeón de la UEFA Europa League y el Basilea rindió justa pleitesía, aunque era una pleitesía taimada: a la contra pudo hacer muchísimo daño.

El partido de este Sevilla que hasta ayer contaba por derrotas sus salidas europeas y que aún no ha ganado en la Liga respondió a esa enfermedad que lo acompaña lejos de Nervión. Le falta confianza para ir de verdad a morder, para pisar a fondo el acelerador sin mirar el espejo retrovisor, para hacer daño. Las larguísimas posesiones del equipo titular, no se olvide, se quedaron en el último pase, en la mala decisión entre el centro a la olla o la sutil combinación por abajo. Aun así, después de una primera parte en la que amagó, y sólo en cuatro jugadas a balón parado, sin pegar, en la segunda parte sí pudo sacudir el árbol.

El Basilea, sin hacer nada que no fuera esperar bien ordenado y bien replegado y buscar los resquicios de un Sevilla con muchos hombres en campo contrario, casi canta bingo en su primer centro al área: un cabezazo franco de Janko. En la segunda mitad, el Basilea se soltó su propio corsé y tuvo otro par de llegadas francas, una volea alta de Bjarnason y un remate fallido de Traore. Mientras tanto, el Sevilla tocaba y tocaba, de una banda a otra, todo muy académico. Ni un desborde por fuera, ni un desdoble dañino de los laterales. Ni un buen pase interior.

Es curioso que la mejor ocasión del partido la tuviera un medio centro al que se le colgó demasiado rápido el cartel de pivote lento y torpón, N'Zonzi. Sus compañeros lo echarán de menos en la vuelta ante el Basilea por una injusta expulsión: ninguna de las dos faltas por las que vio tarjeta fue. El estigma viajero ha contaminado al francés, a quien un árbitro inglés expulsó increíblemente. Quizá por ser el único sevillista que intentó saltarse el guión. Su soberbio control al exquisito pase de Banega y su disparo cruzado se topó con la punta de la bota del meta Vaclik. Mereció ser gol, por estética, más que por percusión sevillista.

La otra gran ocasión la tuvo Gameiro, un chut duro y escorado al que también reaccionó Vaclik, quien aún le haría otra parada a Konoplyanka en una jugada similar. Poco más ofreció de verdad el Sevilla, salvo una carambola millonaria en el minuto 92: un pelotazo desviado de Konoplyanka pegó en Llorente. Todo un síntoma. Menos mal que queda Nervión...

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