Betis-tenerife

Esa pareja es un tesoro (3-1)

  • Jorge Molina y Rubén Castro se bastan para superar a un Tenerife que llegó a inquietar en Heliópolis. El Betis, con más intención que fútbol, sólo se sintió cómodo con espacios.

Casi cinco años después, el Betis continúa con un tesoro en su ataque. Jorge Molina y Rubén Castro, dos de los principales protagonistas del último ascenso, demuestran una y otra vez que el tiempo sigue sin pasar para ellos. Esa estampa tantas veces repetida en Heliópolis volvió a aparecer para decidir el encuentro y sellar la primera victoria de Pepe Mel en su regreso al Betis. No fue el mejor partido de los verdiblancos, que sí acabaron jugando a placer con 3-1 y ante un rival en inferioridad, pero claro, pocos pueden decir en el fútbol español que disponen de una pareja de delanteros con tanta sintonía. Jorge y Rubén, Rubén y Jorge, como cada uno lo quiera decir, sí valen un ascenso.

La idea de Mel se evidenció desde el primer momento, con un Betis que pretendía salir con el balón jugado desde atrás dirigido por Dani Ceballos. El escaso ritmo en la circulación de la pelota y las numerosas imprecisiones en el pase provocaron que el conjunto verdiblanco fuera incapaz de sorprender a un Tenerife que se resguardaba atrás. El utrerano intentaba acaparar el juego, pero sin ayudas. Ni Xavi Torres ni los dos extremos, Cejudo y Dani Pacheco, ayudaban en esa tarea y sólo Jorge Molina servía de desahogo. Pero ni así. Con ese fútbol a cámara lenta, los verdiblancos apenas desbordaban y todo el juego se acababa en las cercanías del área tinerfeña.

Ese escaso peligro bético incluso provocó que los de Álvaro Cervera salieran de su cueva, sin escesivo peligro, pero sí permitiendo que se generasen más espacios en su propio campo. Precisamente, ese paso adelante visitante sirvió para que el Betis pudiera otorgarle velocidad al juego. Primero Jorge Molina, tras un centro de Cejudo, con un remate de cabeza, y luego el propio extremo diestro, en un contragolpe perfectamente lanzado por Dani Pacheco y Rubén Castro y que acabó con un remate de Cejudo por encima del larguero, pudieron adelantar a los de Mel. Cuando todo parecía encaminado a una igualada al descanso, un centro de Molinero que se quedó casi sobre la línea de fondo acabaría en un penalti sobre Jorge Molina, derribado por el meta Roberto en su apresurada salida. Rubén Castro agarró el balón para lograr el 1-0, con dedicatoria a su futuro nacimiento incluido.

Esa relativa tranquilidad con la que se llegó al descanso no sirvió para que el Betis se gustase. De nuevo con dificultades para generar fútbol en los ataques posicionales, los de Mel no se encontraban cómodos en el campo. Más de uno torcía el gesto en la grada, como viendo venir lo que sucedería poco después. Y es que en una acción a balón parado sin aparente peligro, Ifrán, el único con capacidad para anotar en el bando tinerfeño, se encontró, sin oposición, con el balón pegado a su tacón y ese remate de espuela colocó el 1-1.

La reacción de Mel no se hizo esperar e introdujo a Matilla sobre el césped para liberar en ataque a Dani Ceballos, con demasiada responsabilidad defensiva partiendo desde el centro, pero sería una acción de la pareja de siempre la que desnivelaría definitivamente el partido. Ni la nerviosera que ya empezaba a vislumbrarse en la grada frenó a Jorge Molina, que conectó con Rubén Castro en el corazón del área. El canario, con esa sangre fría de los mejores goleadores, recortó, se frenó y la puso con suavidad lejos del alcance de Roberto. 2-1 y Heliópolis ahora sí comenzaba a ver la luz.

Apenas seis minutos después, todo se pondría mucho más de cara con la justa expulsión de Carlos Ruiz, lo que dejó al Tenerife sin esperanza alguna de lograr otra igualada. Para despejar las posibles dudas, cómo no, aparecería de nuevo esa sociedad de oro del ataque bético para en un contragolpe de manual colocar el definitivo 3-1. Esta vez, con roles cambiados, y Rubén, en una demostración de generosidad, cediendo el balón a Jorge para que éste anotase a placer. Luego llegarían los olés, los cánticos a Mel y la ovación a un equipo que acabó gustándose sobre el césped como hacía tiempo que no ocurría. Fue una victoria sufrida, como casi todas las de esta Segunda, pero es que Mel sí entiende que contar con Rubén Castro y Jorge Molina es un tesoro al alcance sólo de aquellos que optan al tren del ascenso.

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