"Vine sin condiciones, a pecho descubierto"

Luis Casimiro Palomo. Entrenador

El técnico manchego, protagonista de la reacción del equipo en las últimas jornadas, destaca el papel de los jugadores en el cambio. Seguro de la salvación, no firmó ninguna posible renovación automática ni lográndola.

"Vine sin condiciones, a pecho descubierto"
"Vine sin condiciones, a pecho descubierto"
P. Salvago · J. De La Huerga

22 de febrero 2015 - 05:02

Comenta que sus amigos le dicen que no ha sabido venderse, pero su aval, asegura, es su carrera deportiva en la que figura, entre otros éxitos, un histórico título de Liga con el TDK Manresa (97-98) el año que debutaba como primer entrenador en la ACB. Así pues, Luis Casimiro Palomo (21-06-1960, Ciudad Real) podría estar al nivel de otros técnicos campeones que han pasado por el banquillo hispalense en los últimos años como Joan Plaza o Aíto García Reneses. El manchego arribó a la capital andaluza con menos glamour que éstos, pero con un reto más difícil: la salvación y, por ende, la supervivencia del club. "Estoy convencido de que lo lograremos", afirma con seguridad.

-Tres de tres en la ACB. ¿Esperaba entrar con tan buen pie?

-Ni me lo planteaba. Sólo pensaba en el trabajo diario, en el partido a partido. Lo que transmití desde el primer día es que, pasase lo que pasase, había que pensar en lo siguiente que venía, tanto para lo bueno como para lo malo. No pienso qué puede pasar en series de varios encuentros, sino en la mejora en el día a día. Esto parece cholismo, pero no estoy descubriendo nada nuevo. El paso a paso es tan antiguo como el deporte profesional.

-¿Dudó en algún momento en aceptar esta propuesta?

-No dudé porque estaba como loco de volver a entrenar. En la primera conversación que tuve con el presidente, Fernando Moral, me transmitió que tenía confianza plena en mí y que éste era mi sitio.

-Y eso que antes alguno de sus compañeros decidió no a venir.

-No me interesa qué pasó con otros; habría que saber cuánto de verdad hay y cuánto de ficción. Yo me guío por sensaciones personales y las que me transmitía Sevilla eran magníficas. No me interesa lo que pudo ser. No gasté ni un segundo en pensarlo.

-Hablando de sensaciones personales. Después de tres semanas aquí y tres triunfos, ¿no se ha preguntado cómo este equipo era colista?

-No. No miro hacia el pasado y sólo me importa lo que pasa desde el día que llegué. Desde ese momento sólo me centro en influir en los jugadores para poder ganar. Lo que me he encontrado ha sido una implicación tremenda. Muchas veces como entrenadores planteamos una idea y no tiene efecto en la cancha, pero esta vez los jugadores lo están interpretando muy bien porque tienen la actitud y el deseo de poner todo en práctica y, sobre todo, creen en ello. Analizar el pasado no me interesa. Soy entrenador y vivo del presente y del futuro inmediato.

-¿La llegada de Casimiro demuestra que con criterio y sentido común hay situaciones en las que se puede rendir mejor y obtener mejores resultados que con inventos con gaseosa?

-Esa pregunta define lo que dicen de mí por mi trayectoria profesional. Me dicen que soy normal, entre comillas, como si fuera algo ilógico. Lo natural es que seas normal. Intento aplicar coherencia y asumir responsabilidades. Siempre lo he hecho así y aquí tenía que poner ese sentido común para estar a la altura de las circunstancias.

-Será normal, pero muchos no pueden presumir de ser campeón de Liga (97-98), y menos con el Manresa.

-Mis amigos me critican que no supe explotar aquello. Ganar un título de Liga y seguir siendo normal... ¡Qué cosas! Es como si en aquel momento no le sacase rendimiento a un éxito así, pero jamás pensé en aquello como algo de lo sacar un rédito personal. Lo que a mí me interesa es estar contento conmigo mismo y en mi día a día, que es el baloncesto, y por eso no dudé en venir a Sevilla para seguir haciendo lo que me gusta. Ahora el equipo está logrando victorias que hacen feliz a mucha gente.

-¿Sería posible en el contexto actual que algún club lograse algo parecido?

-Lo veo como algo improbable. En estos momentos de crisis las diferencias son mayores entre los poderosos y los que menos tienen. Antes había una configuración diferente de equipo, con un grupo nacional y tres americanos que marcaban las diferencias. Acertamos con ellos y todo eso se unió a lo que el entrenador proponía, que era un baloncesto desde la defensa y un juego alegre. Nos salió bien, pero es difícil que vuelva a darse porque la diferencia de los de arriba es un escalón insalvable. En esa época haciendo las cosas bien sí se podía salvar.

-Pregunta directa. ¿Se salva el Baloncesto Sevilla?

-Si no pensase que se podía hacer, no hubiese venido. Pero hay que seguir trabajando porque sólo diciendo las cosas no se consigue nada. Si los jugadores están en disposición los trece partidos que quedan en seguir mejorando día a día, el objetivo estará más cerca.

-¿Renovaría automáticamenete con la permanencia?

-No tengo nada firmado. He venido a pecho descubierto.

-¿Ficharía por algún equipo si no le dejaran levantarse para dirigir?

-Ni me lo planteo. No lo visualizo.

-¿Por qué tiene el sambenito de no sacar a jóvenes?

-En este país se ponen muchas etiquetas y yo he gastado poco tiempo en desmontarlas. Mi etiqueta es que llevo 25 años como entrenador profesional y el que quiera que analice mi carrera. Podría hablar de jugadores que han debutado conmigo en ACB y han hecho carrera, pero no miro el DNI, sólo el talento. Aquí hay jóvenes que por talento pueden jugar en cualquier sitio y con cualquier entrenador, pero también los tuve en otros equipos. Aposté en su día por Alberto Díaz en Unicaja, hice debutar en ACB a Saúl Blanco, Granger jugó conmigo, con 18, 19 y 20 años, en Estudiantes una media de 20 minutos. Carlos Suárez... Como el título de Liga, no he explotado eso. Va a ser verdad que no me sé vender, pero supongo que tendré otras virtudes.

-¿Le han dado las gracias los pívots del CB Sevilla por el cambio en el estilo de juego?

-No, no, pero los veo felices y esforzándose al máximo, trabajando muy bien. El equipo pasa ahora por un estado de ánimo muy bueno y hay que tratar de conservarlo. Pero ya en los dos primeros días de entrenamiento los vi con esas ganas. Es un grupo sano en cuanto a la química que hay dentro y eso ayuda mucho.

-Cuando llegó le propusieron un intercambio Balvin-Summers y se negó, aun sin conocer al checo. ¿Por qué?

-Conocía su potencial y sus posibilidades y creo que es un jugador importante. Sin él nos quedábamos sólo con un cinco (Hernangómez) y no lo veía. Creía más en la continuidad de este grupo de jugadores que venía de hacer un año excepcional. No dudé ni un segundo. Mi trabajo es darle esa tranquilidad y aportarle las herramientas necesarias para que siga evolucionando.

-En Málaga, Berni ya jugó un papel fundamental con usted. ¿Tan decisivo es?

-Para mí sí. Ya trabajé con él y sé lo que da. Para salir adelante en Málaga y salvar la Euroliga la fórmula fue jugar con Berni y un niño de la cantera de 17 años como Alberto Díaz de bases. Así ganamos cuatro partidos seguidos. La experiencia, el saber estar en cada momento, el no eludir responsabilidades, lo que aporta en defensa y lo que suma en el vestuario... Ya me ayudó en una etapa anterior y ahora está en la misma disposición, por lo que para mí es fundamental.

-¿Dudó de Penney?

-No. Los tiradores son así. A Penney no le va afectar el runrún de que no las mete, porque se ha ganado la vida haciendo todo lo contrario. Ante el Bilbao, el primer balón que le llega lanza y anota. Los tiradores tienen rachas y con confianza pueden ver el aro como una piscina. Dicho esto, a Penney le faltaba ritmo de competición. Después de tres semanas va a más. Además, el mero hecho de que esté en la pista genera una atracción hacia él que crea muchos espacios para los demás.

-¿Le ha sorprendido Radicevic?

-El potencial que tiene es tremendo y está interpretando muy bien lo que le pedimos. Cuando llegué di sólo cuatro ideas para que fuesen muy sólidas, el equipo se agarró a esos conceptos y los jugadores, como Radicevic, han cogido confianza.

-Aíto le insistía continuamente en que tenía quedar un paso más en defensa. Y lo ha dado.

-Él, como la mayoría del grupo por lo que leo y escucho, tiene mucho que agradecerle a Aíto. Los jugadores lo tienen como alguien que los hizo evolucionar y crecer. Ellos lo reconocen así. Solamente exijo compromiso y situaciones intangibles previas al baloncesto y es lo que ellos están asimilando. Esas situaciones previas son realmente necesarias. Todos esos valores los acompañamos de la defensa, una faceta en la que todos están arrimando el hombro.

-¿El ímpetu e inconsciencia propios de la juventud serán buenos en duelos de mucha tensión ante rivales directos?

-Pueden venir bien para esos partidos igual que vino bien para superar un calendario con encuentros dificilísimos ante el Valencia, el CAI y el Bilbao. Ahí no les pudo la responsabilidad. Debemos seguir en esa línea. Sólo nos debe importar el siguiente minuto, no el que ya hayamos jugado, y mantener la energía, actitud, intensidad, actividad... Eso no lo podemos perder. Si lo hacemos, nos pasa lo del día ante el Turow.

-Ha hablado de esas tres victorias seguidas en ACB, en las que se vio un cambio mental en el equipo. ¿Además de entrenador hizo de psicólogo?

-Si me supiese vender diría que fue la leche lo que hice, pero lo que me encontré fue muy bueno por parte de ellos y exploté sus ganas y deseos de hacer bien las cosas. Fue fácil por la implicación de todos. A veces no somos conscientes de que sólo hay que tocar la tecla adecuada. La gran parte de esta reacción es gracias a los jugadores. Hubo conversaciones y dejamos las cosas claras a nivel de grupo y de lo que esperaba individualmente de cada uno.

-¿Y a partir de ahora, qué?

-Hemos conseguido depender ya de nosotros mismos y ahora hay que mantenerlo, porque aún vendrán momentos difíciles. Hay que ser conscientes de queda mucho por delante y no voy a dejar que nadie se crea que está todo hecho. Hemos visto la luz en el túnel y hay que seguir caminando hacia ella.

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