Liga Europa · Fiorentina-Sevilla · El apunte

Un estoque de pizarra

  • La estrategia, una de las diversas señas del Sevilla de Emery, aparece dos veces para abortar cualquier intento de remontada de la Fiorentina.

Unas de las múltiples señas de identidad de este Sevilla que ha armado Unai Emery, que se ha metido por segunda vez consecutiva en toda una final europea, es la estrategia a balón parado. A pesar de que ya no estaba Rakitic, la pizarra irrumpió de nuevo con una gran eficacia a principio de temporada. Hasta el punto de que el partido de la primera vuelta de la Liga frente al Atlético de Madrid fue vista como una batalla en este aspecto, de la que salió victorioso el campeón liguero con contundencia. A medida que ha avanzado el curso, muchos equipos le han ido tomando la medida a las jugadas sevillistas y el balón parado, aunque no menos peligroso, sí ha sido menos rentable. Hasta hoy, cuando, en la vuelta de las semifinales de la Liga Europa ante la Fiorentina (0-2), ha reaparecido para acabar de certificar -si no lo estaba ya- el pase de los de Emery a la final de Varsovia con dos tantos en sendas faltas.

Era el contragolpe el arma considerado más letal para abortar cualquier intento de remontada del equipo viola. Empezaron los italianos como debían, embotellando de inicio a un Sevilla que no lograba salir con claridad porque no encontraba a Banega. Con esas fue Aléix Vidal, el héroe de la ida que antes había reclamado penalti cuando se disponía a centrar desde la línea de fondo en el área pequeña, quien robó una pelota a Marcos Alonso y luego forzó una falta fea de Pizarro, amarilla incluida. La acción iba ser determinante, porque el centro de Banega al primer palo, tras acaparar Kolo la atención de la zaga, fue cazado por Bacca en el área pequeña para hacer el primero y congelar cualquier esperanza local de machada. Era el minuto 22. La estrategia volvía a funcionar para hacer lo que se quería, marcar pronto.

Los italianos tenían que hacer ahora el imposible de cinco goles con algo menos de 70 minutos por delante. Sin embargo, el Sevilla iba a asestar otro golpe mortal a su rival sólo cinco minutos más tarde. De nuevo sacando provecho de una falta con una jugada de las más conocida de la libreta de Emery. Era un balón vertical escorado algo a la izquierda. Normalmente esa pelota va templada casi a la línea de fondo del lado contrario del área para que -la temporada pasada Fazio- Krychowiak, M'Bia o Iborra toque al centro y se remate. Esta no vez fue ninguno de los hombres altos sino Coke el que sorprendió a la defensa italiana para poner el pase de la muerte a Carriço y darle la puntilla definitiva a la Fiorentina.

La polivalencia es el fuerte de este Sevilla. Tiene tantas alternativas como trabajo encima y eso ofrece un ramillete para decidir que sólo está al alcance de los equipos grandes. Y si el Sevilla no lo es por dinero, como demuestra su hazaña de hoy, lo es por otras cosas.

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