Pilar Vargas es un caso ejemplar de superación sin límites. Con más inconvenientes y dificultades que facilidades para llegar a cumplir su sueño, logró llegar progresivamente a cumplir con cotas hasta el momento inabordables para una mujer. El resultado, ser la primera entrenadora de fútbol del mundo. Sus comienzos, como es de esperar, no fueron nada sencillos, teniendo que asimilar muchas realidades: "Empecé jugando al fútbol con diez años en el Parque Alcosa, era el único equipo femenino que había, y desde entonces siempre estuve vinculada al mundo de este deporte".

El inicio como futbolista también tuvo sus incidencias: "Federativamente no había equipos en Sevilla, y como yo quería una licencia federativa para poder jugar en la selección andaluza, tuve que jugar en Málaga durante dos años en Liga Nacional, trasladándome los fines de semana para jugar los encuentros".

Poco a poco, la meteórica carrera de Pilar fue tomando un camino. Llegó a la selección andaluza, a la que capitaneó, y a los 16 años ya jugaba con la española: "Era más fácil llegar porque la práctica era menos usual que ahora; pero las dificultades eran mucho mayores en el sentido de que no había equipos". Al mismo tiempo, la sevillana también jugaba al balonmano para el ya desaparecido Cref, y también al fútbol sala. Cuando a sus 18 años Pilar se casó, sus planes deportivos fueron orientándose poco a poco a la posibilidad de entrenar, aunque en ningún momento colgó las botas definitivamente. Uno de sus grandes logros fue ser la creadora del Híspalis, que nacía como el equipo femenino del Sevilla hace unos quince años: "Fue una propuesta que le hice a Paco Peña, el entonces presidente, haciendo una selección de las mejores jugadoras que había". El éxito es conocido por todos, con un equipo en las máximas divisiones españolas durante muchos años.

En paralelo, Pilar ya entrenaba a chicos de su barrio y a juveniles mayores que ella. Llegado el año 1991, logró obtener el título nacional para entrenar en una promoción en la que estaban entre otros José Antonio Camacho, Jorge Valdano, Perico Alonso, Diego Soto o Juanito; una generación que sin duda logró más de un éxito. Se convertía entonces oficialmente en la primera mujer con capacidad oficial para entrenar. A partir de ahí ascendió meteóricamente su carrera de entrenadora.

El presidente de la Federación Andaluza de Fútbol la fichó para la selección andaluza, mientras que también dirigía a la sevillana. Además, llegó a entrenar a numerosos equipos de Preferente y Primera Provincial. Durante los últimos cincos años, preparó a la selección femenina de andalucía: "Siempre intenté entrenar a la selección española femenina, pero es coto cerrado y nunca me llegó la oportunidad que esperaba; me dijeron que había posibilidades más de una vez, pero finalmente nunca me hicieron una propuesta formal encima de la mesa". Es una de las pocas espinas clavadas que le quedan. Este año, Pilar se ha apartado un poco de los entrenamientos para intentar volver el año que viene con más fuerza, tras entrenar la pasada campaña al Soleá de Primera Provincial: "Intento ser lo más responsable posible en mi trabajo, pero hay que tener mucho tiempo y sufrir mucho. Al fin y al cabo, quien más lucha por el equipo y quiere tenerlo arriba es quien entrena a esos jugadores".