Liga Europa: Sevilla - Villarreal · la crónica

El camaleónico Sevilla de Emery (2-1)

  • Los blancos, una vez más, vuelven a adaptarse a las circunstancias que les demandaba el partido y superan otra vez al Villarreal. El campeón ejerce como tal para sumar cuatro triunfos de cuatro en las eliminatorias.

El Sevilla sigue con su inmaculado camino en la fase de eliminatorias de la Liga Europa. Los blancos se metieron este jueves en los cuartos de final, nada más y nada menos que en la ronda a la que llegan sólo los ocho mejores, y lo hicieron con un triunfo más. Eso tiene mucho mérito y es conveniente resaltarlo así. No se puede obviar que los rivales que se han cruzado en el camino de los hombres de Emery han sido el Borussia Mönchengladbach y el Villarreal, dos de los equipos de las principales ligas continentales que más piropos acaparan de los especialistas por su propuesta balompédica. Ambos, sin embargo, se quedaron en un quiero y no puedo en los cuatro encuentros en los que se enfrentaron con los nervionenses y el Villarreal, claro está, no podía ser una excepción en este sentido. El cuadro de Marcelino volvió a cargar con el peso del litigio, pero el manejo del juego del actual campeón, que por algo lo es y, de momento, lo sigue siendo, impuso finalmente el método más adecuado.

Porque el Sevilla, una vez más, supo adaptarse a la perfección a lo que le demandaba esta segunda cita de los octavos de final. Si el camino escogido en Villarreal hace justo siete días había sido el correcto para acabar con una sonrisa de oreja a oreja, ¿qué razón había para cambiarlo? Ninguna, es evidente, y ése sería el razonamiento de Unai Emery a la hora de plantear la estrategia junto a su cuerpo técnico. Así que sólo había que combinar las piezas para tratar de que el ausente Krychowiak no se echara en falta, lo cual, sin duda, es mucho pedir. Pero en esa baile de cromos para que todo continuara de la misma manera tenía cabida Carriço, el comodín del grupo. El portugués se fue al centro junto a Mbia para que Kolodziejczak, ausente en la lista en El Madrigal, se encargara de cubrirle las espaldas. De manera excelente, por cierto, tanto en lo referente al central como al ayer medio centro defensivo. Arriba todo continuaba igual con Iborra tratando de peinar todos los balones directos que le llegaran y el trío de delanteros muy atentos a ello.

Ésa, sin embargo, sería la principal diferencia respecto al primero de los encuentros. Iborra volvió a tocar una infinidad de balones, sin importarle siquiera que esta vez tenía que chocar con Pina, mucho más corpulento, pero el esférico rara vez le caía en los pies a Gameiro, Vitolo y Aleix Vidal, quienes tenían muchas más dificultades para quedárselo. Entre otras cosas porque la lluvia constante jugaba en contra de la precisión en los controles cuando se tiene al rival encima.

Pero tampoco es cuestión de lamentarse por ello, este Sevilla, el Sevilla de Emery, tiene la facultad de adaptación al medio de los camaleones, colorea su piel como le va interesando y siempre lleva el juego al terreno que más le interesa. En esta ocasión era fundamental no permitir las salidas en contragolpes del Villarreal, acabar el partido con once futbolistas y tener la paciencia necesaria para que el índice de efectividad se acercara al ciento por ciento. Tres cuestiones que figurarían en el ideario previo de Emery y que los suyos ejecutaron de una manera casi perfecta. Porque Vietto lloraba de impotencia en el banquillo cuando fue sustituido al final tras constatar que no se había podido poner ni una sola vez de gol delante de Sergio Rico, ni él ni ninguno de sus compañeros; a la hora de medir los riesgos con un terreno de juego tan mojado lo mejor fue no dar lugar a la duda y los locales no vieron ninguna cartulina amarilla, mientras que el Villarreal sí se quedaba con diez por los riesgos corridos por Bailly; y, por último, la paciencia y la efectividad...

En el primer periodo apenas existieron jugadas de peligro favorables para los blanquirrojos, pero con la salida de Bacca y el Villarreal corriendo más riesgos de la cuenta llegó el momento de finiquitar aquello. El colombiano desperdició la primera por no ser más egoísta, pero cuando Mbia lo volvió a habilitar segundos después sí vio a Iborra en una posición perfecta para rematar la faena. Una de dos, no está mal el índice de efectividad, que se incrementaría hasta el dos de tres con el cabezazo de Denis Suárez a la red de Sergio Asenjo. 

El Sevilla había sabido jugar sus bazas, como casi tantas y tantas veces desde que Emery lo entrena, y desnudó de esa manera a un Villarreal que se quedaba en el quiero y no puedo. Los amarillos, que como otros muchos equipos soñaban con sus momentos de gloria en esta Liga Europa, se quedaban en el fútbol de toco y me acerco a la portería rival hasta que se topaban con el muro defensivo. La única solución que tuvieron fueron centros rasos y duros y los disparos desde el borde del área, pero Sergio Rico les transmitió desde el principio que estaba dispuesto a blocar todos los balones.

El dominio territorial fue visitante, es verdad, pero qué más da. El campeón meterá hoy de nuevo su bola en el bombo y es uno de los ocho equipos, ocho, que siguen teniendo derecho a soñar. Por algo será...

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