CONVERTIDOS en ridículos versos sueltos tras ser considerados como indiscutibles locomotoras de LaLiga, Florentino y Laporta han emprendido una tournée publicitando ese invento caprichoso de la Superliga. No paran en su afán de darle otra vuelta de tuerca a la creación de algo que ya está inventado y que parece ser engendrada por esa megalomanía florentiniana de pasar a la historia igual que pasó Santiago Bernabéu.

Ser como Bernabéu es la obsesión del presidente madridista y si fue el más legendario de cuantos personajes dirigieron el fútbol el que levantó un estadio para que las generaciones venideras le tildaran de loco, Florentino anda rematándolo mediante unas obras que nadie sabe cuándo acabarán. Bueno, pues si Bernabéu se alió a mediados de los cincuenta con el gran editor parisino Gabriel Hanot para crear la Copa de Europa, ahora se trata de inventar algo ya inventado.

Por lo pronto y llevando de la mano a Juan Laporta, el prócer madridista anda publicitando una Superliga que tras haber pinchado en hueso cuando su primera intentona se anuncia ahora como competición abierta. La sombra de Santiago Bernabéu, tan alargada, revolotea sobre el acaudalado empresario que hasta un día removió los estatutos del club de Concha Espina para que sólo pudiera presidirlo un preboste tan rico como él, o más, si es que eso es posible.

Pero hay algo que no termina de calar en su clientela y es que jamás hubieran imaginado a don Santiago de la mano de Miró Sans o de Narciso de Carreras. Recordemos que la primera emulación fue quitarle al Barça a Figo como en su día don Santi hizo con Di Stéfano. ¿Tendremos otra Copa de Europa, hoy Champions League? Quién sabe, pero es un caso tan flagrante de hegemónico clasismo que repele a esa clase media que se ve orillada por la prosaica ley del dinero.