El nudo gordiano en casa

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El Sevilla busca su identidad con el balón para recuperar su fortaleza en Nervión El Getafe, rival directo, examina su rendimiento sin Iborra

Rakitic, manipulado por el preparador físico en una imagen de archivo.
Rakitic, manipulado por el preparador físico en una imagen de archivo.
Jesús Alba

05 de enero 2014 - 05:02

Con la asignatura pendiente de volver a ser un equipo fuerte en casa, como lo fue en el primer tramo del campeonato, afronta el Sevilla de Unai Emery el primer partido del año. Y lo hace en mitad de varias sensaciones contrapuestas. Por un lado, la clara mejoría que el cuadro nervionense ha experimentado en sus desplazamientos, con una racha positiva después de más de un año sin ganar fuera, pero por otro lado también sigue pesando el fracaso en una de las competiciones en las que había más esperanzas, la Copa del Rey. Y es que la eliminación copera con todo a favor tras ganarle en Santander a un Racing de Segunda B entronca con la preocupación que en el seno de la entidad ha levantado el comportamiento del equipo en sus últimas citas en el Sánchez-Pizjuán.

El propio Emery recordaba el pasado viernes que el Sevilla sólo ha ganado un partido, al Betis, de los seis últimos que ha disputado ante su afición, así que la necesidad se reconoce y se asume. El Sevilla debe ganar al Getafe porque no hacerlo sería que dos rivales directos pasaran por Nervión llevándose un botín que no están los de Emery para regalar. La temporada no puede considerarse como buena cuando aún no ha logrado engancharse a los seis primeros clasificados, objetivo inicial de la entidad tras una inversión bastante potente en jugadores.

No se sabe si el parón habrá venido bien o mal a un equipo que acabó el año ganando en El Madrigal al Villarreal -otro rival directo ante el que esta vez sí supo dar la medida-, pero lo que sí es seguro es que ha permitido que el grupo aumente en número con la recuperación de un futbolista al que hay ganas de ver tras las breves pinceladas que ofreció al comienzo de la temporada. Marko Marin vuelve a una convocatoria después de una lesión muscular que se ha alargado mucho, aunque no se intuye titular. El pequeño mediapunta cedido por el Chelsea llegó en verano como refuerzo estrella y ofrece una opción más en la línea de tres cuartos, donde otros jugadores se han ganado un respeto durante su ausencia. También habrá que ver si el alemán en su regreso juega más con sus compañeros que antes de su lesión, aunque su calidad es mucha y puede ser un jugador impredecible cuando el balón cae en sus pies.

Pero como lo que interesa es el colectivo, no será bueno fiarse en la mañanita de Reyes cuando, además, con no pocas bajas tiene que armar un equipo el entrenador vasco. La más importante, sin duda, la de Iborra, el futbolista que estaba dando el equilibrio al equipo con su personalidad en el centro del campo. Sancionado como Diogo Figueiras y Cala, el valenciano ha dado mucho poder por su manera de intimidar y ha elevado la efectividad en la estrategia ofensiva. Porque este Sevilla intentará jugar a una cosa, con una propuesta de posesión y demás, pero al final lo que temen los entrenadores rivales es su juego aéreo a balón parado y su contragolpe. Y aquí se trata de ser prácticos y ganar partidos.

Y ahí, sin Iborra, se va a localizar el nudo gordiano de este Sevilla. Si en casa ha perdido el control de los partidos en muchas ocasiones por su falta de posesión de la pelota, mucho ha tenido que ver con la ubicación más adelantada de Rakitic. Y si defensivamente en otros con el suizo-croata atrás faltó orden defensivo, el entrenador está en la complicada búsqueda de la fórmula mágica. Que M'Bia sea de nuevo el encargado de hacer de ancla no debe mejorar las cosas, pero urge que Emery encuentre en casa la fórmula que le haga ganar partidos igual que fuera lo ha hecho con el juego a balón parado con Fazio e Iborra y la velocidad de los Vitolo, Jairo y la potencia de Bacca. Por el horario y por ser el día de Reyes, la afición lo merece.

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