El Fiscal

La bulla previa

Bulla de Semana Santa

Bulla de Semana Santa / Juan Carlos Muñoz (Sevilla)

De un tiempo a esta parte se ha desarrollado un concepto de bulla previa a la Semana Santa. ¡Anda, jaleo, jaleo! Como no cabemos en el piso, estamos todo el día cabreados. Como las jornadas no dan más de sí, andamos a la gresca. Seamos positivos. Al menos no acabamos con ciriazos en plena calle como cuentan los libros de historia que ocurría en tiempos pretéritos. Aquí y ahora las bullas son... previas. Y eso siempre será mejor, aunque haya tonos enérgicos, sensaciones de desaires y, por supuesto, malas caras. Siempre será preferible no montar riñas con la cofradía en la calle. Los cambios en el orden de paso, las modificaciones de los itinerarios o la repetición de un esquema no deseado provocan ya reacciones tan lógicas como propias del debate político. Es irremediable mientras no se vaya a la raíz del problema: no cabemos porque hemos ido metiendo cofradías y más cofradías y, además, no ha dejado de crecer el número de nazarenos y, ojo, músicos. No valen los algoritmos, las ecuaciones y otras fórmulas. Hay que ser más ambiciosos y tener más altura de miras. Si no se deben reducir los penitentes, ¿por qué no se estudia el cambio de día para algunas cofradías? O esperamos a que pase el baby boom y la Semana Santa mengüe por razones de demografía, cosa que ocurrirá pero todavía tardará, o vamos explorando otras sendas que, por cierto, no son nuevas. 

Habrá cofradías que necesariamente deben permanecer en su día. Pondremos un solo ejemplo para no herir sensibilidades: seguro que todos estamos de acuerdo en que la Borriquita no puede salir otro día que no sea el Domingo de Ramos. Pero en vez de promover tantas salidas extraordinarias, pongamos orden, racionalidad y otros buenos criterios en las ordinarias. Hace años que la Semana Santa está de alguna forma muriendo de éxito, pero pocos se atreven a plantear soluciones que no solo son valientes, sino que la historia enseña que ya se han tomado antes. ¡Nada nuevo! También es seguro que habrá un sector inmovilista por un absurdo concepto de la tradición, porque se vive anclado en la Semana Santa de la infancia o por vaya usted a saber qué motivos. Pero también hay, siempre hay, mentes abiertas capaces de dar pasos que, además, no supondrían novedad alguna si se lee un poco de Historia. 

No es que tengamos una Semana Santa con cofradías de primera y de segunda (como apunta con razonable enojo el hermano mayor de la Estrella), es que vamos a tenerla de mañana, tarde y noche, porque se generalizarán las salidas cada vez más tempranas (que le pregunten a los hermanos del Buen Fin, que no son precisamente de una barriada alejada del centro). El otro día ya dijimos que había hermandades de preferente y de turista en función del trato que han recibido en el día. 

Las vísperas

No somos culpables de todo lo que hoy nos ocurre. Otros tomaron decisiones que hoy nos afectan. Entendemos que lo hicieron con buena fe, pero no pensaron en los efectos. Recuerdo un alto dirigente cofradiero que justificaba la incorporación de una nueva cofradía "en la necesidad de reducir cada vez más las vísperas". Esperamos que siga bien del oído. ¿Y qué problema tienen las vísperas, si han sido una de las novedades que mejor aceptación han tenido y menos problemas han creado? Hay que reconocer, al menos, que el Consejo tiene las decisiones tomadas en el plazo, un año más. El Consejo ha cumplido con su obligación, no se le puede reprochar inacción como en tantas otras ocasiones Diferente es que han quedado heridos por efecto de sus decisiones. Y no son agradables algunas andanadas por comprensibles que sean, que lo son. No debe quejarse el presidente del Consejo de que las cofradías hagan comunicados. No hay problemas en expresar un desacuerdo cuando se explican las razones y se guardan las formas. Ni siquiera debe haber problemas con opiniones más contundentes, porque hay quienes sacan muchos más de dos mil nazarenos a la calle y deben defender unos criterios. La Estrella, por ejemplo, se recoge de madrugada y es de suponer que hay una mayoría de su cortejo que trabaja el lunes, dicho sea sin olvidar a los pequeños nazarenos.

Algunos criterios deben ser revisados, porque el sueño de la razón genera monstruos. Pero hay que mirar alto, mucho más alto, y valorar otro tipo de cambios. ¿Cuántos años más, cuántos enojos más y cuántos comunicados mas hacen falta para que se estudien cambios de día, no el mismo día? Exploren, calculen y debatan. Seguro que alguna cofradía está dispuesta. Y evitamos tanta bulla previa, que no debemos convertir en una tradición.