Otro accidente, otro aviso (74-85)

El Cajasol sucumbe ante un Granada que fue mejor de principio a fin espoleado por su buen porcentaje en triples. Los locales, muy nerviosos, no defendieron al nivel acostumbrado este año

El Cajasol no logra imponerse al Granada.

Foto: Antonio Pizarro, EFE
El Cajasol no logra imponerse al Granada. Foto: Antonio Pizarro, EFE
Pablo Salvago / Sevilla

28 de marzo 2010 - 05:02

En Bilbao, porque regaló demasiado; ayer, porque no defendió al nivel acostumbrado. El resultado son dos derrotas que en la clasificación no cambia mucho las cosas, pero que en el equipo pueden hacer mella si Plaza no conciencia a los suyos de que si no se ponen las pilas es fácil desandar lo andado. Y es que es pudo ser quizá lo peor de un mal partido en el que el Granada fue superior a un Cajasol que nunca estuvo por delante en el marcador, y que se olvidó de que todo lo bueno que ha hecho hasta ahora ha sido defendiendo, jugando al 110 por ciento y que se olvidó de sus señas de identidad.

Esa fotografía que había que hacerle a la clasificación de la que hablaba el técnico catalán la primera vez que los sevillanos se colocaron quintos pasó a la historia, porque pasó de ser algo eventual a una realidad ganada en la pista a base de casta. Por eso cuesta digerir un palo en forma de derrota que no estaba en el guión por el resultado ni, sobre todo, por caer dando una sensación de relajación inusual en San Pablo.

La falta de intensidad mostrada de inicio por los locales originó penetraciones cómodas y verticales de Gianella y tiros sin oposición alguna ante el cabreo de Plaza. Los granadinos se fueron al final del primer cuarto con una mínima renta en el marcador (12-14), pero pudo haber sido peor porque el Cajasol estaba fuera del partido. Como dormido aún. Por fortuna, los de Poch, más despiertos pero también más fallones, no aprovecharon las facilidades que daban los locales, que no carburaban bajo la dirección de Calloway. El base no está en su mejor momento y eso redunda mucho en el equipo, falto de recursos y de otro director con tablas cuando el norteamericano no está fino.

El choque parecía una partida de ajedrez entre Plaza y Calloway, que movían sus fichas en función, a veces, de lo que hacía el otro. Así, Miso entró por Kirksay al tiempo que Ingles dejaba su sitio a Jasen, mientras Rey saltaba a cancha cuando Triguero cometía la tercera personal en el minuto 13. Lógicamente, entraba Hendrix. Satoransky también entró para dar un descanso a Calloway, y el checo imprimió un punto más de velocidad al ataque cajista, que pareció funcionar por momentos y los sevillanos, siempre por detrás en el primer tiempo, igualaron el choque (18-18). Un espejismo, porque los nazaríes destrozaron la blanda defensa hispalense desde el perímetro y cuatro acciones casi consecutivas de tres puntos, tres triples y tres tiros desde la personal de Aguilar, rompieron un duelo que recordaba bastante al de la semana pasada en Bilbao, y no por el rival: demasiados errores en el tiro, precipitación en muchas acciones (Ellis penetraba a lo loco), pérdidas incomprensibles...

¿Acaso ha perdido de repente el equipo sus señas de identidad? Ni rastro en los primeros 20 minutos de la concentración acostumbrada, de la buena dirección y la intensidad de otras veces. Y eso, al margen del resultado, es lo más preocupante. Se puede ganar o perder, pero no dar tantas facilidades al contrario en los encuentros. Ahora no, con los play off tan cerca.

Tuvo que verse el Cajasol 14 puntos abajo (31-45) para que los de Plaza despertasen, o al menos para que se diesen cuenta que enfrente estaba un equipo muy sólido, que no iba a regalar nada y que si no apretaban el triunfo no iba a hacer del cielo. Reaccionó, o al menos defendió un poco más a ratos, pero le faltaba ese punto de intensidad con el que aburre a su rival. La zona tampoco dio resultados y tan pronto la diferencia bajaba a la mitad, que se disparaba de nuevo, gracias al acierto exterior de los nazaríes que desesperaba a los sevillanos. Y es que el 57 por ciento de efectividad en lanzamientos triples con el que acabaron los visitantes el tercer parcial, superior incluso a los porcentajes en tiros de dos de los cajistas decantó mucho la alanza del lado granadino. De hecho, las últimas cuatro canastas visitantes en este acto fueron desde la línea de 6,25 metros, mientras el Cajasol acumulaba error tras error, con un problema en la dirección del ataque y del juego que Calloway no solucionaba.

En los últimos diez minutos los de Plaza mostraron todas sus cartas y se la jugaron a un peligroso intercambio de golpes del que casi nunca sale vencedor. Tampoco en esta ocasión, a pesar de que un triple de Ellis metió a su equipo en el encuentro (63-67) con casi cinco minutos por jugarse. Pero el Granada no se dejó amedrentar por el Cajasol ni una afición que apretaba, y entre Hendrix y Aguilar, quien seguro no decepcionó a Plaza y firmó una gran actuación ante un equipo más que interesado en él, finiquitaron el choque, no sin algo de emoción. Y es que con el Cajasol haciendo la goma y creyendo en sus opciones de remontada más que nunca, Miso robó un balón en el saque de fondo del Granada y se llevó el tapón de Hendrix, aunque el madrileño reclamó que el balón había dado antes en el tablero. Pudo ser el 74-76. Tanto protestó que después le pitaron una antideportiva y los sevillanos se dejaron ir en el último minuto.

Al menos, la derrota y el aviso, el segundo ya, llega cuando aún hay margen para reaccionar. El Cajasol necesita encontrarse con su mejor versión. Lo hizo y lo puede volver hacer, porque los que pierden hoy, son los que hicieron soñar o hace mucho.

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