LA PREVIA

Su guerra es otra

  • El Sevilla, con el derbi y el Shakhtar en el horizonte, viaja tocado por su mala racha y la fatiga a El Molinón, donde el Sporting se juega el pellejo.

Ya va tarde el Sevilla a la guerra de la Liga. Muy mal lo tendría que hacer el equipo de Unai Emery para no estar en Europa el curso que viene. Perdida ya toda posibilidad de pujar por la cuarta plaza, por mucho que las matemáticas aún digan lo contrario, la renta de ocho puntos que mantiene sobre sus inmediatos perseguidores se antoja suficiente, con 15 puntos por disputar, para que la Liga Europa sea el destino de nuevo de este equipo que se ha empeñado en hacer suya la competición. Las semifinales del torneo asoman ya en el horizonte más próximo y ésa sí es la verdadera guerra de un grupo que llega tocadísimo, por su mala racha liguera y por la fatiga acumulada, a un partido que es una inoportuna china en el zapato. La hostilidad de El Molinón y la necesidad del Sporting añaden un picante que al Sevilla le resulta molesto como una avispa que se cuele en el coche tras un largo viaje.

El Sporting es un equipo caracterizado por la intensidad y la raza y defiende su derecho a seguir vivo en la Liga. El equipo de Abelardo está metido hasta el cuello en la ciénaga de la lucha por la permanencia y afronta el partido como una auténtica final, con la ventaja de ser, de los tres de abajo, el único que juega al calor de su fiel hinchada. Una afición que, además de muy futbolera y leal, tiene el denominador común de un odio visceral al Sevilla por no se sabe qué motivo concreto, más allá de algunas peleas de cierto calado entre los ultras de ambos clubes, de contraria ideología política, y aquel Sevilla-Oviedo de triste recuerdo con el que los nervionenses devolvieron otro Betis-Sporting igualmente esperpéntico. De aquello hace ya casi dos décadas y ambos partidos fueron fruto del cainismo más ruin. No responde a la olvidadiza juventud actual tener presente aquellos polvos que trajeron estos lodos, pero lo cierto es que en el fuego cruzado al Sevilla le ha tocado ser recibido en El Molinón como si se tratase del mismísimo Oviedo. Quizá no tanto...

La realidad es que a este avispero acude hoy un Sevilla aguijoneado por las lesiones y la fatiga muscular, producto de ser el equipo español con más partidos acumulados, nada menos que 54 tras las 33 jornadas ligueras, la docena de partidos europeos entre Champions y Liga Europa, los ocho de Copa y el temprano de la Supercopa de Europa que hizo arrancar el motor antes de lo habitual. El Barcelona, que lleva un par de partidos menos que el Sevilla (en la Champions hay una eliminatoria menos), atraviesa una crisis idéntica a la del otro finalista copero y algo tendrá que ver la carga de partidos y aquel hermoso pistoletazo de salida de ambos en Tiflis el ya lejanísimo 11 de agosto pasado. Que el Sevilla pueda igualar el récord de 63 partidos oficiales de la temporada 06-07 habla a las claras de lo que lleva en el cuerpo un grupo que pierde para este tramo inmediato a Vitolo y tiene entre algodones a Gameiro y a Reyes.

Por todo ello, está claro que la batalla de hoy, no otra cosa va a plantear el Sporting, es de una guerra que ya dejó atrás el Sevilla, quizá en aquel frustrante empate en Vallecas. Excepto a efectos de reparto televisivo y programación del calendario estival, da más o menos igual quedar quinto que séptimo, por lo que parece temerario que Emery gaste energía inútilmente en El Molinón, cuando hasta ahora su equipo no ha sido capaz de ganar ningún partido de Liga lejos de Nervión.

Aun así, tal y como dice Emery, es una prueba de alto voltaje, otro reto más en un camino larguísimo en el que también se aprende en cada parada. Y competir bajo esas asfixiantes condiciones puede servir de experiencia para lo que de verdad importa ya, Europa y la Copa del Rey.

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