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Una bomba silenciosa

  • El Alavés, rocoso y sobrio, amenaza con crear más discordia en un equipo con alma pero sin norte La lluvia, si asoma, aliada de un equipo norteño puro

El bético está hastiado. No tiene hoy nada a qué agarrarse. Si la situación institucional, fruto de una eterna y, por lo visto, absurda judicialización da grima, sobre el césped asiste semana tras semana a los despropósitos de un equipo que no le compensa esos malos tragos que se obliga a leer en blanco sobre negro de lunes a viernes. El equipo, y expira ya noviembre, anda aún en la tarea de encontrarse, de saber cómo hacer las cosas y dejar de dar bandazos. Y los que mandan, si es que en este Betis de mentira manda alguien, andan agazapados y asidos a la convocatoria de la Junta General para ver si los disgustos del equipo son sólo disgustillos y les pueden endosar el marrón al que venga.

Porque la grada ya ha hablado varias veces y hoy, como cualquier domingo, abucheará a su entrenador no más asome éste la cabeza por la bocana de los vestuarios. A Julio Velázquez lo mantiene ese alma de prestidigitador que lo acompaña y la ausencia de un tropiezo serio en Heliópolis, ya que el del Albacete, por temprano, lo salvó. Lo anterior y los miedos de los consejeros y de Alexis, hasta entendibles cuando los manchegos socavaron la moral del beticismo.

Pero el vaso de los ridículos está a rebosar y la gente anda esperanzada en un calendario valle que inaugura este Alavés que no deja de ser una bomba silenciosa en la que pocos han reparado.

Porque hoy, pasadas las seis de la tarde, pocos de los que se sienten en la grada heliopolitana sabrán quién es Alberto López, el técnico de los vitorianos, ni siquiera la mayoría de sus futbolistas, pues los tres o cuatro que puedan tener cierto nombre o trayectoria, casos de Jarosik, Juli, Toti o los ex béticos Goitia y Juanma, no estarán en principio sobre el césped.

Un equipo anónimo, que pulula por la tabla sin hacer ruido, empatando mucho -hasta 7 veces firmó tablas en 13 partidos-, en la zona media, pero que apenas encaja goles, tarea en la que rivaliza con los gallitos de la categoría. Un equipo norteño puro, peligrosísimo en Mendizorroza pero que también puede dar juego fuera con su búsqueda del pelotazo y el juego aéreo, máxime si la lluvia, como amenaza, hace acto de presencia en la ciudad del Sol.

Velázquez lo sabe, pero sólo le queda una, tratar de ir al intercambio de golpes, al ataque sin cuartel que intentase emprender ya ante el Recreativo y que sólo le diera frutos en forma de fútbol también en la primera mitad ante Osasuna. Lo contrario, jugar a especular, sería un suicidio, máxime con la grada en un estado tan efervescente como irascible y comprensible.

Aunque él pueda pensar lo contrario, la baja por sanción de Jordi le arregla un tanto las cosas. El que lo releve, ya sean N'Diaye o Perquis, será mejor. A esa baja se le une la otra del costado izquierdo de la zaga, ése que arruinó la fiesta en La Romareda, aunque en este caso la decisión ha sido voluntaria. Varela, al que puso a prueba no citándolo ya la semana en la que se lesionó Álex Martínez -también era obligado cargarse de razones ante Casado-, al que ha podido incluso querer espolear con su ninguneo en los entrenamientos, será el relevo del madrileño en la lateral izquierdo, a no ser que invente con Cejudo, Molinero o algo parecido.

Pero hay más dudas, ya que en el centro del campo hay overbooking. Se antoja fijo Xavi Torres, por el gusto del técnico y porque Lolo Reyes no anda fino, y lo será N'Diaye si no juega en el centro de la defensa. El chileno, Matilla y Dani Ceballos, uno de ellos escorado a la izquierda se juegan uno o dos puestos. En la derecha debería jugar Kadir y más arriba los de siempre, Rennella y Rubén Castro.

Potencial de sobra para destrozar a este Alavés que suma seis partidos sin perder y cuatro empates consecutivos. Aunque es un partido que demanda paciencia y ésta sólo le será posible a los verdiblancos si con un juego inteligente maduran el partido. En caso contrario o de marcar antes el Alavés, la grada estallaría. Sólo el calendario, con Llagostera, Mallorca, Lugo y Racing, le da hoy algo de aire. Pero la coartada la tumbaría este Alavés de puntuar. Habló Xavi Torres de una conjura interna y será verdad. Porque los futbolistas tienen alma, pero el equipo ninguna. ¿Lo entienden?

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