¿Qué es la gentrificación y cómo está afectando a Sevilla?
La gentrificación implica la sustitución de la población de rentas bajas por otra de mayor poder adquisitivo en un determinado lugar
Según el contexto, interactúa directamente con otras cuestiones relacionadas, como el turismo de masas
Los profesionales de las viviendas de uso turístico solicitan una reunión urgente con el Ayuntamiento de Sevilla
La actual situación de los pisos turísticos ilegales y las medidas tomadas al respecto por el Ayuntamiento de Sevilla, ha traído consigo un debate que ya viene de lejos en relación al turismo de masas. Y no sólo eso. Aquí entra en juego algo que trasciende el componente meramente turístico y se aloja en la pérdida de identidad de algunas de las zonas con más tradición de España. Hablamos, en este caso, de la gentrificación.
El año pasado, el realizador de Canal Sur y también escritor, Manuel Espiñeira, publicó su libro Barrio. El fin de los corrales de Triana (Alfar), en el que narra el destierro de los vecinos desfavorecidos del arrabal a mediados del siglo XX. Claro que este proceso no es exclusivo, aunque sí bastante sonado, de un barrio convertido en la sombra de lo que fue.
Triana albergaba en su momento un sentido comunal identitario y hacía las veces más de pueblo que de barrio. Cuna del cante y del flamenco, fue perdiendo algo de aliento frente a la especulación inmobiliaria y el turismo de masas.
Gentrificación y turistificación
Aunque la gentrificación y la turistificación suelen equipararse a menudo, no son lo mismo. Si bien es verdad que ambos conceptos aluden a una misma realidad: un proceso socioespacial que implica la expulsión de la población propia. Sin embargo, las circunstancias resultan determinantes para referirnos a uno u otro término.
En este sentido, podemos entender la gentrificación como la sustitución de la población de rentas bajas por otra de mayor poder adquisitivo; mientras que la turistificación hace referencia a la aparición de una gran población de turistas que desplaza a los habitantes del lugar, independientemente de su nivel de rentas.
Bajo estas definiciones, turistificación y gentrificación van muchas veces de la mano, interactuando según los diferentes contextos. Asimismo, y aunque atraen un fuerte componente económico y de enriquecimiento al lugar, tienden a distanciar actividades locales ajenas a la visión del espacio urbano y cultural como producto.
Los nómadas digitales
Parte de la gentrificación actual viene derivada del tiempo pos-pandemia. Se trata de los nómadas digitales, trabajadores en remoto cuya libertad les permite asentarse en otras ciudades durante un tiempo y eligen España como uno de sus principales destinos.
Así, como recogía la Agencia EFE a principios de año, según un estudio elaborado por la plataforma financiera Nebeus, Málaga y Sevilla figuran entre las ciudades españolas preferidas por los nómadas digitales británicos en 2024.
Claro que no todo es negativo. Los nómadas digitales aumentan el consumo local y el fortalecimiento de sectores, precisamente, como el turístico. Además, suponen la llegada de profesionales altamente cualificados y establecen sus conexiones con empresas locales. Ahora bien, el incremento en la demanda de viviendas y servicios puede llevar a un aumento del coste de vida en las áreas más populares para ellos, afectando negativamente a la población local.
Impacto de la gentrificación en Sevilla
Los nómadas digitales también favorecen la proliferación de negocios orientados al turismo y, por consiguiente, la pérdida de la identidad cultural. Todo ello genera un progresivo desplazamiento de la población local, incapaz de asumir la subida de los precios y la masificación de algunas zonas, como los arrabales de Triana y San Bernardo.
Por su parte, los alquileres turísticos extraen miles de viviendas del total disponible, encareciendo los precios del alquiler; mientras que la gentrificación afecta a la estructura productiva local, la privatización de espacios públicos y desencadena en problemas relacionados con la salud pública, a causa de factores como el aumento del ruido nocturno y la suciedad.
Desde hace décadas, se observa este fenómeno en el Casco Antiguo y arrabales cercanos. Algo que, si bien en un primer momento se traduce en mejoras específicas de la estructura urbana, desata conflictos y desequlibrios de carácter social y cultural. Las familias con menos recursos se ven desplazadas, la masiva presencia de hoteles y apartamentos turísticos va dejando de lado un paisaje cargado de identidad y, poco a poco, la esencia de cada barrio se va tornando lejana a lo que alguna vez fue. Una sombra por la que el alcalde, José Luis Sanz, defiende que "en Sevilla no cabe un sólo piso turístico más".
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