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El bético del todo o nada

  • El ascenso, la permanencia de manera holgada y la clasificación europea son el principal aval de Mel. La irregularidad en Liga y las goleadas encajadas en Nervión, lunares negros.

La etapa de Pepe Mel como entrenador del Betis tocó ayer a su fin. Tres temporadas y media en la que el técnico madrileño ha tenido que actuar deapagafuegos, ascendiendo al conjunto verdiblanco como campeón, logrando la permanencia de manera holgada y llevándolo a Europa como brillante broche. Más luces que sombras en un camino lleno de altibajos en el que la filosofía del todo a nada ha sido su principal bandera, convirtiéndose en la base principal y en el paraguas de un club que desde los despachos no acaba de ser bien dirigido. 

Mel llegó al Betis con Luis Oliver al mando -éste se decantó por el ex preparador del Rayo tras no llegar a un acuerdo con Víctor Fernández- de una entidad a la deriva y convulsa por todo lo que había supuesto la marcha de Manuel Ruiz de Lopera y la llegada del empresario navarro, que finalmente tuvo que dejar el club al ser intervenido judicialmente. Mientras se producía el desembarco de Bosch, Guillén y Gordillo, entre otros, el entrenador madrileño llevaba a cabo una pretemporada nada fácil, participando en las presentación de los nuevos futbolistas o encargándose, por ejemplo, de la ofrenda floral para la cita anual en la parroquia del Claret. 

Pese a todo, el Betis ascendió como campeón en una campaña en la no faltó una mala racha, algo que ha caracterizado la andadura de Mel en el equipo verdiblanco. Fueron cinco las jornadas sin ganar. Pero muchas más las victorias con buen fútbol, el mismo que lució en los cuartos de final de la Copa del Rey, donde tuteó al Barcelona de Guardiola en una extraordinaria eliminatoria, con un engañoso 5-0 en el Nou Camp y ese meritorio 3-1 en el Villamarín. Finalmente, el cuadro bético certificó el ascenso en el tren de regreso de Tarragona -el Betis cayó 3-1 ante el Nàstic-, tras perder el Granada en Alcorcón. Aquella foto de Mel y Gordillo abrazados, señalando con el dedo índice que el Betis estaba en la máxima categoría. 

El curso 2011-12 supuso otro pasito más de crecimiento, sólo en el plano deportivo, de un Betis que de la mano de Mel logró la permanencia a falta de tres jornadas para el final. Un campeonato en el que los de la Palmera fueron líderes las cuatro primeras jornadas para aparecer luego una dinámica negativa en la que los verdiblancos lograron sólo 1 punto de 30. Fue, entonces, cuando Mel, después de caer a domicilio ante Osasuna, estuvo cerca de ser destituido. Pero una victoria ante el Valencia, en la siguiente jornada, con dos goles de Rubén Castro en el alargue, salvaron al entrenador. 

En la campaña 2012-13, el Betis consigue ir a Europa, a pesar de mostrarse muy irregular a lo largo de la competición. La victoria ante el Zaragoza en el Villamarín, en la penúltima jornada, provoca el delirio en una afición que celebró una clasificación europea que quedó certificada en el Ciutat de valencia ante el Levante (1-1). Ya en la presente temporada, y con una plantilla reforzada con jugadores de Segunda División y perfil bajo, Mel dejará su cargo dejando al equipo colista con 10 puntos en 15 jornadas, pero también clasificado para dieciseisavos de final de la Liga Europa y sin que la grada haya dictado sentencia. 

Los lunares negros de Mel han sido claros. El 5-1 y el 4-0 encajados en el Ramón Sánchez-Pizjuán, que borraron de un plumazo aquel 1-2, con dos goles de Beñat, en Nervión. Todo sin olvidar aquel gesto con el dedo anular tras el empate de Nosa Igiebor en el 3-3 de la campaña pasada en Heliópolis. 

"Cada mañana que me levanto y voy a entrenar al Betis es para mí un día de fiesta", ha dicho Mel en más de una ocasión. Y es que el técnico madrileño no ha ocultado el amor por la entidad de las trece barras en ningún momento, mostrando su deseo de lograr un título después de dos años en Segunda División y dar pasitos al frente cada temporada. 

Los más críticos con Mel le han achacado siempre que éste no supiera manejar al equipo en las situaciones de crisis, con decisiones erróneas y planteamientos pocos acertados en muchos encuentros. 

Los gritos de "¡Pepe Mel, Pepe Mel!" no han dejado de sonar en ningún partido en Heliópolis, ya que el técnico ha tenido y sigue teniendo el cariño de la inmensa mayoría de la afición. La cruz, por contra, está en el propio club. La relación con Vlada Stosic no ha sido nada fluida, como desveló hace poco, públicamente, José Antonio Bosch, quien tampoco ha tenido mucha sintonía con el madrileño, que ha sido el paraguas de un directivo y un secretario técnico no muy bien vistos por un amplio sector del beticismo.

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