Basilea- sevilla fc

Un tiqui-taca sin demasiado sentido (0-0)

  • El Sevilla se conforma con un empate a cero en su visita al Basilea en otro partido sin poder ganar fuera. Los sevillistas no se portaron como un campeón, sobre todo en un primer periodo carente de profundidad.

Otro partido más sin que el Sevilla sea capaz de ganar lejos del Ramón Sánchez-Pizjuán. La botella se podrá ver medio llena o medio vacía, dependerá del grado de forofismo y de otros aspectos valorados a la hora de analizar un partido de fútbol, pero lo cierto es que el cuadro sevillista no se comportó como un verdadero campeón en su visita a un Basilea tan voluntarioso como modesto en sus planteamientos futbolísticos. Y ese nuevo cero a cero, que al menos tiene la posibilidad de revertirlo en la vuelta dentro de una semana justa en Nervión, tiene mucho que ver con una actitud igual de negativa que la mayoría de las ocasiones en las que los hombres de Emery ejercen como visitantes. Particularmente fue así en el primer periodo, con un fútbol absurdo y sin mucho sentido, y aunque mejorara de manera considerable en algunos tramos del segundo periodo no fue suficiente para que se rompiera la racha. Este Sevilla no transmite el poderío de otras ocasiones, ésa es la única conclusión posible.

Como tantos y tantos partidos durante la Liga y también en la competición europea, el Sevilla dejó pasar todo el primer periodo sin que sucediera nada. Por recordar a quien se hizo famoso por censurar ese tipo de fútbol, Javier Clemente se retorcería de dolor con el fútbol ofrecido por los nervionenses. Era un tiqui-taca insufrible, un transportar el balón de un lado a otro con la única intención de no perderlo. Sí, es cierto, la posesión, el control y todo lo que quieran los amantes de este tipo de fútbol ofrecería una estadísticas favorables al cuadro visitante, pero todo era una mentira, un canto a la apariencia que no conducía jamás a ningún sitio.

Porque una cosa es tocar y tocar buscando descolocar al rival, como hace precisamente el virtuoso de este tipo de juego, el Barcelona, y otra acarrear la pelota en cortito sin trazar un plan más allá. Banega se la da a Krohn-Dehli, el danés se la devuelve en pared o busca a los centrales, éstos conectan con N'Zonzi, quizá el balón se dirija a las bandas hacia Coke o Tremoulinas, incluso puede arribar a los terrenos de Vitolo o Gameiro, pero finalmente volverá atrás. Así una y otra vez sin que Vaclik y sobre todo un Walter Samuel que ya demuestra su decadencia física a leguas se vieran hostigados jamás. Ni una sola ruptura de verdad con posibilidad de recibir con ventaja en las cercanías del área, nada, todo era un rotundo más de lo mismo durante este primer tramo del encuentro. Una vez más, eran 46 minutos de partido sin que la portería visitante estuviera jamás en el objetivo de los blanquirrojos.

Y ni siquiera se había alterado ese discurrir con la presencia de todos los pesos pesados en el equipo sevillista. Unai Emery no se había guardado absolutamente nada y había metido en el cuidado césped de St. Jakob Park a lo mejor que tiene en su plantilla, a menos a su juicio por la cantidad de veces que utiliza a cada pieza. Faltaban Sergio Rico, el lesionado Krychowiak y Carriço, en el resto es simple cuestión de gustos de quien prefiera cada uno, aunque el técnico vasco sí tiene claras sus preferencias. El Basilea, mientras, se ajustaba al sistema que hiciera famoso en España Toshack y que utilizara muchísimo Luis Aragonés, con tres líneas de tres y Janko arriba para tratar de cazar algún balón.

El primero que se le iba a presentar al gigante austriaco tuvo lugar en el minuto 7 cuando cabeceó fuera con todo a su favor tras una pérdida de Banega en el centro del campo. El Sevilla recibía el primer aviso y debía espabilar con él. Así pareció cuando dos minutos después era N'Zonzi quien también remataba por la misma vía de la testa y no acertaba a batir a Vaclik. Parecía que los campeones tenían capacidad para reaccionar, para atacar en definitiva, pero fue un espejismo, pues después de un acercamiento de Coke tras una falta lanzada por Banega ahí se iba a acabar la cosa. Corría el minuto 15 y la libreta de notas entraba en una fase de letargo absoluto.

Fue la fase de ese fútbol de mentira, carente de sentido y que concluía con un primer periodo inocuo. Cabía esperar, pues, que todo virara hacia otro sitio tras el intermedio. Pero Emery no cambió ninguna pieza y todo discurriría más o menos por el mismo camino. Es verdad que el Sevilla trataba de meterle una marcha más de velocidad, pero eso no era suficiente cuando son muy pocas las piezas que llegan desde atrás para apoyar a Gameiro y Vitolo, los únicos que se mueven en las cercanías de la zaga adversaria. Krohn-Dehli se fue muy atrás en los apoyos y si el lugar del danés no es ocupado por otros futbolistas la posibilidad de alterar el guion es nula.

Una prueba de eso fue la mejor oportunidad de los blancos, junto a otra que tendría Konoplyanka en las postrimerías. N'Zonzi se saltó las líneas y se ofreció a Banega para que el argentino le pusiera un balón perfecto por arriba. El francés lo pinchó con calidad, pero se topó con la salida de Vaclik. Oportunidad frustrada para haber cambiado aquello. Pero fue tan poco lo que se pudo contabilizar que tampoco es extraño que no se alterara el marcador. Un disparo de Gameiro escorado con posterioridad y una excelente internada de Konoplyanka. Ahí sí hizo una estupenda parada el guardameta local en el minuto 79 de juego.

Después llegaría la expulsión de N'Zonzi ya en plena recta final y hasta el Sevilla se iba a ir medianamente satisfecho con el empate a cero. ¿Pero es suficiente con el nivel de esta plantilla? Un poco de autocrítica no vendría nada mal, igual que tampoco lo sería un poco de menos tiqui-taca inocuo.


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