Liga europa · maribor-sevilla

¿Qué mitad es peor la llena o la vacía? (2-2)

  • El Sevilla vuelve a tirar una ventaja sobre un rival inferior y deja la eliminatoria con un hilo de riesgo para la vuelta. Los de Emery, arrastrados por un descolocado Cristóforo, arruinan su remontada a 8 minutos del final.

El Sevilla sigue empeñado en andar por las cornisas de los tejados hasta en los días en los que puede escapar por pasillos con alfombras. Decía Emery que le importaban más los resultados que las sensaciones, pero lo cierto es que su equipo volvió de Eslovenia sin ninguna de las dos cosas, sin resultado -pues debió ganar al Maribor- y, sobre todo, sin buenas sensaciones.

Porque el Sevilla, independientemente de que pase o no la eliminatoria y de que tenga más o menos papeletas de hacerlo con la vuelta en casa, nunca debió dejar escapar la ocasión de ganar un partido que se le puso de cara después de sufrir un arranque difícil. Los ayer de amarillo (normalmente de blanco o rojo) son superiores en calidad a un equipo esloveno que sí lo aventajó en físico en muchas fases del partido. Pero eso no debería ser suficiente para que los nervionenses no se fueran al vestuario con la victoria en el bolsillo. Pero una vez más la nula gestión de las transiciones ataque-defensa volvió a empujar al Sevilla al pretil de la ventana. Y Cristóforo, un jugador que explicó en cada acción por qué no tiene más minutos en la Liga, liquidó lo que parecía conseguido con una pésima salida a la presión en la jugada que igualaba el 1-2 a ocho minutos del final, como todas las que hizo sin que su entrenador se decidiera a sentarlo.

Y fue una lástima porque el Sevilla tuvo muchísimas más ocasiones que su rival, un Maribor muy esponjoso en defensa, pero bastante peligroso con espacios arriba. Pero eso fue precisamente lo que le dio el Sevilla, espacios. El empate acabó siendo un ni fú ni fa para los sevillistas, que hasta sobre la hora no podían explicarse cómo Iborra no había podido introducir el balón en la portería de Handanovic con éste en el suelo y todo a favor segundos después de que la cruceta repeliera un trallazo de Trochowski. El 2-2, como aquello de la botella medio llena o medio vacía, no es un mal resultado, pero tampoco se puede considerar bueno comprobado el potencial del rival y cómo se puso la noche. Tendrán que rematar la faena los de Emery en el Sánchez-Pizjuán con el vértigo que -digan lo que digan- siempre supone jugar la vuelta de una eliminatoria en casa. Hagan memoria si no y repasen en qué escenario se produjeron sonadas caídas que se recuerdan en la historia reciente de este Sevilla: Fenerbahçe, CSKA Moscú o más recientemente, Atlético en la pasada Copa o Racing en la presente trayendo un 0-1 de Santander.

Ya en la primera parte al Sevilla le torcieron el guión bastante pronto. Puede que la solución de salida ideada por Emery tuviera su parte de lógica, pero dejó algún cabo suelto, desde luego. Tras meses y meses devanándose el cerebro con la posición de Rakitic, que si arriba o abajo, que si abajo en casa y arriba fuera; que si arriba en casa si es ante el Barcelona... en Eslovenia optó por un híbrido. El suizo-croata era un delantero más presionando arriba junto a Gameiro cuando la posesión era del Maribor, pero cuando el Sevilla recuperaba la pelota recorría 20 metros hacia atrás para pedir el balón e iniciar las jugadas de ataque más limpiamente de lo que lo podía hacer la pareja de pivotes que Emery eligió de salida. Y por ahí empezó a írsele la noche al vasco. Cristóforo y Carriço son, con diferencia, sus medios centro con menos ritmo. Pero con el uruguayo se le suma que no sabe ubicarse en las transiciones. Como ante el Estoril, como ante el Slovan, Cristóforo salía mal en la presión y producía un desequilibrio que traía locos a Carriço y, sobre todo, a Pareja, otro que tampoco es que ande sobrado de sentido de elección de las coordenadas. Se ubicaba mal y la potencia física de los puntas del Maribor hacían sufrir a un sistema defensivo que sigue siendo la asignatura que se le atraganta a Emery. Y ayer, como otras tantas veces, era una pena porque el rival en la zona de atrás era un flan. Sólo faltaba esperar a que las fuerzas de los Mendy, Tavares y Bohar fueran mermando con el paso de los minutos a base de no dar espacios no descolocándose. Era tan fácil como eso, pero era precisamente lo que Cristóforo se llevó haciendo toda la noche.

El Maribor se adelantó en un balón gestado en esa zona y rematado con una subida espectacular del lateral en una fase en la que Gameiro empezaba a fallar ocasiones imperdonables. Acertó en el arranque de la segunda parte, en la que el Sevilla empezó a notar positivamente la vuelta de Marko Marin. Un buen balón de Navarro dio lugar a un córner que ya sale de memoria: de la bota derecha de Rakitic a la cabeza de Fazio, pero llegaría el vértigo de siempre. Como ante Levante, Málaga, incluso ante el Barça... ponerse por delante supone meter un petardo en el zaguán de la casa de uno y Cristóforo, que seguía en el campo pese a todos los avisos que dio, lo metió para dentro. El resultado, un 2-2 que es una botella medio llena o medio vacía. Lo malo es que no se sabe qué mitad es peor.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios