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Economía

Agro Sevilla baja un 15% la producción de aceituna negra y elimina 50 empleos

  • La cooperativa celebra su 40 aniversario con la vista puesta en los aranceles de Trump

  • Prevé llegar, si las tasas no se revierten, a los 100 puestos suprimidos y cerrar su filial en EEUU

Gabriel Redondo (derecha), presidente de Agro Sevilla, muestra el diploma de Entidad Asociativa Prioritaria de la Junta junto al consejero Rodrigo Sánchez Haro.

Gabriel Redondo (derecha), presidente de Agro Sevilla, muestra el diploma de Entidad Asociativa Prioritaria de la Junta junto al consejero Rodrigo Sánchez Haro. / m. g.

La cooperativa sevillana Agro Sevilla celebró ayer, en su sede de La Roda de Andalucía, sus 40 años de vida, y de éxitos, con la presencia del consejero de Agricultura, Rodrigo Sánchez Haro, y de cientos de agricultores, trabajadores, representantes del mundo agrario y proveedores.

Sus números son, en efecto, una invitación a la celebración. Primera empresa productora, envasadora y exportadora del mundo de aceituna de mesa, con 80.000 toneladas; presencia en 70 países, 12 socios cooperativos, 450 trabajadores y más de 4.000 agricultores vinculados, 173 millones de facturación en 2017 y una planta industrial de 180.000 metros cuadrados, con una fuerte inversión en los últimos años.

El sector redobla su exigencia a la UE para que responda a EEUU con contundencia

Hay mucho que festejar, sí, pero también hay un lunar: la ofensiva de Trump contra la aceituna negra española -la que suele ir a pizzas y ensaladas- por, presuntamente, beneficiarse de las ayudas a la producción y por dumping; es decir, por vender el producto por debajo de un precio razonable de mercado para eliminar la competencia.

Agro Sevilla es una de las directamente investigadas en el proceso (junto con Ángel Camacho y Aceitunas Guadalquivir) y ya sufre los efectos de los aranceles impuestos de manera provisional: un 2,47% por las subvenciones y un 14,64% por dumping en el caso de la cooperativa de la Roda. Según anunció ayer su presidente, Gabriel Redondo, la producción de aceituna negra se ha reducido en la fábrica un 15%, lo cual es muy significativo por varias razones. En primer lugar, Agro Sevilla, que exporta prácticamente la totalidad de su aceituna, produce un 70% negra -la preferida en el exterior- y un 30% verde. Además, su principal mercado es EEUU. Uno de cada cuatro euros que factura, el 25%, procede de ese país y el 15% del total es aceituna negra. Recordemos que el sector ha reducido un 42% las exportaciones de este producto al país en sólo tres meses, de enero a marzo.

"Estábamos al 80% o 90% de la capacidad máxima en la línea de producción de aceituna negra y hemos caído al 50%; así es imposible que haya rentabilidad", señala Gabriel Redondo, quien lamenta que esta situación se haya producido después de que la cooperativa haya invertido dos millones de euros en esta línea.

Siguiendo la lógica, si la producción decae el empleo se ve afectado. Y ya sucede así en Agro Sevilla. De momento, la empresa ha prescindido de 50 empleos que venían a través de empresas de trabajo temporal, y si los aranceles de Trump acaban confirmándose (por ahora son preliminares), el número puede subir a 100. Este número sería lo suficientemente amplio como para que pudiera haber algún expediente de regulación, ya que podrían verse afectados los trabajadores fijos discontinuos que componen el grueso de la plantilla actual.

En EEUU, la filial de Agro Sevilla en Herndon (Virginia), donde trabajan 12 personas, está en riesgo de desaparecer. La cooperativa sufre, de hecho, un doble castigo ya que también es importadora de sus propios productos. Es decir, es la que paga directamente los aranceles, no usa a un importador para ello. Ahora mismo importa producto a sabiendas de que no es rentable, con el objetivo de conservar mercado a la espera de saber la decisión final de la Administración Trump. Pero ya hay clientes finales que han rescindido o "redistribuido" sus contratos tras encarecerse la aceituna. Redondo pone el ejemplo de la segunda empresa de pizzerías de Estados Unidos, a la que antes se proveía del 100% de las aceitunas negras por parte de Agro Sevilla y ahora esta cifra se ha reducido al 20%.

Redondo también prevé que se produzcan efectos en el campo, de cara a la próxima campaña. Ya avisa a los agricultores de que enfoquen sus esfuerzos a la aceituna destinada a verde y no a aquella que sea más propicia para ser tratada como negra. Eso, teóricamente, aumentará el stock de la verde y puede producir desequilibrios que repercutan en el precio en origen del producto.

Tanto Gabriel Redondo como el consejero Sánchez Haro insisten en que la UE debe pasar a la acción y responder a Trump con una lista de productos americanos a los que imponer aranceles. Redondo recuerda que en EEUU la jurisprudencia es muy importante y si se sienta el precedente de poner en cuestión las ayudas europeas de la PAC -como es el caso- detrás de la aceituna negra vendrán otros productos, algo que, según él, Europa no puede permitir.

El presidente de Agro Sevilla, además, ya no es tan optimista respecto al resultado final del proceso como hace un par de meses. No se cuenta con el dictamen favorable del Departamento de Comercio, previsto para el 11 de junio, sobre las ayudas a la producción y el dumping, pero sí con el de la Comisión de Comercio Internacional, un organismo autónomo de la propia EEUU que decidirá el 24 de julio, en este caso sobre si las empresas californianas denunciantes han resultado perjudicadas por el sector español. Si el fallo es favorable, quedarían anulados todos los aranceles, si aún los hubiera.

Pues bien, la semana pasada hubo una especie de vista de esta comisión con la defensa de la aceituna española -que le ha costado cinco millones de euros al sector- y fue, para Redondo, muy decepcionante. Los miembros de esta comisión clave son seis: dos furibundos trumpistas con los que no hay nada que hacer; dos que sí mostraron "inteligencia" para entender la posición española y otros dos que ni siquiera asistieron a la reunión. Ante ello, Redondo apela a Europa. "A un agricultor francés no se le toca y con el cava catalán esto no hubiera pasado", dice.

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