Los consejeros a favor de la fusión critican el rupturismo de la Iglesia
Lamentan que el Cabildo dinamitara la integración con Unicaja aún a sabiendas de que era la mejor opción para el empleo y sostienen que remaron contra la lógica
La Iglesia nunca quiso la fusión y aprovechó todos los motivos que tuvo a su alcance para frenar un proceso que era el único procedimiento lógico para evitar la intervención y asegurar la pervivencia de los activos y el pasivo de Cajasur bajo el amparo de una caja ligada a Andalucía. Fuentes de los consejeros que votaron a favor de la fusión en el consejo de administración del 21 de mayo recordaron ayer que la Iglesia "dinamitó todos los puentes de diálogo que hubieran salvado a Cajasur en cada ocasión que se le presentó". Hay que recordar que la fusión no salió adelante porque los seis miembros del Cabildo, cuatro de los cinco impositores y el representante de los trabajadores, votaron contra la fusión y a favor de la intervención del FROB. Mientras, los consejeros que votaron a favor de la fusión fueron los vicepresidentes Salvador Blanco y Juan Ojeda, los representantes del PSOE, el de IU y un impositor. "Quisieron romper cuando se reformó la ley de cajas para propiciar la fusión, quisieron romper cuando se planteó el plan de Boston Consulting y rompieron al final, aun a sabiendas de que la fusión era la única opción de supervivencia de la caja", señalaron las citadas fuentes.
Los consejeros partidarios de la fusión, que han redactado un documento al que ha tenido acceso El Día, quieren desear a BBK lo mejor en el futuro pero recuerdan que la Iglesia realizó un diagnóstico equivocado de la situación en la que se encontraba la caja e hicieron caso omiso de todas las recomendaciones que se hicieron a la entidad desde que la agencia Fitch rebajó la calificación de la entidad cordobesa a BB+ o lo que es lo mismo, a la consideración de bonos basura o especulativos. Según los consejeros, "el Cabildo dedicó demasiado tiempo y esfuerzos a asegurarse su propia situación privilegiada en la entidad resultante de la fusión" o, en otro sentido, se dedicó a remar contra corriente de lo que la lógica financiera imponía que no era otra cosa que la fusión "con una entidad solvente como es Unicaja". Así, entienden que "la decisión de votar contra la fusión fue incomprensible y no obedeció a unos criterios racionales".
Así las cosas, para los consejeros, el argumento del empleo es una excusa del Cabildo y la prueba de ello es que desde el principio de la negociación hasta, "al menos, enero de 2010", la discusión entre Cajasur y Unicaja se centró en "concretar, cuantificar y acordar la participación del Cabildo en la entidad resultante". Ahora, según los consejeros, "lo han perdido todo y Córdoba ha perdido la caja, por eso todo esto es inexplicable".
Aparte del documento, fuentes de los consejeros señalaron ayer a El Día que el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, no hizo nada por la fusión y ni él ni el Cabildo reconocieron nunca la gravísima situación de deterioro de la caja, cuyos directivos auguraban la quiebra si no se tomaban medidas. El antecesor de Fernández en la sede de Osio, Juan José Asenjo, quien se caracterizó siempre por su espíritu pactista en este tipo de situaciones, cedió la diócesis y también sus asuntos. "Asenjo se desvinculó", dijeron ayer las fuentes consultadas.
Con respecto a Unicaja, los consejeros reconocieron que pudo haber dilaciones en sus negociaciones aunque dejaron claro que la que estaba mal y necesitaba a Unicaja era Cajasur, por lo que correspondía a la entidad cordobesa dar los pasos hacia la integración. Las fuentes consultadas reconocieron ayer que el presidente de la caja malagueña se "remango durante toda una madrugada para salvar la situación". El problema es que ni Unicaja ni sus negociadores pensaron nunca que la mayoría del consejo votaría no.
Una caja solvente y varios planes frustrados
Unicaja era "solvente y suficiente" para garantizar la viabilidad de Cajasur. Durante un tiempo sonó Caja Murcia pero el consejo de administración de la entidad cordobesa nunca abordó esta opción pese a ser la favorita de la Iglesia. El Banco de España dejó claro además que la integración debería llegar con la entidad presidida por Medel. Los consejos de administración de las dos entidades de ahorro aprobaron el 13 de enero de 2010, después de muchas dificultades para llegar a un acuerdo, un borrador de estatutos y el reglamento electoral de la nueva caja, la regulación del periodo transitorio y la unidad de gestión del futuro. Pero el proceso sufrió contanstes frenazos, sobre todo, por el aspecto laboral, que no avanzaba. Cada convocatoria de la mesa en la que estaban los sindicatos y los directivos de ambas cajas, se resolvía sin avances y sin documentación y eso desesperaba a los representantes de los empleados. Tantos problemas dio la falta de entendimiento entre las dos entidades que se había llegado al 5 de mayo de 2010 sin apenas avance. Eso llevó al Banco de España a llamar a capítulo a los dos presidentes para que "se produjeran avances claros en la materialización del plan de actuaciones para que el proyecto de fusión estuviera aprobado antes del 30 de junio de 2010". Eso nunca ocurrió.
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