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Ante ustedes, Beñat (2-1)

  • El Betis descubre a un medio centro mandón y despacha al Salamanca en una segunda parte intensa jugada en terreno adversario. El hambre del equipo da la vuelta al gol charro

Hace poco más de un año purgaba penas cedido en el Conquense al no hallar hueco entre los cachorros que iba llamando a filas Caparrós en el Athletic. Ayer lo descubrió el Betis y puede ser un futbolista importante en Segunda División. Reclutado por Oli para el filial, Beñat se echó el equipo a la espalda en la segunda parte y, golazo al margen, se reveló como el hombre clave para que su equipo esté presente en el siguiente bombo copero.

Es pequeño pero fuerte. De zancada corta pero constante. Y, sobre todo, tiene hambre. El hambre de ese futbolista que ya con 23 años empieza a dudar si le llegará su oportunidad y se agarra a ella con la fe del carbonero, la de la gente sana y sencilla. Aglutina este Beñat un ramillete de las cualidades que adornan a este nuevo Betis y que, amén del hambre, pueden resumirse en la preponderancia del colectivo sobre las individualidades. Y es que este Betis, el desganado de la primera parte y el que resurgió brioso tras el descanso, es siempre un equipo. Y eso es una buena noticia.

El partido de Beñat fue la continuación de su debut liguero el pasado domingo. Su entrada al campo por Momo a los 70 minutos, cuando el Betis se adormecía y el Granada merodeaba con ínfulas de igualada, fue clave. No sólo por el equilibrio que aportó al mediocampo, sino porque la liberación de Salva Sevilla, ese cerebro ayer ausente, fue la espoleta que desató y desatascó al equipo en un visto y no visto.

Ayer, Beñat no sólo lució como sujeto pasivo de una genial maniobra de su entrenador. Él fue quien rescató a un Betis que antes del descanso se había esfumado en diez minutos al rebufo de un calor desparramado, de las imprecisiones de Emana en los controles y en el pase, de las decisiones de un árbitro nefando, de la atrabilis que ya desprendía la lesión de Jorge Molina...

Pero este joven de tren inferior potente se inventó un gol que puede hacerlo futbolista. Es pronto para decir si caro porque, no se olvide, juega en el reino de la mediocridad, pero sí que desprende la sensación de que es un nuevo futbolista para este ortodoxo Betis que maneja Pepe Mel. Cogió un balón rechazado que volaba y, a la vez que lo pinchó, sorteó a dos rivales mientras pergeñaba un disparo que, tocadito de exterior, se iba a ir alejando de las manos de Bernabé en pos de las mallas de la portería de Gol Norte.

El balón era del Betis en esos compases y le iba a pertenecer ya hasta el epílogo. La siempre dubitativa zaga verdiblanca, que había regalado un gol al filo del descanso tras una mala defensa de Isidoro y Fran No que exageró Razak -la cantera, ¡caray!, también tiene sus riesgos-, se adelantó unos metros. Los centrocampistas, en campo contrario, fueron a la presión con los dientes apretados, los delanteros colaboraron y el Salamanca se fue del partido engullido por un Betis que había descubierto que la mejor manera de taparse atrás es, lógicamente, con el balón en propiedad y bien lejitos de su guardameta...

Por entonces, Beñat comenzaba a gustarse. Iriney, toda la noche liberado por el buen quehacer del futbolista de Igorre, emulaba a éste con disparos lejanos preñados de veneno. Él, mientras, cuando no robaba un balón lo abría con intención a las bandas para iniciar los ataques. La confianza de Beñat era la del propio Betis. Un equipo que gustó y se gustó y al que no le sobró ni la patada medio alevosa que su pequeño centrocampista despachó a Endika para dejarle claro que con su pan no se juega.

Ni una sola opción de gol se le contabiliza al ninguneado Salamanca desde que el Betis se puso serio ante un equipo que, dos meses y medio atrás en el Helmántico, había sido actor muy directo de su frustrado ascenso.

Pero este Betis, que se presentó con siete caras nuevas respecto al que había goleado al Granada, enarbola unas credenciales diferentes a las del que entrenaron Tapia y Víctor Fernández. Los 19 hombres que ya se han vestido con su camiseta muestran un compromiso desconocido y hasta elogiable viendo los nubarrones que se ciernen en su entorno. Así sea en la Liga como en la Copa, que no está el hincha bético para ridículos también en el césped.

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